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Handia

Pascal Gaigne
     
Año:   2017
Sello:   Quartet Records
Edición:   Normal
Nº Tracks:   23
Duración:   61:55
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Fernando Fernández

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1. Handia (Prólogo) (2:42)
2. Soldados (1:57)
3. En marcha (1:38)
4. Retorno a casa (1:57)
5. Reencuentro (3:24)
6. Primer Viaje (2:41)
7. Coloso (1:20)
8. Madrid (2:30)
9. Academia de los Ilustres (3:26)
10. Vuelta al caserío (1:56)
11. Escrituras (1:35)
12. Inglaterra (2:54)
13. A Tingling (3:24)
14. Boda amarga (1:55)
15. Bordeaux – London – Paris (2:22)
16. Le monde ouvre les yeux (4:22)
17. Lapurrak (1:40)
18. Montes perdidos (3:27)
19. Gigantes (2:07)
20. Últimas nieves (3:52)
21. Handia (5:12)
22. Créditos (3:24)
23. Martin & Jokin (2:23)

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«Primer Viaje»

 

«Inglaterra»

 

«Martin & Jokin»

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La brillante capacidad de Pascal Gaigne de adaptar su estilo y clase a lo que la historia es capaz de necesitar. Donde la trama y película podían haber seguido unos derroteros más convencionales, el camino elegido es más original y evocador. Y Pascal adapta su composición exactamente de la misma manera.

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Que se trate de una banda sonora que va a necesitar, especialmente en su escucha aislada, de la complicidad de su audiencia. Nos tenemos que dejar atrapar y llevar por los elementos ambientales y atmosféricos que incorpora a la música, algo que no es fácil para todos los paladares, a pesar de que, claramente, es necesario para que funcione el conjunto de la banda sonora de la manera que lo hace.

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Evidentemente entre los más melódicos y emocionantes se encuentra la elección. Sin embargo, me decanto más por la inocencia y disfrute que se aprecia durante la primera parte de la aventura internacional de los dos hermanos en momentos como “Inglaterra” o “Primer Viaje”.

Cuando música y atmósfera se funden con la emoción

Todavía sonrío cuando sigo escuchando a la gente hablar del cine español comentando que sólo sabe contar historias de la Guerra Civil y de sexo. Yo tengo muy claro que eso dejó de ser un tópico hace mucho tiempo. Incluso antes que las películas de Esteso y Pajares. Pero está claro que en muchas ocasiones es difícil sacudirse ciertos estigmas de encima. Para los que tengan ganas de ver de qué manera (entre muchas otras) el cine español sigue siendo un “animal” muy diferente a otros, pero también alejado del tópico, Handia puede ser un interesante comienzo.

Aitor Arregi y Jon Garaño fueron responsables de una película tremendamente romántica y muy especial con Loreak. Y ahora, aunque manteniendo su toque romántico y emocional, presentan una película muy diferente en muchos aspectos. Una delicada y muy especial fábula poética que juega con la leyenda del gigante de Altzo, un campesino vasco del siglo XIX que sufría de una acromegalia que le llevó a alcanzar una altura de 2,42 metros y más de 200 kilos de peso. Una atracción de circo de la época que tiene muchas referencias y puntos de contacto con El hombre elefante de David Lynch, y que en otras manos hubiese optado por ofrecernos un biopic histórico más mundano.  Sin embargo, los directores y guionistas prefieren seguir la norma nunca escrita de Ford y contarnos una historia donde el hecho real y la leyenda se funden en una película mágica y con más trasfondo del que podría parecer inicialmente.

De nuevo, uno de los compositores más en forma del panorama español, Pascal Gaigne colabora con los directores y, al igual que estos, nos ofrece una banda sonora muy diferente en intenciones y estilo, pero con algún elemento de contacto con la preciosa música que compuso para Loreak. Eso sí, a pesar de esos ciertos elementos, la partitura de Gaigne para Handia es muy diferente en cuanto a intención y ejecución. Lo primero con lo que va a encontrarse el aficionado es con una banda sonora en lo que prima lo atmosférico frente a lo emocional. Especialmente por la original orquestación e instrumentación de la que hace gala el compositor. Algo que no la va a convertir en una banda sonora de esas que escuchemos varias veces seguidas, a menos que consigamos engancharnos a la misma.

“Handia (Prologue)” nos introduce en esa atmósfera que comentaba, con toda una colección de extraños sonidos ambientales y ritmos que van conformando una pieza extraña, pero cargada de misterio y algo oscuro. Aunque la música, poco a poco, va a incorporando más elementos orquestales y melodías este es el tono que vamos a encontrarnos a lo largo de la banda sonora. Lo que Gaigne consigue, sin embargo, es que esta atmósfera consiga perfectamente capturar el tono onírico y evocador que la historia requiere. Ayudándola, al mismo tiempo, a tener ese carácter menos convencional y extraño que mencionaba inicialmente.

El que la música sea principalmente atmosférica, no quiere decir que no sea capaz de transmitir más sensaciones que un puro ambiente misterioso. Es más, Gaigne va haciendo que la música vaya evolucionando perfectamente con las diferentes evoluciones y giros que va tomando la historia. Por eso, una vez superado ese tono oscuro inicial en el que el protagonista vuelve a su casa tras participar en la Guerra Carlista, la música comienza a ganar un tono mucho más evocador y emocional. El cambio es claro a partir de “Reencuentro”, la primera pieza donde vamos a encontrarnos los primeros motivos y desarrollos claramente melódicos. Una música que transmite perfectamente un punto de sorpresa, de descubrimiento (al encontrarse a su hermano el gigante), junto a un tono melancólico y evocador con un solo violín realmente bonito.

A partir de aquí comienza la aventura de los dos hermanos, la cual se inicia con ese tono emocionante, brillante e incluso infantil de “Primer Viaje”. Una de las piezas más destacadas de la banda sonora. En este tramo de la partitura comienza a jugar con la atmósfera entre momentos de misterio y tensión (“Coloso”, “Academia de los Ilustres” o “Escrituras”) y el mágico y divertido (“Madrid” o “Vuelta al caserío”). Aquí es donde nos empezamos a dar cuenta de que la música nos está transportando por las sensaciones que estos hermanos empiezan a experimentar tras abrirse al mundo que les rodea.

Con “Inglaterra”, la música parece dar un salto evolutivo más. La entrada del piano, jugando con el violín, recarga la música de un elemento más humano. Pero al mismo tiempo, la partitura parece recargarse de tristeza y melancolía. Lo que, en un principio, era una aventura comienza a pasar factura a ambos protagonistas. Especialmente ese gigante que comienza a sufrir el miedo y la extrañeza del público ante el monstruo, sin dar ocasión de reconocer al ser humano que hay debajo. Aquí la música empieza a recargarse de un tono más dramático y oscuro que parece convertir la gran aventura en pesadilla. “Boda Amarga” y, especialmente, “Le monde ouvre les yeux” mantienen ese tono de pura atmósfera, incluyendo incluso distorsiones que hacen a la música parecer más dura en ocasiones.

Sin embargo, Gaigne no deja fuera la parte emocional en estos momentos. Es como si atmósfera y melodías estuvieran peleando por ganarse un hueco en cada una de las piezas. “A Tingling” presenta esa atmósfera misteriosa pero la inclusión de un piano interpretado de una manera delicada y cargada de tristeza, le proporciona un punto humano que va siendo reforzado por la orquesta. “Lapurrak” nos ofrece algo completamente diferente: la orquesta con una línea melódica realmente emocionante y melancólica, queda rota completamente con la sorprendente aparición del tono atmosférico. Este juego es realmente original y efectivo, manteniendo nuestra escucha en una constante subida y bajada de sensaciones a lo largo de toda la banda sonora.

En la parte final, las emociones vuelven a ganar relevancia mientras el compositor nos ofrece un retorno, en cierto sentido, al inicio. Buscando cerrar el círculo de esta historia. Las atmósferas no desaparecen, pero parecen acercarse al inicio de la banda sonora. “Últimas nieves” y “Handia” nos traen esa ambientación reforzada con orquesta que escuchábamos en un inicio, con ese tono más evocador, casi atávico, que nos habla de ese misterio relacionado con esta tierra. Pero de seguro que en esta fase final, esa conclusión emocional de la relación entre los dos hermanos que reflejan “Montes perdidos” y “Gigantes” sean lo más destacado para el aficionado. Con los elementos más humanos de la partitura brillando, ese sólo violín tremendamente triste, reposado y calmo. O el juego entre cuerdas y piano, con ese punto más dramático en su descripción de la tristeza.

Una banda sonora que no es sencilla, y de las que tenemos que conseguir dejar que nos lleve a su terreno. Uno que no es fácil ni sencillo, especialmente por ese elemento ambiental y atmosférico que invade buena parte de la música. Una partitura alejada de las más melódicas y románticas que nos había ofrecido Pascal Gaigne, pero que tiene buena muestra de toda su capacidad para conseguir emocionarnos y adaptarse a otro estilo también muy suyo y que ya estaba presente en anteriores trabajos. Pero para los que quieran dejarse atrapar por la música que nos acerca a esta fábula poética y mágica, también con momentos realmente emocionantes. Especialmente por ese tema adicional final “Martin & Jokin”, que no se encuentra en su edición digital, y que presenta el tema de la relación entre los dos hermanos de una manera muy limpia y desnuda con piano y orquesta. Un cierre realmente brillante.