The Tale of the Princess Kaguya

Una obra maestra de la animación. Ni más ni menos. Eso es el que también supone el último trabajo que veremos realizado por el otro genio que habita en los Estudios Ghibli: Isao Takahata. «Devorado» por la luz que ha sido siempre Hayao Miyazaki para el estudio nipón, así como su menor proliferación realizando películas, no es menos cierto que Takahata merece el mismo reconocimiento que su compañero por sus trabajos para Ghibli. La pena es que este hombre siempre ha sido muy inconstante en su forma de afrontar los proyectos y a buen seguro nos hemos perdido más de una gran película dirigida por él a causa de su ritmo de trabajo.

Este hecho queda muy bien reflejado en el reciente documental sobre el estudio al que a todo el mundo recomiendo: The Kingdom of Dreams and Madness, en el que Hayao Miyazaki y Toshio Suzuki dicen una frase muy esclarecedora sobre la forma de trabajar de Takahata: “No quiere terminar la película”, en referencia a esta The Tale of The Princess Kaguya, cuya realización le ha llevado al veterano director ocho años hasta verla estrenada (comenzó el proyecto a la par que Miyazaki  con Howl’s Moving Castle). Así pues, quede este apunte no como una crítica a Takahata sino como un lamento por no ofrecernos más de su maravilloso cine, y más aún tras visionar esta joya que es su último film, del cual escucho mientras escribo esta reseña que acaba de ser elegido como uno de los cinco finalistas al Oscar a mejor película de animación. Muy justo ganador sería si se alzara con la estatuilla.

Adaptando la obra anónima del siglo X «El cuento del cortador de bambú» (quizá el mas antiguo ejemplo narrativo del folklore japonés) la película nos muestra cómo un anciano campesino sin hijos encuentra dentro de una planta de bambú a una diminuta niña a la cual, como no podía ser de otra forma, adopta como su hija. La niña crecerá muy rápido y el padre, convencido de que su hija es una princesa, se traslada junto a esta y su esposa a la ciudad para que los nobles se disputen la mano de la muchacha.

Takahatanos muestra dicha historia completamente alejado de la animación que estamos acostumbrados a ver actualmente. Desde el comienzo nos vemos atrapados y absortos por la sencillez de los fotogramas y de las ilustraciones bidimensionales con las que transcurre la historia. Una paleta de colores tipo acuarela de una belleza increíble que vuelven a reafirmar a este hombre como uno de los grandes genios de la animación, ofreciéndonos una experiencia tan mágica como era el escuchar cuando éramos pequeños un cuento de boca de nuestros abuelos. Igualmente también podemos observar el corazón que se ha puesto en esta película, en cada detalle que hay en ella, como si Takahata nos estuviera diciendo que esta es la última aportación a su legado y por ello ha dedicado esa enormidad de tiempo a su realización.

Magia musical

Tanto corazón se ha puesto en este proyecto que otro de los grandes aciertos de Takahata ha sido recurrir para componer la música al compositor que siempre ha tenido a mano y nunca ha utilizado por la cabezonería de alejarse lo más posible de la forma de trabajar de su amigo pero también rival Hayao Miyazaki: Joe Hisaishi… y la verdad es que el acierto ha sido total, pues el compositor nipón ha firmado uno de sus mejores trabajos.

Y es que la música de Hisaishi para este film, como apuntaba un poco más arriba, es pura magia desde el primer corte de la banda sonora, utilizando como siempre los máximos recursos orquestales para poder sumergirnos en este precioso cuento.

En los escasos cincuenta segundos del primer tema, «Overture», ya se nos presenta uno de los temas principales, el dedicado a Kaguya como princesa; una bella melodía a piano que tendrá bastante presencia en la historia. Dicho tema lo encontraremos desarrollado en «The Little Princess» cuando aparece por primera vez Kaguya.

También podemos escuchar en este breve corte la música de la canción escrita por Takahata, la cual oiremos durante el transcurso de la película y con el paso de la historia comprenderemos el significado de esa canción en la vida de la joven protagonista.

«Light» es otro breve tema que, utilizando las cuerdas, describe lo mágico e inexplicable de la historia. Este recurso lo encontraremos también en «Robe» y «Mistery of the Moon», siempre igual de breve y para apuntalar ese tipo de sucesos antes descritos.

Flautín y travesera son los instrumentos que van ligados a la pequeña cuando es bebé y niña. Ambos representan la inocencia y candidez de la llamada niña bambú en el tema «The Joy of Living» y «Li’l bamboo»; en este último, arpa y metales apuntalan el carácter juguetón de la niña.

En «The Sprout» Hisaishi nos describe a la perfección el sentimiento de vivir en un lugar como el de la infancia de la protagonista. Vibráfono, arpa y oboe nos acercan a la naturaleza y el resto de la orquesta nos muestra toda la alegría de poder disfrutar de un lugar como ese. Este tema será más adelante la estrella absoluta del score en la secuencia más bella de la película. Otro pequeño esbozo de tan bello tema lo encontraremos en «Life» durante sus escasos cincuenta y nueve segundos.

El piano, instrumento que tiene una gran presencia en la partitura, siempre ligado a Kaguya, vuelve a aparecer en «Mountain Hamlet»; un bellísimo tema que acompaña la visualización por parte de la joven de una panorámica del lugar donde vive. En «Setting Out» aparece otro instrumento que tiene bastante peso en la partitura: la guitarra, donde en esta ocasión sus acordes significarán un replanteamiento de la vida de Kaguya y su familia, y esbozando la soledad e incomprensión que en un futuro no muy lejano sentirá la protagonista en su vida. Acto seguido escucharemos «Autumn Harvest», brevísimo tema en el que las cuerdas señalan el final de una cosecha y de la vida de la chica bambú en ese lugar que tanto ama al tener que trasladarse a la ciudad. Para remarcar esa melancolía y tristeza volvemos a escuchar el tema de la princesa en «Supple Bamboo», donde las notas a piano de Hisaishi se funden como una sola cosa con los tallos de bambú del camino.
 

Otro tema a destacar, ya con la protagonista instalada en la ciudad junto a sus padres, es «The Banquet», donde los acordes de guitarra acompañados por el vibráfono muestran la soledad e incomprensión que sufre la protagonista encerrada en esa jaula de oro que es su nuevo hogar. Tanta frustración es mostrada en «Despair», donde la sección de cuerdas suenan a modo de quejido o lamento mientras cada nota del piano es golpeada, haciéndonos llegar la desesperación de la joven.

Nuevamente un evocador piano trae un rayo de luz a la vida de la protagonista con la llegada de una estación que le recuerda a su lugar de nacimiento y todo lo bueno vivido allí en el tema «The Coming of Spring» y dicha alegría la desarrolla Hisaishi en otro de los temas a destacar: «Spring Waltz», corte que acompaña a la protagonista en una secuencia que la lleva a recordar su infancia a través de la melodía del flautín para en la parte final mostrar una explosión de felicidad con el esbozo de un bello vals como el que baila la princesa con las flores de los cerezos.

Dicha alegría es efímera y nuevamente el piano muestra la soledad y melancolía de la joven en «Memories of the Village».

Rara avis es en la construcción de este score el tema «The Nobles’ Wild Ride» y necesario mencionarlo, pues es la nota un poco cómica dentro de la seriedad que va adquiriendo la historia. Las secciones de viento madera, metal y percusión son los acompañantes de los cinco pretendientes de Kaguya en pos de su mano y su música equilibra muy bien la balanza entre lo noble y lo chapucero de todos los pretendientes.

En otro de los momentos de soledad de la princesa volvemos a escuchar su tema, pero esta vez interpretado por un koto, instrumento que le da el toque necesario a la escena a la que acompaña. Dicho corte es «Cicada Night».

Tras habérsele descubierto su destino, el dolor que siente el alma de Kaguya queda reflejado en «Sorrow», aunque entre tanto desencanto la princesa no pierde la esperanza de tomar las riendas de su vida, aún siendo muy consciente de ese destino, y la guitarra acompaña a sus reflexiones mientras el vibráfono da las notas de esperanza a su causa en el tema «Fate». Dicha esperanza aumenta en «Going Home», donde nuevamente el flautín lleva a Kaguya a su infancia para acto seguido pasar al gran tema de esta BSO: «Flying», en el que la flauta travesera da entrada a la reunión de Kaguya y su amado allá donde vivieron juntos durante sus primeros años de vida. Esa vida, la naturaleza que tanto aman, la felicidad de ambos, su amor… todo queda reflejado de manera maravillosa con toda la orquesta al servicio de estos sentimientos, para en su parte final volver a escuchar el tema de la protagonista tomando conciencia y aceptando su destino.
 

Dicho destino acude a ella en forma de comitiva celestial y es aquí donde Hisaishi sorprende con una composición superalegre en contraposición a algo tan triste como es lo que le está sucediendo a la princesa, con especial protagonismo de vibráfono, arpa, percusión, cascabeles y piano vertical, dando lugar a «The Procession of Celestial Beings», todo un acierto del compositor para acompañar una escena tan emotiva y el segundo gran tema de esta BSO.

Y finalizamos con «Moon», tema que cierra la historia. En él encontraremos nuevamente el tema de la princesa y un nuevo esbozo de la música de la canción escrita por Takahata: «Song of the Heavenly Maiden» (la cual se puede escuchar como bonus de la edición del CD) acompañado la mirada de Kaguya desde su nuevo hogar hacia el que ha dejado de serlo.

No hay lugar a dudas de que estamos ante uno de los grandes trabajos de Joe Hisaishi, quien creo que está en uno de los mejores (si no el mejor) momentos de su carrera, tal y como demuestran sus últimos trabajos. The Tale of The Princess Kaguya es una gozada de principio a fin de su escucha y acompañando la película de Takahata alcanza momentos verdaderamente hermosos. Por el bien de todos los que amamos a este estudio de animación, espero que Ghibli siga contando con este genio en futuros proyectos, aunque Miyazaki y Takahata no vuelvan a ponerse al frente de un largometraje propio.