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The Big Sick

(La gran enfermedad del amor)
Michael Andrews
     
Año:   2017
Sello:   Varèse Sarabande
Edición:   Normal
Nº Tracks:   13
Duración:   29:12
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Fernando Fernández

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1. Two Day Rule (2:28)
2. One Man Show (1:05)
3. Can’t Lose My Family (1:30)
4. Looking For Emily (1:43)
5. Voicemail From Emily (4:38)
6. Kumail, Terry, And Beth (1:47)
7. Biopsy Results (1:26)
8. Emily Wakes (1:31)
9. New Beginnings (1:33)
10. Mutton Biryani (1:14)
11. New Lease On Life (1:43)
12. The Big Sick (1:33)
13. My Love (3:46)

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«Two Day Rule»

 

«New Lease On Life»

 

«The Big Sick»

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El carácter orgánico y vivo de la interpretación de la banda sonora. Si alguien nos dijera que una banda se ha encargado de la misma nos lo podríamos creer perfectamente.

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Que mantenga una posición tan discreta con respecto a la historia y sus personajes. A pesar de utilizar un sencillo pero efectivo tema principal, este brilla cuando la cámara y la historia nos convierte en espectadores, pero nunca interviene en las decisiones ni acciones de sus personajes, con lo que puede dar una sensación de agradable música de fondo y poco más. Algo que su tono serio tampoco ayuda a evitar.

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El brillante tema principal, cargado de brillo y energía. Pero es una pena no lo vuelva a utilizar más ampliamente en el desarrollo de la partitura. Hubiese podido contagiar a la misma de otro tono y carácter más entretenido.

BSOSpirit opina

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Nota media: 7,60

Ángel Aylagas (6), Fernando Fernández (8), Asier G. Senarriaga (8), Jordi Montaner (8), David Sáiz (8)

 

La comedia también puede sonar agridulce

Es un terreno complicado este de la música para comedias. Siempre me ha parecido un tipo de música tremendamente disfrutable, incluso cuando cae en terrenos más tópicos. Y además es un campo muy heterogéneo que le permite muchísima variedad al compositor. De estilo, sonido, instrumentación, lo que se os pueda ocurrir. Pero por desgracia, entre los aficionados pasa muy desapercibida normalmente, salvo cuando se trata de partituras para animación. Entiendo que los dramas y las grandes composiciones de aventuras sean más atractivas, pero la música para comedia también tiene su corazoncito. ¡Hagámosle un pequeño hueco!

Sarcasmo y mensaje publicitario aparte, hablo en serio cuando me refiero a la música de comedias y cómo se la tiene muy olvidada por nuestra parte. No me meto ya cuando caemos en la comedia romántica y actual, que casi pasa desapercibida. Incluso con compositores de mucho estilo y calidad como pueden ser Rolfe Kent, Theodore Shapiro y algunos otros. En este caso The Big Sick ha tenido el problema (en nuestro país) de haber sido estrenada casi de tapadillo, cuando en Estados Unidos y otros países ha sido bien recibida por crítica y público. No está mal para ser la primera película de su director Michael Shoewalter, más curtido en el terreno de la comedia televisiva en proyectos como Grace & Frankie o Search Party.

Sí que es verdad que The Big Sick es una de estas comedias con truco. Me explico. En el fondo se trata de una comedia romántica con algún trasfondo serio como son las relaciones interraciales y las dinámicas padres/hijos de la sociedad actual. Eso le permite aportar sus elementos divertidos, pero también sus momentos serios y críticos, lo cual ayuda mucho a la hora de elaborar una banda sonora para la misma. Aquí es donde entra Michael Andrews, un veterano músico, experto en comedias y gran instrumentista. Aunque el aficionado medio le conocerá más por su trabajo en la atmosférica Donnie Darko y su adaptación de la canción de Tears for Fears “Mad World”. Sin embargo mantiene una gran relación con el director y guionista Judd Apatow (productor de esta película). Y su lista de proyectos incluye música para películas como Neighbors, Daddy’s Home, Sex Tapes o Bridesmaids entre muchas otras.

Michael Andrews es uno de los compositores actuales que cae en el grupo de “músicos sin formación” con que algunas veces etiquetamos despectivamente los aficionados. Y la verdad es que él siempre se ha considerado más un guitarrista que cualquier otra cosa. A pesar de ser un estupendo multiinstrumentista (en Donnie Darko él interpreta todos los instrumentos de la partitura) y contar con un más que envidiable listado de bandas sonoras compuestas, no es de los nombres habituales que se mencionan a la hora de componer para el audiovisual. Pero sin embargo, es de los compositores que suelen siempre aportar su personal estilo y experiencia a todas las partituras que componen. Y The Big Sick es una de estas ocasiones.

Para esta banda sonora Andrews utiliza de base sus dos principales armas instrumentales: la guitarra y el piano, rodeándolas además de un curioso conjunto instrumental, que se mueve entre lo que podríamos considerar una banda de pop-rock y un conjunto de jazz. Con esos sencillos elementos consigue construir una breve partitura (no alcanza los treinta minutos de duración) de aire claramente moderno y urbanita que es ideal para el contexto de la historia que desarrolla. Curiosamente, además, parece utilizar uno de los aspectos característicos de su protagonista (un humorista de club, acostumbrado a la improvisación y los monólogos) en la propia manera de presentar la música. La misma tiene una estructura y estilo claros, incluso con la presentación de un motivo principal que sirve de base melódica a la misma. E incluso varios temas incorporan claros refuerzos electrónicos y de producción. Pero la manera en que va presentando las piezas, el cómo suenan y son interpretadas, tienen un claro carácter de improvisación y de haber sido grabadas en directo. Desconozco si realmente ha sido así, pero la música incorpora muchos elementos “sucios” en su desarrollo. Esos sonidos de colocación de los instrumentos, del movimiento en el estudio e incluso susurros entre los músicos. Muy sutiles, pero demasiado habituales como para achacarlo a una mala grabación. El resultado es una sensación muy orgánica y natural de la música. Una fluidez con sensación de directo, que le añade un punto adicional de emoción y estilo.

Como mencionaba, Andrews elabora una partitura de toque muy melódico y carácter de banda, con la que va desgranado una música que se mueve entre lo romántico y emocional, hacia lo más dramático y melancólico. Aprovechando para incorporar varios de los aspectos emocionales de la historia y sus personajes en la música. Para ello crea un tema principal muy sencillo y repetitivo, pero memorable, que sirve de base para el desarrollo de la misma. El mismo lo apreciamos en el mismo comienzo de su primer tema “Two Day Rule”, Una de las piezas con carácter jazz que le proporciona ese sonido de bajo y las baquetas-cepillo clásicas. El tema es fácilmente identificable con esas brillantes notas a piano, con un tono vital y divertido, que le proporcionan carácter al tema. Cuyo final se metamorfosea en una auténtica pieza pop con muchísima más energía y fuerza. Una introducción realmente brillante y sencilla.

A partir de ese momento la música va sufriendo diversas variaciones. Pero la principal es el cambio de tono y emoción en su segunda mitad. En la primera parte se nos presenta a la pareja protagonista, vemos crecer su relación y la interacción con sus seres queridos y familia. La música por tanto refleja un tono más vital y romántico. Y además con el tema principal incluso reforzado, como en “Can’t Lose My Family”. Ese tono vital y más brillante (emocionalmente hablando) desaparece completamente a mitad de “Looking for Emily”, coincidiendo con grave suceso personal, que marca el desarrollo del resto de la película, con la grave enfermedad de la protagonista dejándola en coma durante buena parte de la misma, una atmósfera extraña que incorpora electrónica y distorsiones se apodera de la música. Sólo la guitarra en el inicio de “Voicemail from Emily” le proporciona un cierto tono vital, que va convirtiéndose en triste y melancólico según va avanzando la pieza. Es evidente como Andrews quiere marcar muy claramente la diferencia del tono de la historia con su música. Mientras no pierde carácter emocional, sí que se convierte en un suceso más triste y dramático de lo esperado.

A partir de aquí, la película va narrando la manera en que el protagonista, mientras espera la recuperación de su pareja, comienza a desarrollar una especial relación con sus padres. Una relación muy diferente de la que tiene con sus propios padres, y en el que las cuestiones étnicas cobran también importancia. Curiosamente Andrews no aprovecha para utilizar elementos étnicos en la música. Él mismo comenta que aunque lo probó, el resultado le parecía demasiado forzado y típico y decidió dejarlo de lado. Sólo “Madam Biryani” incorpora los mismos junto a la guitarra, y manteniendo un tono y estilo que no desentona con el resto de la banda sonora. Pero el resto de la música se mueve en ese tono más premioso y serio que el que escuchábamos en los momentos iniciales. Incluso los momentos más jazzy, como “Kumail, Terry and Beth”, no tienen la misma vitalidad que en las piezas iniciales. Tanto “Biopsy Results” como “Emily Wakes” son dos piezas dramáticas y tristes que no consiguen aliviar el mismo. El resultado es que entonces “New Beginnings”, cuando esperábamos que pudiera retomar cierto tono inicial, no lo hace de la manera que esperábamos. Donde podía haber un regreso a la emoción y romanticismo, escuchamos una pieza que recupera fuerza, presencia y ritmo pero de una manera aún seria. La música nos indica que la relación, lo que pueda venir tras superar el grave suceso personal, ha crecido. Es más madura y más comprometida con lo que pueda deparar el futuro. Algo que “New Lease On Life” y “The Big Sick” simplemente confirman con la manera en que su estilo melódico de jazz/pop se presenta.

Simplemente una de esas pequeñas bandas sonoras que acompaña a una historia muy entretenida y moderna, en donde las relaciones y el cómo nos enfrentamos a ellas, es mucho más importante que las emociones. Y en las que la música de Michael Andrews aprovecha para acompañarnos con un toque sutil y discreto. Afortunadamente no repleto de canciones poperas, excepto “My Love” interpretada por The Bird and The Bee, y en donde tampoco busca hacerse omnipresente. Sólo aprovecha para reafirmar ciertos elementos de la historia en un contexto actual y bien presentado. Una historia de tono agridulce, cuya música sabe estar presente sin buscar en ningún momento sobrecargar o ser pretenciosa. Simplemente saber estar.