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Fifty Shades Freed

(Cincuenta sombras liberadas)
Danny Elfman
     
Año:   2018
Sello:   Back Lot Music
Edición:   Normal
Nº Tracks:   18
Duración:   43:04
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Fernando Fernández

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1. Freed (2:11)
2. Makeover (2:21)
3. A Spat (1:35)
4. Anna Wakes (1:41)
5. Blueprints (1:29)
6. Car Fun (1:07)
7. Trouble in Paradise (2:36)
8. That’s Not Hyde (2:25)
9. Jack the Knife (1:15)
10. Welcome Home (2:39)
11. Hiking (1:10)
12. Nightmare (1:56)
13. Bail (3:05)
14. Seeing Red (2:44)
15. Going Gets Rough (2:34)
16. Ransom (3:58)
17. The Envelope (1:45)
18. Rescue (6:40)

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«Freed»

 

«The Envelope»

 

«Rescue»

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La capacidad de Elfman para presentar la emoción de la relación de la pareja protagonista de manera delicada y con muchísima clase, incluso mostrando una cierta evolución desde un inicio más vital y brillante hacia una conclusión más seria y dramática.

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La electrónica y el suspense de la banda sonora. Nada que no escuchemos habitualmente en cientos de películas igual de genéricas que esta trilogía, a pesar de ciertos intentos de revitalizar el tono y ritmo de la misma.

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El brillante prólogo de “Freed”, que sirve para proporcionar cierto cuerpo y memorabilidad a la partitura. Aunque es una pena que no sea más utilizado a lo largo de la banda sonora.

BSOSpirit opina

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Nota media: 6,87

Josep Manel Blanch (8), Fernando Fernández (6), Asier G. Senarriaga (7), Óscar Giménez (6), Juan Ramón Hernández (6), David Martínez (7), Jordi Montaner (8), David Sáiz (7)

 

Hasta en el corazón de lo oscuro llega la emoción… y es lo único que merece la pena

Fíjate que para mí esta va a ser una de las películas más celebradas de este inicio de año. Una que pondrá de acuerdo a muchos aficionados para decir: ¡Por fin se ha terminado la trilogía!, algo que me parece no había pasado desde la saga de los vampirillos y los hombres lobo. Que vaya por delante que, para mí, este tipo de historias genéricas y con muy poco que ofrecer (aunque se venda de otra manera) es algo que considero muy habitual y normal en el cine. Historias repetidas y contadas miles de veces como estas se estrenan a cientos entre las salas y las cadenas de televisión. Es lo que tiene ser “historias genéricas”, que nos gusta lo que sabemos cómo va a acabar, lo que va a suceder, etc. No siempre, por supuesto. Pero probablemente tenga su origen en la seguridad que proporciona lo conocido y lo habitual, como muchas otras cosas en la vida.

Dicho esto, muchas de estas películas terminan marcando la diferencia en pequeños detalles de su realización que les proporcionan un cierto brillo o elemento destacado y las sacan de ese gran cajón de sastre de “lo típico”. Y aunque parezca mentira, esta trilogía lo tiene. Aunque es evidente y apreciable la diferencia entre la primera y estas dos últimas, comparten ciertos elementos de estilo que es de lo poco redimible. No, no es el “erotismo pornográfico”, que es sinceramente de jardín de infancia e incluso poco atrevido. Aún menos que en las novelas. Ni la química “polar” entre los protagonistas, tal vez el único elemento que podría haber hecho interesante a las películas y que termina siendo uno de sus mayores lastres. Lo único redimible es su cierta factura técnica, principalmente en lo referente a la fotografía, con un cierto toque moderno-clásico, que le proporciona un más que brillante lienzo en el que mostrarnos a unos personajes, más que olvidables y patéticos, y que sirve de único punto de interés. Algo que afortunadamente el más que veterano y buen artesano James Foley sabe aprovechar. Aunque no sirve para sacar a las películas de su mediocridad, salvo una estupenda Marcia Gay-Harden, que es la única que parece divertirse con el papel que le ha tocado en suerte.

Con mimbres tan débiles e insulsos, Foley intenta aprovechar en los dos últimos títulos uno de sus fuertes, como es el buen pulso y tensión que suele proporcionar a sus “thrillers” para recargar las tintas precisamente en ese elemento. Son los únicos momentos en que las películas parecen alcanzar un cierto nivel de interés genérico, que el siguiente “pegote erótico” de la trama se encarga de destrozar sin piedad. Y en ese terreno, Foley mantiene el elemento musical de la trilogía, con un Danny Elfman algo más inspirado que en los dos anteriores capítulos.

Sinceramente, los aficionados que se han dedicado a pegarle guantazos al trabajo de Elfman en estas películas no se han molestado en ir más allá de un breve repaso a su trabajo en las mismas. Antes de que salten los impacientes: no, no estoy diciendo que este trabajo sea una obra maestra. Pero ya va siendo tiempo de una maldita vez que empecemos a darnos cuenta de dos cosas. Primero, que entre la obra maestra y lo desastroso hay muchísimos tonos de color. Y ya va siendo hora de que dejemos de ver la vida en el blanco y negro de nuestra interacción social digital. Y segundo, también va siendo hora de que sepamos reconocer cuándo se hace un buen trabajo NORMAL y FUNCIONAL. Especialmente cuando un proyecto, como es esta trilogía, no es que sirva precisamente de alimento a la pasión y la imaginación, que en ocasiones parece que la gente solo sabe hacer las cosas de dos maneras: bien o mal.

Terminada mi arenga filosófica sobre el mundo actual en el que vivimos, Elfman consigue aquí su trabajo más interesante de los tres capítulos. No puede evitar su irregularidad, que era la mayor lacra de su trabajo en los anteriores y que aquí también encontramos. Pero sí que parece acertar mucho más con el foco de la música, su papel en la película y su resultado final.

La línea y estilo de la partitura sigue las bases trazadas en las anteriores. Por un lado, un sonido moderno y percusivo, apropiado para el tono de fondo industrial y actual que favorece la película. Y por otro, un tono más clásico que intenta proporcionar los elementos de pasión y romanticismo necesarios de la historia, especialmente porque los actores no lo consiguen en ningún momento. Ninguno de los dos es en absoluto original ni brillante. Pero sin embargo, refuerza muchos de los elementos que, en las películas, se convertirían en defectos mucho más evidentes si no fuera por ellos. E incluso le proporciona elementos más acertados que las múltiples canciones con las que tiene que pelear a lo largo de las tres películas para ayudar a su desarrollo.

En esta ocasión Elfman marca mucho mejor el cambio de tono de la trama que en las anteriores. Especialmente, mucho mejor que en la segunda parte, en la que el tono oscuro y atmosférico era tal vez excesivo. En esta ocasión la música cuenta con mucha mayor vitalidad y romanticismo en su desarrollo, que va tornándose dramático cuando los elementos más oscuros de la historia retornan a la trama. El cambio se aprecia especialmente a partir de “Trouble in Paradise”, donde la música comienza con un tono más triste y que va cargándose de cierto dramatismo y seriedad. Un tono que va ganando peso según avanza la partitura. E incluso permitiendo un cierto juego a Elfman, en el que los toques románticos parecen ahogarse, o dejar pequeñas marcas, en su pelea contra los tonos más oscuros.

En esos primeros minutos el compositor nos regala probablemente el mejor momento de las tres bandas sonoras con el brillante prólogo que es “Freed”, el tema principal de la banda sonora y que sirve de expresión de la relación entre los protagonistas. Con un toque elegante y delicado, piano y guitarra introducen este tema, con el refuerzo de las cuerdas, para ser interrumpido por una electrónica brillante y burbujeante, muy rítmica. La pieza continúa con un tono muy evocador y emocionante en el que la orquesta, especialmente con el solo de violín y el piano crean una melodía que va creciendo en intensidad hasta terminar de manera brillante.  Una pena que Elfman no haya utilizado este recurso, y de esta manera, más habitualmente a lo largo de la trilogía, ya que probablemente le hubiese proporcionado mucho más cuerpo y emoción a la relación de los protagonistas.

Pero la pieza sirve para presentar los elementos característicos de los personajes, a los que va a ir retornando cuando sea necesario para proporcionar ese necesario toque romántico de la relación, y probablemente con ello, lo mejores momentos de la banda sonora para los aficionados. Desde la bonita “Anna Wakes”, con el arpa y las cuerdas poco a poco evocando ese despertar y esas sensaciones; pasando por “Nightmares”, en la que Elfman rompe perfectamente ese tono por medio de la potente percusión y la electrónica, para que el piano vuelva a recuperar el control emocional de la pieza. Aunque no brillante, son pequeñas muestras de cómo Elfman sabe perfectamente manejar con su música las emociones para proporcionar toda la química de la que carecen los protagonistas. Desgraciadamente, este tono es el menos presente en la banda sonora, con sólo “The Envelope” recuperando emociones en su parte final, aunque más cargado de drama de lo que inicialmente habíamos escuchado.

Afortunadamente, Elfman aprovecha la conclusión para dar un carpetazo y cerrar de forma adecuada la historia con “Rescue”, una pieza conclusiva de más de seis minutos de duración en la que el compositor aprovecha para dar rienda suelta a los elementos más de thriller y acción. La percusión y la electrónica dominan la pieza inicialmente, cargándola de peso y fuerza. La orquesta y el piano parecen hacer puntuales apariciones que no terminan de brillar y aparecer en la pieza, ahogadas por el tono oscuro y de tensión que se desarrolla. Pero poco a poco la orquesta va ganando mucha presencia y cuerpo, hasta que finalmente el piano vuelve a hacer aparición, con el solo violín haciendo desaparecer completamente a la electrónica. Entre ambos retornan al tema inicial, pero con ese tono evocador y más dramático que es el principal a lo largo de toda la parte final de la banda sonora. Una conclusión adecuada y definitiva. Aunque el remate en la película se lo terminen dando las canciones.

El otro elemento destacado son los elementos más modernos y electrónicos. Un elemento que nunca es de los que me han parecido más interesantes por cómo los utiliza Elfman, y en muchas ocasiones con un tono demasiado atmosférico y no demasiado brillante. En esta ocasión, en la parte inicial sí que le dan bastante vitalidad y ritmo a la partitura. Especialmente cuando comparten espacio junto a la orquesta que sirve de refuerzo a la misma. Montajes como “Makeover” o “Blueprints” le dan un tono moderno y muy rítmico. Muy activo. En ocasiones incluso más agresivo como “Hiking” o la rockera “Car Fun”, que le proporcionan cierta personalidad y ritmo.

Pero cuando comienza a ganar peso el elemento de thriller y suspense de la historia, la electrónica se torna más atmosférica y pierde muchos puntos en cuanto a originalidad y desarrollo. Desde “That’s Not Hyde” tanto el piano como la orquesta van perdiendo presencia. Entiendo que es la idea de Elfman, intentando marcar la preocupación y tensión que estos elementos van a proporcionar a la historia. Con piezas como “Jack the Knife”, “Bail” o “Seeing Red” la tensión es realmente palpable. Y notas a piano van salpicando en ocasiones las mismas, como si quisiera mostrar musicalmente esa lucha de los protagonistas. Lo malo, es que no dicen demasiado y ni siquiera aportan mucho más que ese punto de acción y suspense. Ni siquiera la mayor intensidad de “Ransom” o el inicio de “Rescue” nos crean sensación de expectativa o acción.

A pesar de esto y de la debilidad de la banda sonora en cuanto a lo que se refiere a los aspectos «thriller» de la trama. sí que es verdad que, sin ser un trabajo destacado dentro de la filmografía de Elfman, en esta ocasión el foco parece más acertado y repartido que en los anteriores capítulos. En especial cuando se deja llevar por el elemento central de la relación entre los protagonistas, hasta el punto de que es capaz de generar mucha más emoción y romanticismo con su música que los actores. Bien es verdad que el listón se lo han puesto muy bajo. Pero Elfman demuestra que va sobrado en lo que se refiere a capturar emociones. Aunque también es verdad que hace que me recuerde lo maravilloso que son sus trabajos para otros proyectos como “Big Fish”, “Tulip Fever”, “Family Man” o “Sommersby”, un genero que no ha trabajado en demasía pero para el que demuestra tener buena mano.

Estamos ante una banda sonora que, evidentemente, es más alimenticia que interesante, incluyendo el trabajo del compositor, que incluso consiguiendo el resultado más interesante de los tres, no termina por ofrecer toda la clase de la que es capaz, aunque sí  demuestra (de sobra) tener mucha más de la que se le está reconociendo por ello.