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  El hombre que vio llorar a Frankenstein

(The Man Who Saw Frankenstein Cry)
Enrique García
     
     
Año:   2010
Edición:   Promo
Nº Tracks:   7
Duración:   27:17
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Jordi Montaner

 
1. Apertura (1:27)
2. Sumario (4:02)
3. Alma de campeón (2:50)
4. Interludio (3:42)
5. Elvira (2:00)
6. La firma del maestro (3:49)
7. Créditos (3:09)
8. Viaje al Lejano Oriente (4:18)
 
 

 
Elegía para un hombre lobo
 

altLos lobos sí lloran, y todos los monstruos del cine atesoran ternura en sus secretas vidas. Su melancolía se destila entre rancios disfraces de criaturas feroces, diabólicas, enfermas de ira. Frankenstein, como Drácula, la momia o el hombre lobo, se deben a mitos románticos trasnochados que hoy ningún temor inspiran a nuestros vástagos. Todo pasó… Y en el ocaso de aquella parada de monstruos avanza con paso firme una sombra conocida, la de un levantador de pesas español, Jacinto Molina (1934-2009), que abandonó su faceta olímpica por amor al cine y se rebautizó como Paul Naschy.

El guionista y director Ángel Agudo dedica un emotivo documental al recuerdo de Paul Naschy, partiendo de una película de serie B que marcó la vida de nuestro hombre lobo: Frankenstein Meets the Wolfman (1943). La cinta, dirigida por Roy William Neill y escrita por Curt Siodmak, narra las peripecias de un hombre lobo asesino (Lon Chaney), para cuyo exterminio se requiere la competencia de toda una criatura experta en tránsitos: el monstruo del Dr. Frankenstein (Bela Lugosi). Frankenstein acaba con el hombre lobo, sí; pero no sin emocionar en su adiós a la vida: “No está loco, no está enfermo, tan sólo desea morir…”

altEnrique García pone títulos a algunas de sus composiciones para este documental que ya resultan, de por sí, elocuentes: “Alma de campeón”, “La firma del maestro” o “Viaje al lejano Oriente”. El músico madrileño, compositor y orquestador, plantea una base de piano con aires musicales medievales (flautas) para ilustrar lo que denomina “una melancolía positiva”. Se conoce que la música, como el documental, no han sido planteados para una lágrima fácil sino, más bien, para lo que el poeta William Wordsworth denominaba “pensamientos demasiado profundos para las lágrimas”.

Subyace en el subtexto una lección de ingenio, de apostura, de originalidad. Los genios creen ciegamente en lo que hacen, y esa ceguera brilla en sus ojos y en su trabajo. Paul Naschy, como atestiguan en este documental voces tan acreditadas como las de Joe Dante o John Landis, fue un genio del cine de terror. No se trataba sólo de un rostro de prieta mandíbula y mirada azabache, sino de un estilo, de un arte, de un conocimiento profundo del corazón de las bestias, capaz de desgarrar con aullidos inhumanos de una fuerza sobrenatural, y enternecer a la vez con emociones salvajes, inocentes, casi infantiles.

altNo puedo calificar sino de brillante el trabajo de Enrique García para este documental. Su música tiene el perfume melocinematográfico de las grandes bandas sonoras, una empatía con lo universal de las emociones, una sobriedad de planteamiento cada vez más difícil de hallar en la voz de los celuloides. ¡Saludos, maestro!   

Recuerdo que alguien escribió: “La música es la interrogación del espíritu humano al silencio de los dioses”… La partitura de García es la interrogación al silencio del hombre lobo.

Más en: www.enriquegarciamusic.com

www.themanwhosawfrankensteincry.com