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The Death of Stalin

(La muerte de Stalin)
Christopher Willis
     
Año:   2017
Sello:   MVKA
Edición:   Normal
Nº Tracks:   16
Duración:   29:11
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Fernando Fernández

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1. Moscow, 1953 (2:32)
2. Beria’s Plan (1:39)
3. First on the Scene (0:45)
4. We Cry for You (2:03)
5. Special Delivery (0:31)
6. Removal Men (1:55)
7. Pall-Bearers (1:49)
8. Back from the Gulags (1:21)
9. Politburo (1:16)
10. Let the People Come (2:32)
11. He Looks so Small (0:44)
12. Setting the Trap (1:47)
13. Staging a Coup (2:32)
14. Flowers (0:43)
15. A Comedy of Terrors (End Titles) (2:13)
16. End Credits (4:59)

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«Moscow, 1953»

 

«A Comedy of Terrors (End Titles)»

 

«End Credits»

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Todo. El sonido, los temas, la interpretación de la orquesta, la variedad de la música, su intensidad. Realmente un gran trabajo.

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Su breve duración, que casi no llega a los 30 minutos. Sin embargo, en pocas ocasiones nos vamos a encontrar una banda sonora breve que sea capaz de satisfacernos tanto como esta.

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Hay muchos. Y probablemente lo más llamativo y diferente podría parecer a priori lo que primero señalaríamos. Pero realmente me encanta ese final. Desde el tono ligero, desvelando musicalmente la comedia tras la historia de “A Comedy of Terrors”, al estupendo resumen de sus “End Credits”.

El drama y la pompa soviéticos le dan su máximo esplendor a la comedia

La comedia satírica. Uno de esos grandes olvidados en el mundo del cine actual si no fuera por ese gran tópico que es el humor negro inglés. Ya no es que prácticamente la farsa satírica y loca sea prácticamente desconocida en la actualidad, al menos desde la desaparición de esa maravilla llamada Monthy Python, es que incluso la comedia negra es un género inexistente, o al menos en vías de extinción, en estos tiempos. Un mundo donde la comedia parece refugiarse en el sarcasmo insultante o en supuestas gracias escatológicas. Pero a pesar del Brexit, tenemos que dar gracias a la existencia de los británicos, que parecen ser los únicos que renuncian a olvidarse de una de sus más reconocibles muestras de clase y personalidad, tan propias como la cerveza, el té, los paraguas y los “bobbies”.

En ese terreno, afortunadamente, y cada cierto tiempo, llega a nuestras pantallas algún ejemplo de que ese estilo y géneros siguen vivos. Es algo que los que nos dejamos llevar por el sarcasmo y el humor negro o con “mala leche” no podemos por menos que celebrar. Principalmente porque ese estilo suele venir acompañado, especialmente en el cine británico, de muchos elementos que son marca de la casa para ellos: un estupendo reparto, estupendas actuaciones, inteligente guión y diálogos, y una maravillosa factura técnica. Todos son elementos que podemos encontrar en esta pequeña joya que es The Death of Stalin. La película es la nueva pequeña joya que nos trae todo un veterano de este género que es el escocés Armando Ianucci, responsable hace unos años de otra maravilla del género de la sátira política como fue In The Loop, aparte de responsable de dos autenticas joyas televisivas del mismo genero como son The Thick of It y Veep. Con lo cual, es evidente que estamos tratando con todo un experto en el área, por lo que esta sátira, que nos retrata las manipulaciones y tejemanejes políticos en las sombras de la Rusia de los años 50 para poder ocupar el gran agujero de poder que fue la alargada sombra de Stalin, sólo puede calificarse de genial y entretenidisima.

Basada en una novela gráfica realizada por los autores franceses Fabien Nury y Thierry Robin, y con un reparto lleno de esos maravillosos secundarios protagonistas, la película se encuentra cargada de ese tono de comedia seria y dramática que tan bien sabe desarrollar el cine británico. Y entre los elementos destacados se encuentra la maravillosa partitura de Christopher Willis, compositor británico que firma (que yo sepa) su primer trabajo completo y original para el cine. Aunque para los que nos encontramos en esa fase de la vida en que nuestro hijos son aún pequeños y más interesados en los dibujos animados, nos suena su estupendo trabajo en dos series que (al menos mis hijos) se disfrutan bastante como son La guardia del león (una especie de secuela a El rey león) y las nuevas aventuras (bastante locas y surrealistas) de los cortos de Mickey Mouse. Aunque ha tenido sus experiencias cinematográficas previas de la mano de Rupert Gregson-Williams en varias de sus comedias con Adam Sandler, y es el colaborador habitual del director en la serie Veep. Así que de credenciales y experiencia va más que sobrado y explican en parte el maravilloso resultado que ofrece en esta película.

Su banda sonora es uno de los mejores trabajos publicados el pasado 2017. Y desgraciadamente ha pasado más que desapercibido para muchos aficionados. A ver si, con un poco de suerte, el reciente estreno de la película en nuestro país permite que los amantes de la música de carácter más clásico, orquestal y temática tengan un nuevo nombre que apuntar a su lista, y descubrir esta pequeña joya que les va a hacer disfrutar tremendamente. La banda sonora se encuentra cargada de una potente y vigorosa partitura que hace deliberada referencia, en tono y sonido, a la música de los grandes compositores soviéticos de la época. O sea que si existen amantes de las composiciones de Prokofiev, Shostakovich y similares, aquí van a encontrar un terreno maravilloso para disfrutar. Es más, el sonido, el volumen y fuerza orquestal y la destacada presencia de las secciones de viento y metal en casi todas las piezas de la banda sonora es todo un verdadero recordatorio de dicho estilo musical.

A pesar de tratarse de una comedia, la música juega claramente con la máxima de ceñirse a un sonido realmente dramático y serio, para servir aún más de refuerzo a la comedia que se desarrolla a lo largo de la misma. Para ello es fácil apreciar cómo Willis nos trae una música potente, vigorosa y con un sonido que mezcla maravillosamente un tono militar con una sobrecarga de pompa y esplendor maravillosos.  Desde la pieza inicial, “Moscow, 1953”, una gran orquesta y su sección de cuerdas introduce, un tono elegíaco y dramático a una melodía que, poco a poco vamos a ir reconociendo como el tema principal de la banda sonora y que va a ir apareciendo a todo lo largo de la misma. Poco a poco la música se va cargando de una especie de urgencia que va transformando el tema en una pieza llena de misterio y acción. A lo largo de la misma, con la interpretación de los metales y la percusión, el tema principal parece llevarnos en ese viaje a la Rusia de mitad del siglo pasado y a todo lo que tenía detrás políticamente: intrigas, poder y una cierta sensación de cambio de época.

Este es el tono con el que juega Willis a lo largo de la breve banda sonora. En ocasiones guardando un cierto tono más discreto, con lo que refuerza la sensación de misterio y suspense, que refuerza la intriga y manejos de los protagonistas en sus intentos de hacerse con el poder. En ocasiones con un tono más dramático y oscuro como “Beria’s Plan” o “Politburo”. Y en otras con mayor carga de suspense y misterio como “First On the Scene” o el inicio de “Let the People Come”. Pero en todas ellas mantiene una sensación de intensidad y fuerza, que casi parecen autenticas piezas de introducción a escenas de acción. Principalmente por la manera en que el compositor le proporciona una continua sensación propulsiva y potente a la música. Incluso en sus momentos más comedidos. Pero con esta estalla, el resultado es simplemente espectacular. Especialmente por como incorpora ese tono procesional y de pompa de manera realmente brillante. Ahí nos encontramos con momentos como “We Cry For You”, donde repentinos golpes de acción e intensidad rompen el misterio, o  “Removal Men” con ese tempo más rápido y potente en su desarrollo. Todos ellos con brillantes variaciones y presencia de ese tema principal que mencionaba anteriormente.

Willis también aprovecha para poder introducir algún momento emocional. Principalmente centrado en la reacción de la gente normal ante el fallecimiento de su líder. Como buscando ese punto más humano, alejado de las artimañas políticas y de control del poder del gobierno. De ahí que momentos como “Pall-bearers”, “Flowers” y “He Looks So Small” le proporcionan una melancolía y cercanía muy bienvenida, y un estupendo cambio de tono a la partitura. Aunque sea de manera breve y puntual. No es la única variación destacada que presenta la banda sonora. Los más llamativos son los dos toques con más tono de farsa que se incluyen en la misma. “Back from the Gulags” trae una especie de duelo improvisado de dos pianos que no estaría fuera de lugar en una comedia de cine mudo. Pero no lo hace manera exagerada, y la posterior incorporación de la orquesta, hace que esta se contagie de ese mismo tono. Incluso presentando el tema principal bajo esta guisa, y cargado de brillo y diversión. Algo que ya habíamos apreciado anteriormente con “Special Delivery”, aunque en esta ocasión con el piano y la orquesta aportando un tono más melódico y con un cierto aire de danza clásica en su interpretación.

Pero el tono principal es el dramático y potente, con tintes de música de acción que es el más habitual de la partitura. El mismo es realmente brillante en los momentos finales de la partitura. Primeramente con la grandilocuencia que llena una pieza como “Setting the Trap”. Cargada de un tono de acción y suspense, que también aporta un cierto aire de humor en su desarrollo. Todo lo cual da paso a una de las piezas principales de la banda sonora que es “Staging a Coup” en el que el tema principal recibe uno de los repasos más brillantes. Cargado de ese tono de honor y gloria, sobre el que se va sobrecargando de percusión y metales. Una pieza con mucho suspense y que termina de proporciona un estallido de potencia final. Pero curiosamente la pieza conclusiva que da entrada a los créditos finales, se despoja de toda esa gravedad y misterio, para ofrecernos la pieza más ligera y con mayor tono de comedia que hayamos escuchado en toda la banda sonora. “A Comedy of Terrors (End Titles)” es una pieza final que parece querer decirnos directamente que todo lo que hemos estado escuchando y viendo ha sido eso, una comedia que debe tomarse con ese tono más ligero y divertido. La cuestión es que le proporciona un brillante cambio de tono y estilo para concluir la película. No así la banda sonora, que aún se guarda otro brillante elemento en la recámara. Sus “End Credits” aprovechan para hacer un repaso completo al tono y estilos que se han desarrollado a lo largo de la banda sonora, exceptuando los más cómicos o diferentes. La música pasa ahora por el brillante tema principal, los momentos de suspense y acción, así como también los emocionales, en una preciosa suite final que redondea una maravillosa banda sonora.

No se me ocurre mucho más que decir. Os recomiendo a todos los que suspiráis por ese sonido clásico, de gran orquesta, en una banda sonora que os hagáis con la misma. No sólo no os arrepentiréis, sino que os vais a encontrar definitivamente con una de las mejores bandas sonoras del pasado año. Sin un solo minuto de desperdicio, y con cargada de fuerza e intensidad. Este sí que es un autentico diamante en bruto que deberíais descubrir si no lo habéis hecho ya.