Imagen

ImagenImagenImagenImagenImagen

Goodbye, Christopher Robin

Carter Burwell
     
Año:   2017
Sello:   Sony Classical
Edición:   Normal
Nº Tracks:   26
Duración:   60:53
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Asier G. Senarriaga

Imagen

1. Tree of Memory (4:02) *
2. Birth (1:24)
3. First Night (2:09) *
4. Cotchford Farm (1:55)
5. The Object Of My Affection (78 rpm Version) (3:22)
6. Toys and Stars (1:24) *
7. Into the Forest (3:00)
8. Bear Hunt (1:59)
9. Goes to Town in a Golden Gown (1:06)
10. To the Zoo (1:56)
11. Balloons (0:50)
12. Snowfall, Snowrise (2:25)
13. A Man and His Dream (3:24)
14. Drawing Pooh (2:33)
15. I’m Billy Moon, and I’ll Be Back Soon (1:58) *
16. When We Were Young (0:47) *
17. The People a Person Loves (1:39) *
18. Fame (3:37)
19. Tea with Christopher Robin (3:24)
20. Keep Your Memories (3:27) *
21. Down the Stairs, Nobody Cares (0:54)
22. Not Another Word (1:31)
23. Private Milne (1:19)
24. Billy Leaves (5:35) *
25. Well, if It Isn’t Billy Moon (3:14) *
26. Home, I Should Think (2:13) *

Imagen

Tem a de Christopher Robin en «Tree of Memory»

 

Tema de la felicidad en «Tree of Memory»

 

Tema de la alegría de vivir en «When We Were Young»

 

Tema de Billy Moon en «Keep Your Memories»

 

«Home, I Should Think»

Imagen
La emotividad, la profusión de melodías, la belleza y el lirismo de la composición, así como la perfecta estructura dramática y narrativa de la construcción. Un Carter Burwell es estado de gracia, en un año 2017 inolvidable para el músico. Un final en el que no emocionarse, no notar como las lágrimas surcan nuestras mejillas, es ardua tarea, y la grandeza de la música que lo acompaña, “Tree of Memory”, “Keep Your Memories”, “When We Were Young” y el maravilloso “Home, I Should Think”.

Imagen
Que llega un momento en que se acaba.

Imagen
“Home I Should Think”, cuando una partitura te llega al alma y sabes que ya nunca la vas a olvidar. Esto ya no es música, es pura magia. Sólo recordar esas sublimes notas es garantía de carne de gallina. Inolvidable, eterno Carter Burwell.

BSOSpirit opina

ImagenImagenImagenImagen

Nota media: 8,30

Ángel Aylagas (8), Josep Manel Blanch (9), Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (8), Óscar Giménez (8), Juan Ramón Hernández (8), David Martínez (8), Antonio Miranda (9), Jordi Montaner (7), David Sáiz (9)

 

La creatividad reside en la magia que te hace sentir la vida

“Érase una vez…, hubo una gran guerra que trajo tantísima tristeza a tantísima gente que difícilmente alguien podía recordar lo que la felicidad significaba. Pero algo acaeció que lo cambió todo. Nos ayudó a creer en las cosas buenas, las cosas divertidas y un mundo lleno de imaginación.

Y entonces, como un grifo al abrirse, la felicidad empezó a manar de nuevo…”

Cuando encuentras uno de esos films apenas conocidos, publicitados o ni siquiera estrenados en la gran pantalla en España y del que nadie está hablando, cuando sinceramente a ti te ha llegado al alma y te parece una joya tal que merece que alces la voz y la des a conocer, cuando encuentras en ella interpretaciones tan extraordinarias como la de un estoico y a la vez sensible e impresionante Domhnall Gleeson, un portentoso Will Tilston como el personaje del título o la mejor del reparto, una majestuosa Kelly McDonald que te partirá el alma y hará que no la olvides jamás; una fotografía de Ben Smithard tan arrebatadoramente bella que te quitará el aliento, una dirección de actores, Simon Curtis at the top of his game  tan pulcra y sobresaliente que maravilla por su sencilla grandeza y aliento emocional, y por último, pero no menos importante, uno de los scores más maravillosos que quien esto suscribe recuerda en mucho tiempo, de un Carter Burwell que no hay calificativos para definirlo, pura suntuosidad melódica de fascinantes desarrollos y variaciones, emocionantes orquestaciones llenas de matices y pura magia, y motivos que se nos pegarán y no olvidaremos ya, jamás.

Nos encontramos, sin dudarlo siquiera, con un clásico instantáneo sin parangón y una fábula necesaria e inmaculadamente fastuosa sobre la fascinación por el proceso creativo, sobre el impacto que una persona puede tener sobre el mundo entero, sobre el amor familiar, sobre el amor y la amistad en mayúsculas, y en especial, sobre aquello que en la mayor de las tragedias personales puede darnos la felicidad y que esta sea compartida con el mundo.

Este film se titula Goodbye, Christopher Robin, y si ha habido un film necesario este pasado año, cuéntenlo en todas sus listas, vayan rápidamente a buscarlo, visiónenlo y corran la voz. Aquellos a quienes se lo den a conocer se lo van a agradecer.

Christopher Robin: ¿Estás escribiendo un libro?, yo creía que nos estábamos divirtiendo.
Alan Milne: Estamos escribiendo un libro y nos estamos divirtiendo.

Carter Burwell toma la decisión correcta, y no era fácil tarea, compone para las emociones, compone para los sentimientos, crea para el mundo interior de los personajes, y de esa manera, nos hace comprenderlos, provoca que entendamos sus reacciones y evoluciones como si fuéramos nosotros mismos, y consigue el más difícil todavía, que la emoción que va calando en el oyente y en todos y cada uno de los espectadores sea genuina, pura, verdadera y muy muy muy sentida. La música, como decía Steven Spielberg, acerca de la grandeza eterna de John Williams, hablando de E.T., hace que la lágrima que las imágenes han ido formando, finalmente se derrame al entrar la música, acompañada por muchas otras al tiempo. De eso sólo son capaces los muy grandes, y Carter Burwell lo es, indudablemente.

“Blue, la vida está llena de cosas horribles. Cada uno debemos encontrar aquello que nos haga felices y aferrarnos a ello con todas nuestras fuerzas”.

El mundo de Alan y Daphne Milne, de Christopher Robin y su verdadero ser Billy Moon, de la maravillosa Olive, de los cuentos de Winnie the Pooh, Tigger y los demás personajes, y cómo estos fueron creados, son definidos por Burwell temáticamente, con portentosa precisión y vibración emotiva. Desde la presentación, en “Tree of Memory”, donde el compositor nos recopila los motivos centrales con desaforada pasión (atentos a partir del 00:44 al tema de la felicidad, a partir del 01:19 a la primera presentación del tema de Christopher Robin, al tema de la tragedia, y apuntes del posteriormente desarrollado tema de la familia). Para que me entiendan, si Georges Delerue siguiera con nosotros hubiera firmado orgulloso un temazo así, con una gran sonrisa de satisfacción.

“Tiene que permitírsele crecer, él tiene que saber lo importante que es”.

Tras la inquietud musical de “Birth”, Burwell nos presenta el completo desarrollo del tema de la familia en “First Night”, con pimpante preciosismo, un piano delicioso, cuerdas líricas y una maravilloso clarinete finalizando en el chelo.

En “Toys and Stars” nos muestra la definición melódica del tema de la creatividad, bellísima orquestación para arpa y clarinete. Atentos a partir del segundo 22 a la exposición pastoral del motivo y el cuidado y mimo con que todos los elementos de la orquesta contribuyen a ponerte la piel de gallina con aparente sencillez.

 

¿Sabes lo que es escribir un libro en contra de la Guerra?, es como escribir un libro en contra de los miércoles. Los miércoles son un hecho de la existencia.

Incluso para los instantes de exposición y diálogo entre los personajes, Burwell encuentra el punto exacto para apoyar estos sin resultar intruso, matizando la declamación de los actores con honestidad y humildad, sin querer destacar, sino sirviendo a la narración y a la historia, “Cotchford Farm”, “Into The Forest”, “Bear Hunt” (con su percusión atávica incluida), haciendo que los motivos de Christopher, la familia, la felicidad y la creatividad vayan combinándose y calando, poco a poco, como el agua va calando la poderosa roca y erosionándola. Así es cómo la emoción va surgiendo en el oyente, inadvertida, pero sentida. Atentos al comienzo de “Snowfall, Snowrise” y la combinación arpa, flauta y cuerdas, provocándonos las primeras lágrimas, y no serán las últimas.

Alan Milne: ¿Cuál te gustaría?
Christopher Robin: Este
[ellos cogen los palos de madera desde el borde del puente]
Alan Milne: Misma altura por favor.
Christopher Robin: ¡Adelante!
[y ambos lanzan la madera desde el puente al mismo tiempo]

Es entonces cuando obtenemos la más extasiante representación musical de la alegría de vivir y los buenos tiempos en la vida, en el contagiosamente vibrante “When We Were Young”, una pincelada de felicidad, antes de que la tragedia golpee, y las separaciones dolorosas ocurran; “The People a Person Loves”, el hacer felices a los demás a veces supone la infelicidad propia; “Fame”, mega retentiva melodía muy en la línea de Rachel Portman en modo rag jazzístico; “Tea with Christopher Robin” o la dureza de la imposibilidad del anonimato, hasta llegar a uno de los temazos del score: el majestuosamente bello “Keep Your Memories”. Atentos a partir del minuto y conozcan el tema de Billy Moon, el alter ego de Christopher, y quien él realmente es, y cómo conoce el amor, el cariño verdadero que su madre siempre le había negado, de la persona a quien siempre había dado por sentada, su nanny, y a quien sólo al final entiende, es su verdadera madre. Dejen que las lágrimas broten, dejen que la música les haga apreciar la magia y únanse a ese vínculo eterno, como Carter Burwell tan extraordinariamente nos hace sentirnos. Uno de los mejores temas de los últimos años, y de largo.

Las decisiones de los padres repercuten en los hijos. El acuciante “Down the Stairs, Nobody Cares” nos lo muestra con precisión y concisión, el tema de Christopher Robin, mezclado con el de Billy Moon indisolublemente nos conduce a través de “Not Another Word” y “Private Milne” a la decisión definitiva del personaje central y a un ciclo que repetirá la historia de su propio padre para dolor de este, que dejará a su hijo tomar sus propias decisiones, por primera vez en su vida.

Con “Billy Leaves”, atentos a partir del 02:50 y escuchad cómo la música nos muestra la tragedia de la guerra y sus consecuencias, y las emotivas y suntuosas, alegres y joviales melodías de Carter Burwell ahora nos desgarran de dolor y empatía por los personajes.

Hasta llegar a una de esas escenas que otro gigante como John Ford hubiera filmado con gran agrado, “Well, If It Isn’t Billy Moon”, donde un reencuentro nos desarma definitivamente y un abrazo hace que los lacrimales se desborden, mientras Billy Moon obtiene su versión musical definitiva y el tema de la familia su despedida definitiva e inolvidable ya unido para siempre al tema de la felicidad.

 

Alan Milne: ¡Adelante entonces!

Christopher Robin: ¿A Dónde?

Alan Milne: A casa, debería pensar…

Y Mr. Burwell se despide junto al film de todos nosotros, “Home I Should Think”, con uno de las más extraordinarias conclusiones de toda su carrera, en el lírico, hermoso y magnificente epílogo del film, en un viaje en el tiempo a los recuerdos, a la nostalgia, a la magia, a la creatividad, a la familia, al amor en el que todos se verán reunidos en el fondo del corazón de Billy Moon, y diremos hasta siempre a Christopher Robin, mientras la composición estalla y la presentación más majestuosa del motivo central nos despide entre lágrimas, y muy probablemente el llanto de sentirnos uno ya con esa historia.

Y con esos personajes, mientras una roca centenaria nos sirve de asiento junto a nuestros seres queridos y nos reunimos con ellos en el ocaso, esbozando una sonrisa mientras regresamos

“A casa, debería pensar…”

 “Se feliz, Billy Moon.
Nunca dejes de creer.
Conserva tus recuerdos y yo conservaré los míos
 Y de ese modo
Siempre estaremos juntos.

PARA SIEMPRE”