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Breathe

(Una razón para vivir)
Nitin Sawhney
     
Año:   2017
Sello:   Varèse Sarabende
Edición:   Normal
Nº Tracks:   29
Duración:   40:54
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Fernando Fernández

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1. Robin’s Drive (1:10)
2. Cricket Match (1:14)
3. Country Drive And Ballroom (1:23)
4. Travelling To Kenya (1:42)
5. Getting Ill (1:29)
6. Meeting Baby Jonathan (0:53)
7. Doesn’t Want To See The Baby (1:52)
8. Dreaming He Is Fine (0:49)
9. Buying The House (1:44)
10. Moving The Bed (1:07)
11. Hospital Escape (1:20)
12. Arrival Home (1:31)
13. Connecting With Jonathan (1:41)
14. Cleaning Ladies Outside (1:29)
15. The Last Dream (1:27)
16. Garden Party (1:51)
17. Travelling To Spain (2:08)
18. Picnic By The Road (0:57)
19. Funding The Chairs (0:33)
20. Wheelchair Parade (1:50)
21. Arriving At The German Hospital (0:58)
22. Leaving The German Hospital (0:27)
23. German Convention Speech (1:53)
24. After First Bleed (1:05)
25. Goodbye-Ee (0:57)
26. My Love My Life (1:54)
27. Telling The Doctor It’s Time (2:52)
28. Flashback Montage (1:42)
29. Credits (1:42)

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«Robin’s Drive»

 

«Meeting Baby Jonathan»

 

«Connecting With Jonathan»

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El tono positivo, alegre, brillante y hasta juguetón en diversos momentos de la banda sonora. Es imposible no contagiarse de ese tono emocionante tan vital.

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La variedad de sus desarrollos, especialmente en los momentos centrales, con partes más cercanas al jazz. A menos que se tenga un gusto por este estilo de música, es posible que no se termine de disfrutar del todo e incluso que no nos llame la atención, especialmente frente a la brillante emoción del resto de la partitura.

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Si me tuviera que decidir, la parte más personal e intimista me encanta, cuando el solo violín y solo piano entran en juego. En ese sentido, es difícil no sentirse conmovido con la pieza que describe el encuentro entre el padre enfermo y su hijo recién nacido, que termina por darle las ganas de seguir luchando y viviendo en “Meeting Baby Jonathan” y “Connecting with Jonathan”.

BSOSpirit opina

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Nota media: 7,71

Ángel Aylagas (7), Josep Manel Blanch (8), Fernando Fernández (8), Asier G. Senarriaga (8), Óscar Giménez (7), Jordi Montaner (8), David Sáiz (8)

 

¿Por qué cebarse en la tristeza cuando compones un drama?

Es evidente que una de las cuestiones que es excesivamente manipuladora, o exagerada, en los dramas suele ser el exceso de tristeza emocional y de pérdida. En este caso entiendo (aunque no comparto) los que acusan de manipuladora a la música para el audiovisual en cierta medida. Especialmente porque es algo que no suelo entender con el tipo de películas como Breathe. Normalmente este tipo de dramas biográficos, basados en hechos reales,  buscan mostrar la superación de sucesos difíciles, algo que normalmente ya suele ser bastante desgraciado de por sí, como para encima machacar emocionalmente con la música. Y además, porque normalmente la moraleja de estas historias suele ser precisamente la capacidad de superación y de luchar contra lo que sería lo esperado. Afortunadamente, nos encontramos con excepciones a esta regla, como en esta ocasión, y musicalmente (también en este caso) suelen ofrecernos partituras bastante más interesantes que las excesivamente melodrámaticas.

Breathe es una de estas películas basadas en personajes reales, que aprovecha para coger esa historia de superación real y mostrárnosla. En este caso una historia que deja cierto tono y regusto similares a lo que nos ofrecía The Theory of Everything. La película narra la historia del matrimonio que, tras la grave enfermedad y deterioro de su marido causado por la polio, y con tan sólo tres meses de probabilidad de vida, según los médicos, consiguió vivir más de 36 años gracias a la creación de diversa aparatología que permitió ayudarle a él y a enfermos de todo el mundo a sobrellevar dicha enfermedad. Además, la película tiene otro aliciente importante: es el estreno como de director de Gollum, King Kong, Cesar y Snoke… o lo que es lo mismo: Andy Serkis. Un proyecto realmente especial, ya que Serkis es amigo personal del hijo de la familia, uno de los elementos claves del desarrollo de la trama y que hizo que se tomase el proyecto como algo más que personal.

Es precisamente ese tono personal, con la implicación del propio hijo del protagonista, lo que hizo que Serkis decidiese que la película, aparte de mostrar y narrar su historia, fuese casi más un homenaje a la persona de sus padres y lo que consiguieron, lo cual alejaba, en cierta manera, la posibilidad de realizar un duro drama familiar. Y es precisamente ese tono el que contagió al compositor Nitin Sawhney como inspiración para su banda sonora. El resultado es una partitura deliciosa, brillante y muy variada. Pero sobre todo, vital.

Sin entrar en desarrollos temáticos excesivamente complejos más allá de un tema principal que aparece desde el primer segundo de la misma en “Robin’s Drive” y que sirve de base al desarrollo de toda la partitura, Sawhney parece desarrollarla en tres niveles claros: el aspecto íntimo, la relación personal trabajo/vida entre los protagonistas y su actitud ante la vida. Diferentes niveles que, dependiendo del momento del desarrollo de la historia, van entrando en juego.

El aspecto íntimo de la historia parece buscar reflejar la parte de la historia de amor entre los dos protagonistas, un elemento que es, evidentemente el motor y corazón del desarrollo de la historia, ya que ese amor es lo que causa que su mujer no decida rendirse y dejarle morir. Especialmente tras conocer que van a ser padres. En ese sentido la orquesta, con piano y cuerdas dibujan piezas románticas y delicadas, pero cargadas de una maravillosa vitalidad. Muy positivas y realmente emocionantes como son “Cricket Match”, “Arrival Home” (brillante y discreto uso de la orquestación para proporcionar un tono irlandés muy cuidado) o “Dreaming He is Fine”. Sawhney no escatima cuidado y delicadeza a la hora de hacernos sentir  los momentos más brillantes y delicados de lo que conlleva la relación amorosa, especialmente en la relación con su hijo con las maravillosas “Meeting Baby Jonathan” “Connecting with Jonathan”.

Pero esa parte íntima también conlleva una actitud y vitalidad ante la vida realmente contagiosa. En vez de centrarnos en el drama, el compositor proporciona a la partitura un tono realmente animado e incluso divertido en muchos momentos. Lo hace además de dos maneras. Por un lado, recurriendo a música de carácter más diegético y temporal, un tono big-band y jazz, divertido y muy rítmico que sirve de reflejo y contrapunto al drama de la situación. Así, nos encontramos con piezas tan divertidas como “Moving the Bed”, “Picnic by the Road” o “Hospital Escape”, pasando por el vals de “Cleaning Ladies Outside” o el saxo de “Garden Party” o el genial “Travelling to Spain” (maravilloso como poder convertir el jazz en una música de corte latino e hispano en breves toques). Es una música que le proporciona una amplísima variedad en el tono y sonido a la banda sonora, muy alejada de los momentos más emocionales, pero realmente vibrante y diferente, proporcionándole ese carácter más vital y divertido, incluso jugando con el tema principal en momentos como “Wheelchair Parade”.

Y el último elemento es la forma en que la música parece describir la actitud del protagonista, adaptándose a las variaciones vitales que se van viendo reflejadas en la historia. En ellos Sawhney no tiene problemas en jugar con esos tonos alegres y vitales, momentos incluso de cierta tensión como “Arriving at the German Hospital”, “Leaving the German Hospital” y “German Convention Speech”. Música que cubre uno de los momentos claves del trabajo de la pareja y de su reconocimiento a nivel mundial, en el que realmente terminan por apreciar la seriedad de la enfermedad con la que están lidiando y el bien que puede proporcionar su trabajo.

De todas maneras, estos niveles que describo no conllevan una separación tan radical, sino que en varias ocasiones comparten espacio musical, lo que proporciona un punto de desarrollo y variedad adicional a la partitura. Pero siempre con un elemento clave, que sobre todo convierte en algo disfrutable a la banda sonora: su tono vital y positivo. La música siempre utiliza desarrollos en ascenso, lo que da al música una sensación de búsqueda, de ir más allá y de seguir adelante realmente apreciables. Incluso el mismo tema principal se presenta inicialmente con ese tono y el mismo va permitiendo contagiar a la música, independientemente de que sea más intimista o más abierta.

Eso no quita que en momentos puntuales la música parezca centrarse más en la gravedad de la situación. Por un lado, en su inicio, cuando la enfermedad hace su aparición y debe enfrentarse a la situación de encontrarse con un hijo que teme no poder cuidar ni verle crecer (“Doesn’t Want to See the Baby”). Pero la actitud y apoyo de su mujer, aparte del evidente amor por ese hijo que reflejan los temas, rápidamente lo vuelve a mostrar en positivo. El tono más triste retorna en la parte final de la historia, donde va a concluir con el desenlace evidente. Pero es muy interesante ver cómo incluso aunque las piezas, de nuevo independientemente de su desarrollo, tienen una carga de tristeza y melancolía evidente que podemos apreciar a partir de “After First Bleed” y “Goodbye-Ee”, la música se desarrolla con ese ascenso a escala mayor. “My Love, My Life” proporciona ese movimiento que se convierte en una resolución emocional realmente brillante en “Telling the Doctor is Fine”, de manera casi desgarradora. Un juego que  hace que nunca consiga desaparecer totalmente el tono y carácter positivo de la banda sonora.

Una banda sonora realmente bonita y muy disfrutable, aunque con mucha variación de estilo y desarrollo, que puede no ser del gusto de todos los aficionados. Especialmente si ese tono jazz juguetón y de música melódica de los 60 de su parte central no es de su gusto. Sin embargo si uno quiere dejarse llevar por las emociones, y especialmente la vitalidad de la música de Sawhney, es difícil que no salga más que satisfecho.  Es una partitura que proporciona un brillante final que repasa los tonos más destacados de la misma en “Flashback Montage” para cerrar el circulo con “Credits”, llevándonos de nuevo al inicio de la banda sonora y no dejarnos precisamente en un punto emocionalmente bajo. Que el recuerdo sea el de unas personas que amaban la vida y sus seres queridos por encima de todo.