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Life

(Vida)
Jon Ekstrand
     
Año:   2017
Sello:   Columbia
Edición:   Normal
Nº Tracks:   16
Duración:   58:02
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Asier G. Senarriaga

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1. Welcome to the ISS (4:32) *
2. It’s Alive (3:55) *
3. Like a Bird (2:11)
4. Care to Dance ? (1:39)
5. New Best Friends (1:29)
6. Need a Hand ? (3:12)
7. Not the Face (1:21)
8. Sprinklers (4:15) *
9. Spacewalk (5:36) *
10. Thrusters (3:53)
11. Up, Up (4:39)
12. I Thought They Came to Rescue Us (4:29) *
13. Goodnight, Earth (3:45) *
14. Where Are You ? (5:26)
15. Godspeed, Doctor (5:03) *
16. A Long Way Back (2:39)** Mejores temas

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«Welcome to the ISS»

 

«Sprinklers»

 

«I Thought They Came to Rescue Us»

 

«Godspeed, Doctor»

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El sentido de la maravilla con el que Ekstrand envuelve musicalmente la Vida dentro de la Estación Espacial Internacional y la épica íntima de experimentos y día a día de sus tripulantes, “Welcome to the ISS”, y la fresca, llena de fuerza, vitalidad y grandeza, partitura de acción y tensión que el compositor crea en su último tercio, “Sprinklers”, “Spacewalk”, “Godspeed, Doctor”. Sencillamente espectacular.

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Sinceramente, absolutamente nada.

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Tres. La belleza sinfónica acompañando el fastuoso movimiento de cámara inicial, “Welcome to the ISS”, de carne de gallina junto a las imágenes; el cierre de los aspersores, sin entrar en detalles, sensacional, “Sprinklers”; y la apoteósica batalla psicológica y física, por la supremacía intelectual y anticipación al siguiente movimiento del adversario, de “Godspeed, Doctor”, con un compositor en pleno apogeo hallando el instante con el que soñó toda su vida, una explosión sinfónica y narrativa apabullante que merece todo el reconocimiento y difusión posible. ¡Soberbio Ekstrand!

BSOSpirit opina

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Nota media: 6,90

Ángel Aylagas (8), Josep Manel Blanch (6), Fernando Fernández (6), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (6), Ignacio Granda (6), Juan Ramón Hernández (6), Antonio Miranda (7), Jordi Montaner (7), David Sáiz (8)

 

Allá donde la vida existe, se abre paso

Para hablar de la partitura de Life debemos comenzar poniendo en antecedentes al lector de quién es Jon Ekstrand, su compositor, y para ello nada mejor que emplazarles de inmediato a la entrevista que el equipo de BSOSpirit tuvo el honor de realizarle este pasado mes y que publicaremos en breve. Una vez informados, y con el lector conociendo un poco más el background del músico procedemos…

Como muy entusiasta nos indica en esa entrevista, Mr. Ekstrand siempre había soñado llevar a cabo el score de un film de ciencia-ficción, cuando el guión del colaborador habitual del compositor, Daniel Espinosa, director de Child 44 o Easy Money, entre otras, todas con música del compositor, cayó en sus manos, su deseo estaba a punto de hacerse realidad.

La trama nos emplaza a una misión dentro de la Estación Espacial Internacional (ISS), donde un grupo heterogéneo y multicultural espera pacientemente la recogida de una sonda proveniente de Marte, en la que se encuentran muestras de lo que puede ser una revolución científica para la humanidad. Pero no todo lo que traerá Marte será compatible con el ser humano, y una batalla por la supervivencia (mutua) estallará implacable…

Como film es una disfrutable y superentretenida muestra de cine de género, sin pedirle demasiada innovación -si se acepta que en extremas circunstancias de estrés y peligro el ser humano puede ser realmente estúpido en sus decisiones claves-, se pasa bomba gozando de una estimable tensión y emocionantes set pieces de acción y acoso, todo aderezado por una de las mejores partituras con que este 2017, que está resultando bastante competente, está desgranándose.

Ekstrand decide musicar las primeros planos secuencia completamente, acompañar con su ritmo incesante y belleza melódica la presentación de personajes y su introducción (y la nuestra) en la historia, apoyándose incluso en la cadencia del diálogo inicial explicativo declamado por la talentosa voz de la siempre magnífica Rebecca Ferguson, “Welcome to the ISS”. Las cuerdas desgranan el motivo central del equipo de la Estación, mientras un tempo lento nos hipnotiza y un soterrado elemento electrónico en segundo plano va acompañando los movimientos de cámara sin corte alguno y en gravedad cero, y un crescendo musical nos va envolviendo mientras un ostinato con pizzicato Bartok incluido nos va meciendo e integrando en la vida espacial, concluyendo con la belleza de unos etéreos y atemporales coros de voces blancas, que volveremos a escuchar una vez la historia se cierre a la finalización de la obra.

Una vez la sonda es recuperada y la tranquilidad va desapareciendo, el compositor va paulatinamente introduciendo elementos de tensión y soterrada emoción conforme vamos descubriendo al indómito ejemplar rescatado de Marte y bautizado Calvin, que la tripulación estudia con arduo detenimiento, “It’s Alive”, “Like a Bird”, descrito musicalmente con notas largas y tempo lento a las cuerdas y puntuales apariciones angelicales de los coros (¿la ignorancia es bendecida y el conocimiento y sus ansias castigado?), “New Best Friends”, “Need a Hand?”, con golpes orquestales mostrando que las cosas no son lo que parecen y el tamaño de estas lo define la evolución (atentos al paroxístico y emocionante crescendo a toda orquesta).

El tema de la humanidad se muestra en toda su sutil y desgarradora belleza en el hermoso desarrollo melódico y coral de “Care to Dance?”, en áspera muestra por contraste de que el ser humano es capaz de las más grandes cosas, pero también de las peores.

Y la batalla de tensión y congoja se abre con la vibrante tensión de “Not The Face”, desgarrador crescendo de metales y cuerdas con percusión, “Sprinklers”, con su nueva presentación del tema de la humanidad dando vida con su incesante ritmo al desarrollo del ser más peligroso que la Tierra ha conocido jamás, Calvin, atentos a partir del 00:57, contengan la respiración ante un crescendo sinfónico y percusivo portentoso, que subliminalmente nos deja muy claro, que la amenaza es algo imposible de parar, imposible de detener, inabarcable a cada segundo para ser frenada.

La gradación de la tensión continua irrefrenable en “Spacewalk”, “Thrusters”, “Up Up” y “I Thought They Came To Rescue Us” con diferentes capas de golpes sonoros solapándose evolucionando, creciendo, como Calvin lo hace en pantalla, incrementando la amenaza a cada nueva aparición, y una creciente inteligencia progresiva a cada nuevo ataque. No se pierdan, las entradas de unas atosigantes cuerdas apoyadas en unos infernales coros y percusión a partir del 02:30 del primero, los acuciantes metales del segundo en paroxístico festival de emociones, logrando inquietar como pocas veces al oyente/espectador, incluso al muy ducho en este tipo de cine, la belleza sinfónica descriptiva del tercero o el impresionante despliegue melódico emocional y acuciante de los crescendos y el vibrante uso de la orquesta del último, casi dejando sin respiración.

Y la obra, con la ejecución perfecta en plan maestro de ajedrez de Calvin teniendo lugar sin que nosotros podamos hacer nada, Ekstrand nos lleva en volandas a la emoción, con la variación más hermosa del tema humano, “Goodnight Earth”, pura emoción de sublime desarrollo, nos lleva a la conclusión, con 12 minutos finales poderosos y llenos de fastuosidad, tensión y belleza, las tres palabras que mejor definen la partitura, con “Where Are You?” y la definición musical de que la huida es imposible, si no se es más listo que el depredador que pretende darte caza, “Godspeed, Doctor”, probablemente el mejor tema de la composición y una masterclass de cómo pegarse a las imágenes y magnificarlas y a la vez tener sentido y grandeza fuera de ellas, recogiendo el tema humano en una bellísima ejecución de las cuerdas y los coros, y el tema de la amenaza, y haciendo que choquen con fiereza y pasión desgarradoras…

…para culminar la obra con el desaforado sentido del pathos y de la tragedia inminente si no se le pone remedio de “A Long Way Back”, con un ritmo sintetizado, Calvin, en lucha decisiva con la parte emocional y humana, hasta alcanzar el movimiento final, mientras las cuerdas y la percusión lo devoran todo, incluso a unos cada vez más debilitados coros, ya agonizantes,

en una batalla por la

VIDA