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  Sanctum

El santuario
David Hirschfelder
     
Año:   2011
Sello:   Varese Sarabande
Edición:   Normal
Nº Tracks:   18
Duración:   67:05
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Óscar Giménez

 
1. A Sacred Place (02:04)
2. Espiritu Esa Ala (02:20)
3. The Doline (04:10)
4. The Dive (01:40)
5. Saint Judes Cathedral (06:31)
6. Listen! The River Is Returning (04:43)
7. Flow Stone Falls (06:21)
8. Luko My Friend (02:27)
9. Through the Restriction (07:01)
10. We’re Not Gonna Die (03:54)
11. The Sacred River (03:41)
12. I Can See You (01:50)
13. Push On? You Decide (03:47)
14. What about Carl? (03:12)
15. Help Me into the Water (03:45)
16. Down to a Sunless Sea (01:22)
17. Are We Home Yet? (02:14)
18. Sanctum Suite (06:03)
 

 

Tema principal en «Sanctum Suite»

«The Doline»

«Flow Stone Falls»


Es una banda sonora creativa, escrita con seriedad, con un tema principal logrado y unos cuantos aciertos musicales que demuestran el buen hacer del compositor australiano.


La sensación de que la música, salvo momentos excepcionales, va decayendo tras unos primeros tracks espectaculares.


El corte final, “Sanctum Suite”, contiene los mejores fragmentos del score.

 
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Un australiano en las profundidades
     

altA estas alturas todos tenemos claro que a James Cameron le gustan las profundidades tanto como los mundos extraterrestres. En 1989 dirigió Abbyss, y después de batir todos los récords de taquilla con Titanic (1997), hizo los documentales Expedition: Bismarck (2002), Ghosts of the Abbyss (2003) –aquí titulado Misterios del Titanic– y Aliens in the Deep (2005) –Misterios del océano-. En esos documentales colaboró con el espeleólogo Andrew Wight, que ejerció de productor, y que es el autor –junto con John Garvin– del guión de Sanctum (El santuario).

El nombre de Cameron y la tecnología 3D desarrollada para Avatar constituyen el principal gancho de esta producción australiano-estadounidense que se autoanuncia “basada en una historia real”, lo cual es decir mucho, tal vez demasiado. ¿Por qué? Pues porque la idea parte de una experiencia del propio Andrew Wight, quien en 1988 dirigió una expedición en una red de cuevas de Australia y su equipo formado por 15 personas quedó atrapado tras derrumbarse la entrada. Sin embargo, pese a lo dramático de la situación, en aquella ocasión todos sobrevivieron tras ser rescatados, resultado que se diferencia, y mucho, de lo que cuenta el guión de Sanctum.

La cuestión es que Wight explicó su idea a Cameron y este aceptó participar como productor ejecutivo. La historia es de lo más simple: un grupo de espeleólogos se queda atrapado en el mayor sistema de cuevas de Papúa Nueva Guinea –Esa’ala– debido a una gran tormenta tropical. Como no pueden salir por donde han entrado y todo va a quedar inundado, no les queda más remedio que bucear en busca de otra salida. En ese ambiente claustrofóbico, las provisiones, las bombonas de oxígeno y las baterías se van agotando y, como en cualquier película catastrofista que se precie, los personajes –empezando por los secundarios- la van palmando cada determinado número de minutos. En definitiva, mucho tópico reflejado en escenas angustiantes, reyertas y otros momentos emocionales –eutanasia activa incluida- que estamos hartos de ver en infinidad de historias al uso.

altLos personajes tampoco ayudan mucho. Tenemos el espeleólogo experimentado, Frank (Richard Roxburgh), un tipo duro que nunca cede al sentimentalismo. También a su hijo Josh (Dan Willie), que acaba atrapado a pesar de que odia a su padre tanto como a las cuevas. Con ellos está el millonario que financia la expedición, Carl (Ioan Groffudd), y su novia Victoria (Alice Parkinson), además de otros integrantes del equipo. Al margen del argumento centrado en lo que es la propia aventura, la trama emocional gira en torno a la animadversión que siente Josh por su padre y a la evolución de esa relación paterno-filial a lo largo de la historia. En fin, que tampoco tiene nada de novedoso. El mayor atractivo que resta, por tanto, es la espectacularidad que puede tener la proyección en 3D, hecho que solo satisfará a una pequeña parte del público.

El elegido para escribir la música de Sanctum es David Hirschfelder, compositor australiano de más que demostrada solvencia, tal como atestiguan trabajos precedentes, desde Shine y Elizabeth, que le valieron sendas nominaciones al Oscar, hasta Australia, Los niños de Hang Shui o la reciente película de animación Ga’Hoole – La leyenda de los guardianes.

altLa banda sonora de Sanctum arranca realmente bien. Tras un tema introductorio con cánticos étnicos, “A Sacred Place”, Hirschfelder nos presenta una vibrante versión del tema principal en “Espiritu Esa Ala”, mientras vemos a un helicóptero con varios protagonistas sobrevolar la entrada a la red de cuevas. El mismo tema con brío y potencia similares aparece de nuevo en “The Doline”, en el momento en que el personaje de Ioan Groffudd se adentra en la sima de una manera bastante particular. 

Sin embargo, esa espectacular y épica variación del tema principal ya no se vuelve a utilizar en el resto de la película, excepto en su inclusión en la suite que cierra el CD. Por el contrario, el tema principal sí que tiene unas cuantas apariciones, generalmente aportando cierto toque de esperanza y optimismo en el marco de una banda sonora en la que predomina más el tono de misterio, las melodías desesperadas para momentos dramáticos y los ritmos de acción para las secuencias más tensas. Encontramos versiones de esa otra presentación del tema principal en “The Doline”, en “I Can See You”, que corresponde al descubrimiento por parte de los supervivientes de una cámara por donde entra la luz del sol, aunque es imposible salir por ahí, o al inicio de “Sanctum Suite”, instante que marca la resolución de la historia.

El problema de la banda sonora de Sanctum es que a uno le queda la sensación de que la música se va desinflando tras un inicio tan vibrante como el que recogen los cortes segundo y tercero. También es muy cierto que la película va perdiendo fuelle progresivamente, si es que en algún momento lo tuvo. De todos modos, sería injusto decir que el trabajo de David Hirschfelder defraude al cabo de unos pocos minutos, puesto que contiene una gran cantidad de ideas que funcionan y está salpicado de momentos realmente brillantes para las pocas opciones que da la película.

El compositor combina con acierto la orquesta sinfónica con sonidos electrónicos en bastantes momentos de la banda sonora. Los sintetizadores le permiten ambientar con sonoridades un tanto irreales algunas escenas submarinas que retratan la belleza de las cuevas. Tenemos un ejemplo en “The Dive”, donde la orquesta juega con ritmos y cantos tribales al mismo tiempo que con arabescos de los vientos de madera. Se trata de una escena de buceo de Frank y otra espeleóloga de su equipo, escena que continúa en “Saint Judes Cathedral”, pieza que alcanza su apogeo con el descubrimiento de una espectacular cámara submarina que Frank bautiza como Catedral de San Judas. 

altEn los instantes previos, el compositor recurre a un efecto que utiliza en varias escenas de buceo, consistente en glissandos ascendentes y descendentes –a veces electrónicos y a veces con las cuerdas- sobre un ritmo de percusión metálica. Por otro lado, este mismo corte finaliza con música de acción, apoyada en lo que parece sonar como un bajo eléctrico, para una escena cargada de tensión.

La música de acción y suspense monopoliza los dos cortes siguientes, “Listen! The River Is Returning” y “Flow Stone Falls”. En este último destaca un juego de cuerdas y maderas –haciendo escalas- que, partiendo de un evidente tono de misterio, crece proporcionando cada vez más intensidad a la escena, con la unión de los metales en su tramo final. 

“Luko My Friend” es un adagio de cuerdas para acompañar una escena dramática, mientras “Through the Restriction”, el corte más largo del CD, recupera el recurso para las secuencias de buceo con los glissandos ascendentes y descendentes. La mayor parte de la pieza se desarrolla como música de suspense, mientras que el drama predomina en “We’re Not Gonna Die”, que arranca con profundos y desesperados acordes de cuerdas, al que siguen algunas fases más dinámicas y optimistas que desembocan en un tenso final de persecución subacuática con percusión y sonidos electrónicos.

También encontramos música esperanzadora en la segunda mitad de “The Sacred River”, utilizada para subrayar la presunta reconciliación entre Frank y su hijo Josh a través de sugerentes crescendos de cuerdas que dan un cierto tono triunfalista. 

altYa he hablado de “I Can See You”, donde el tema principal irrumpe como una isla de esperanza en medio de tanta música dramática y misteriosa, lo mismo que la visión de la luz del sol. Sin embargo, la lucha por la supervivencia continúa y los trémolos y glissandos de cuerdas vuelven a sonar siniestros en “Push On? You Decide”. El corte siguiente, “What about Carl”, contiene en su primera mitad un tema de acción realmente conseguido, que desprende energía desbordante, mientras que en la segunda mitad son tristes melodías de cuerdas las que toman el mando. El mismo tono, o más trágico incluso, prosigue con “Help Me Into the Water”, otro bello adagio de cuerdas apoyadas en sonoridades sintetizadas. Una figura repetitiva de cuerdas sobre los mismos acordes da forma al inicio de “Down to a Sunless Sea”, para la escena de buceo final, que abarca esta pieza y la siguiente, “Are We Home Yet?”, combinando música dotada de cierto optimismo con un cántico étnico que, tal como se introduce en la escena, uno puede interpretar tan esperanzador como fúnebre.

El final de la historia se acompaña del tema principal tal como suena al inicio de “Sanctum Suite”. Tras su ejecución aparecen los títulos de crédito y la música continúa recordando algunos de los fragmentos más destacables de la banda sonora: la variación épica del tema principal tal como suena en “Espiritu Esa Ala”, los rítmicos juegos de cuerdas y maderas de “Flow Stone Falls” y el final de “The Doline” con vientos de madera sobre percusión.

Concluyendo, estamos un notable y recomendable trabajo de David Hirschfelder, que está bastante por encima de una película que, todo sea dicho, no da mucho de sí.