«Concertar los elementos abstractos» |
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El sueño de la razón
Se trata de uno de los mejores grabados de la serie Los Caprichos de Francisco de Goya. Su título es El sueño de la razón produce monstruos… El filósofo, matemático y dramaturgo madrileño Juan Antonio Mayorga Ruano escribió en el 2006 una fábula contemporánea inspirada en el mito de Prometeo (Frankenstein o Pygmalion), partiendo de una anécdota de la vida real y en un plano puramente intelectual: un profesor venido a menos se afana a desatar el talento de un genio en potencia, un alumno adolescente, cuya ambición dará lugar a sucesos insospechados.
La obra de Mayorga, El chico de la última fila, se representó en el 2009 en París y sedujo por completo al cineasta François Ozon, quien decidió trabajar con Mayorga su adaptación a la gran pantalla.
Ozon sabía, como en sus 11 largometrajes anteriores, que si alguien podía poner música a esta sublime historia era Philippe Rombi, el músico de películas a quien conoce desde sus tiempos de estudiante. Ya en la fase de montaje y edición fue cuando el realizador galo pasó a Rombi el encargo de la banda sonora. “La película estaba casi terminada, pero quedaban algunas lagunas conceptuales que Philippe supo resolver con su paleta de climas sonoros y melodías”… Tanto el guion resultante como la película fueron premiados en el último Festival de Cine de San Sebastián.
El propio Rombi reconoce que el compositor de la música debe trabajar en la misma construcción final de la película, “lo que no resulta fácil en absoluto”.
Rombi, como es costumbre en él, pidió el guion a Ozon y se puso a trabajar con notas a pie de aquel relato. “Me gusta trabajar la música en el sentido clásico, escribiendo sobre un pentagrama las ideas suscitadas en el guion y reuniendo un conjunto de armonías o acordes que son el esqueleto de la banda sonora y que luego improviso en una especie de suite para que el realizador esté al tanto…”
Admite que los temas finales son el resultado de varias discusiones, juicios de estilo, cribados técnicos, orquestaciones y adaptaciones. “Lo más gratificante es comprobar como el producto resultante enriquece el guiso que Ozon llevaba preparando desde tiempo.” Rombi hizo estas manifestaciones en una entrevista con el periodista Thierry Jousse, en el programa Cinéma song de France Musique. También dijo haber acudido al propio Juan Mayorga para entrar de lleno en el universo interior de la obra.
Interiorismo musical
El proyecto de Ozon conjuga escenas cómicas en secuencias de un gran dramatismo, pero el tono y el ritmo que el realizador quería impregnar a la película eran los propios del thriller. Rombi saca a su amigo del atolladero con un clima sonoro hipnótico y perturbador, que recuerda en muchos casos los trabajos de Herrmann para Hitchcock. Los temas de Rombi crean como una tela de araña suspendida en el argumento que aporta belleza y misterio a la película.
Un profesor de literatura francesa, desalentado y hastiado por las insulsas y torpes redacciones de sus nuevos alumnos, descubre entusiasmado que, por el contrario, el chico que se sienta al fondo de la clase (“desde donde se puede ver a los demás”) muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación… Este chico escribirá, animado por el profesor, una especie de novela sobre una familia real (y también sobre la relación del profesor con esa familia), en la que realidad y ficción se solapan y en cuyas letras se esconden secretos inconfesables.
Dice la sabiduría china ancestral que nos ocupamos en llenar las casas cuando es precisamente su vacío el que les otorga personalidad. Rombi formula una propuesta musical interiorista muy sobria, elegante, refinada; dulce y fuerte al mismo tiempo, creando un bucle sonoro casi perfecto.
Arropa con jazz las escenas más sensuales y el resto es casi como una sola suite orquestal llena de nervio y curiosidad, inquietante.
La estética manda, y Rombi acude a las texturas y acordes propios de su estilo para, en sus palabras “concertar los elementos abstractos”. El músico de Pau se considera un compositor artesana que se enamoró de la música de cine a partir de los Encuentros en la tercera fase de Williams y que estudió en parías a lar órdenes de otra leyenda melo-cinematográfica, Antoine Duhamel, de quien obtuvo un diploma de honor de composición.
Como es costumbre en todas sus bandas sonoras, Rombi compone, orquesta y dirige las sesiones de grabación, en las que el propio compositor interpreta el piano.
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