WarGames

El tiempo pasa de forma inexorable. No solo para nosotros. También para las cosas, los objetos o la tecnología. Para todo y para todos.

Cuando mis hijos ven Juegos de guerra no pueden evitar una sonrisa burlona al ver los arcaicos equipos informáticos con los que David Lightman (Mathew Broderick) consigue acceder a un gigantesco ordenador propiedad del ejército creyendo que es un videojuego.

En contraste, yo, muy lejos de la burla, lo que sentí cuando vi la película por primera vez fue una enorme y descontrolada envidia. Y es que, entre aquella envidia y estas burlas, hay una distancia de tres décadas y media.

No obstante, a pesar de haber transcurrido 35 años desde el estreno de Juegos de guerra, y de que ahora tenemos dispositivos mil veces más potentes que los que aparecen en la película y que caben en la palma de nuestra mano, el mensaje de WarGames sigue hoy tan vigente como entonces: para cierto juego, el único movimiento ganador es no jugar.

Con esta premisa, John Badham contó, una vez más, (llegaron a sumar nueve colaboraciones) con Arthur B. Rubinstein para elaborar la partitura de sus Juegos de guerra.

Es curioso que, para esta banda sonora, Rubinstein no tiene realmente un tema principal, aunque sí un auténtico abanico de estilos.

Podemos encontrar temas electrónicos elaborados con sintetizador, como “Video Fever”; partituras que giran más hacia el modo orquestal, como “A New Grade, Part 2”; obras rotundas en la percusión y con aire militar, como “War Games”; un par de temas con cierto sabor ruso, como “Confidences High” y “Launch Detected”, o una pieza con tintes folclóricos americanos y armónica (que en mi opinión podría servir perfectamente para un western) como “Edge of the World”.

Esto muestra que Rubinstein, integrante de un grupo de música electrónica llamado The Beepers, fue capaz de ir mucho más allá del sintetizador e hizo gala de una versatilidad sorprendente.

Cierto es que, en los tiempos que corren, los temas electrónicos de esta Banda Sonora quedan ya un poco anticuados, pero hay que tener en cuenta, como ya manifiesto al principio, que han pasado treinta y cinco años desde que vieron la luz. Sin ir más lejos, si al tema “Video Fever”, en su versión vocal, le acoplásemos una letra en castellano, podría encajar perfectamente en la famosa movida madrileña.

Era este un score imposible ya de encontrar. La primera vez fue editado en vinilo por Polydor Records en 1983, siendo lanzado después en CD por Intrada Records.

Ahora, Quartet Records nos ofrece una exquisita edición expandida que ha sido remezclada y remasterizada por Chris Malone, quien ha realizado un minucioso trabajo a partir de las cintas originales conservadas por MGM. Una auténtica joya.

La edición consta de dos discos. El disco 1 contiene la partitura completa y termina con la versión vocal de “Edge of the world”. El disco 2 contiene, ni más ni menos, que la versión original editada por Polydor, con diálogos incluidos (es la primera vez que esta versión ve la luz en CD), más una serie de temas suplementarios que también ven la luz por primera vez.

La caja contiene un libreto cuyas notas han sido elaboradas por John Takis, con una breve reseña final de Chris Malone.

En resumidas cuentas, Quartet Records nos está malacostumbrando.

Os dejamos unas fotografías de la edición discográfica: