Increíbles, pero menos, cumpliendo pero no extasiando |
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Brad Bird y Michael Giacchino en la sesión de grabación de Los Increíbles 2 (Foto de Deborah Coleman / Pixar)
Corría el año 2004 y en una época en la que cada estreno del estudio era una auténtica obra de arte, una maravilla fílmica y un disfrute para los sentidos, Pixar estrenaba la, para quien esto suscribe, mejor película de su breve historia, Los Increíbles.
Y con ello no niego dos cosas, que las obras previas a la citada no rebosaran excelencia, ni que los films subsiguientes bajaran de calidad per se, aunque no la superaran en ningún caso, sino que hasta aquella obra la calidad de los filmes era un crescendo sin fin de sentido de la maravilla, creatividad sin mesura y grandeza narrativa a todos los niveles, de diversión e intelectualmente, suponiendo la historia de la familia Parr y su forma de lidiar con los súperpoderes, el culmen o cima del estudio, desde entonces no superada en mi humilde opinión, y el inicio de un cierto cansancio de su plantilla de integrantes y cierta alternancia entre obras excelsas a casi el mismo nivel del The Incredibles original, Ratatouille, Wall-E, Up o Coco, y films menos memorables, por no decir medianamente fallidos, Cars 2 y Cars 3, Brave o Finding Dory.
Brad Bird regresa para la secuela siguiendo todos y cada uno de los patrones de juego marcados con éxito por su predecesora, cambiando los roles y jugando con los convencionalismos sociales y el sexismo inherente en toda sociedad para transmutarlos en tolerancia, generosidad de espíritu, empatía y entrega hacia aquellos a quienes amas, en un más difícil todavía de set pieces gargantuescas, acción desaforada y trucos predecibles de guión totalmente perdonables y celebrables. Sin embargo, no consiguiendo jamás el equilibrio perfecto, la boca abierta en la audiencia, la sorpresa de la novedad, o al fin y al cabo, la esperada, pero nunca alcanzaba, retroalimentación del pasado y a la par, frescura novedosa.
En suma, una increíble diversión, bulliciosa, generosa en espectáculo, burbujeante al momento, pero sin gas al instalarse en el recuerdo, un quiero superarme pero me quedo dos escalones por debajo, que no obstante, y aunque pueda parecer una paradoja, ya es un triunfo en sí mismo. Una gran película siempre perderá en comparación con una obra maestra, y eso no es un fracaso en absoluto para los creadores del citado “gran film”.
Pero el verdadero pegamento que hace que todo funcione, que la narrativa fluya y permanezca pegada, valga la redundancia, a las imágenes a la par que al recuerdo colectivo, es de nuevo, la fascinante nueva creación de un Michael Giacchino, que a pesar de notar un cierto cansancio por una actividad incesante y sin descanso durante la última década y media, y pese a decepciones parciales como Jurassic World Fallen Kingdom, parece que aún tiene arrestos para liarse la manta a la cabeza y entregar la mixtura perfecta entre «Henry Mancini se encuentra con John Barry, que se encuentra con Jerry Goldsmith», una fusión de jazz melódico con un toque del estilo de música de espías sesentera…, vamos que reubicando la obra maestra de Los Increíbles que le puso en el mapa de Hollywood en el 2004, añadiendo especias y reformulando las orquestaciones para no perder el vibrato de la emoción, las salsa del espectáculo musical y la carne de gallina en las apabullantes set pieces, sin dejar de ser un brillante homenaje a estilos musicales de la Golden y la Silver Age, que ya no se escuchan apenas en Hollywood y que el compositor ha tenido el talento de regurgitar y la brillantez de actualizar a un film de hoy en día, con frescura innata y grandeza sinfónica innegable.
Temas como “Consider Yourselves Undermined!”, “Ambassador Ambush”, “A Bridge Too Parr”, o “Looks Like I Picked the Wrong Week to Quit Oxygen”, suponen memorables lecciones de cómo crear música de acción narrativamente eficiente y espectacularmente atractiva en el film y para el oyente de música de cine fuera del mismo, instantes como la creativa forma de mostrar el suspense de la investigación en “Searching for the Screenslaver” o la fulgurante adaptabilidad de los motivos principales para una juguetona y pimpante diversión, “Rocky Vs. Jack Jack”, son solo ejemplos de la maleabilidad y virtuosismo del trabajo de Giacchino y su inherente espíritu de diversión, que le otorga no sólo un encanto especial a la obra, sino capacidad de perdurar, algo en lo que el paso del tiempo ya le está otorgando cualidad de maestro.
Pero sin lugar a dudas, donde ya es explotada hasta el límite esta capacidad de crear motivos tan especial, es en los cortes dedicados a los personajes centrales de Elastigirl, Mr. Increíble y Frozono (ofrecidos como bonus tracks en la edición discográfica de la partitura), con el añadido de hilarantes letras y retentivas melodías, ante las que no sabes si sonreír o reír a carcajadas por la brillantez con la que el humor no es presentado con toda seriedad. Es por instantes como estos, por los que amantes de la música de cine se siguen creando cada día, no se los pierdan, “Here Comes Elastigirl – Elastigirl’s Theme”, “Chill or Be Chilled – Frozone’s Theme” y, sobre todo, “Pow! Pow! Pow! – Mr. Incredible’s Theme”.
Los de nuevo antológicos “InCredits 2” recogen una suite obligada e inolvidable de todo el material temático de la saga, pasado y presente, recapitulando a la par que remozando, estilizando aún más y sirviendo de puente para un futuro capítulo final de la trilogía, en el que Giacchino pueda cerrar a lo grande, la historia más INCREÍBLE, jamas contada. |
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