Hoy se han dado a conocer el listado de nominados a los Premios Jerry Goldsmith. Esta es su decimosegunda edición. Ahí es nada. Doce añitos defendiendo el talento en este panorama, a veces demasiado complicado, que es la música para el medio audiovisual.

Porque reconozcámoslo, la música para el medio audiovisual no es la canción del verano (menos mal) o esa música alternativa que puebla los festivales de verano de medio mundo congregando a miles de personas, con su tienda de campaña, su camping gas, su calimocho y ese olor/humo característicos de cualquier concierto de la misma onda que da risa y de la nerviosa.

La música para el medio audiovisual es un camino que cierta persona toma en su vida porque realmente le gusta esto. No lo hace porque en su mente aparezca la imagen de dos fajos de billetes de 500 euros (de esos que dicen que existen, pero mire usted que yo hace años que veo nada o menos). La gente que toma la senda de la composición musical para el medio audiovisual está un poco colgada. Para qué nos vamos a engañar.

Porque ¿quién quiere dedicarse a una profesión donde todos saben más de música que el compositor? Y además, si alguien hay que echar por la borda como si fuese el gordo ese que se está comiendo las provisiones en este barco sin rumbo, por supuesto, ese será el compositor. Porque no es guapo, no es listo, no es poderoso, y a quién demonios le importa si eso suena a John Williams o a Jerry Goldsmith cuando puede sonar a Hans Zimmer (tranquilos que a ese señor “fuertecito» no le pasa como al resto de compositores. Ya sabéis, es la excepción que confirma la regla).

Si alguien decide meterse a compositor de música de cine es porque ama realmente esta profesión. La quiere con todo su ser. Ha nacido para ello. Porque encima, sus compañeros de conservatorio le miran raro. ¿Pero qué haces escuchando a un tal Christopher Young cuando puedes estar escuchando a Mahler? A todos les gusta Mahler, es el mejor. Quedas guay diciendo que te gusta Mahler. Pero ¿Christopher Young? Vamos, hombre, un tipo que se pone la máscara de Pinhead ese de Hellraiser para recibir un premio en un festival de esos de frikis.

Nadie te entiende si eres compositor de música para el medio audiovisual. Además en España te quieren quitar todos los derechos de autor y editoriales en esas cadenas de televisión que quieren competir con sus series con las de la HBO o Netflix. Lo sabes, pero tienes que comer. ¿Qué vas a hacer?

Y bueno, si ya eres compositor de música de videojuegos… espera que me voy al patio a reír a carcajada limpia. Tío, lo tuyo no tiene solución. La has cagado. Salvo que seas Óscar Araujo. Pero claro, aquí, como con Zimmer, es la excepción que confirma la regla.

Así que ya sabéis, a un compositor de música para el medio audiovisual solo le guía una cosa: su pasión desmedida por conseguir hacer realidad sus sueños. Ser compositor de música de cine, de TV o de videojuegos. Porque eso es lo único que quería desde pequeñito. Desde ese mismo momento en que en una sala de cine vio con su papá ese señor que volaba con capa roja al viento y una sonrisa imperecedera. O cuando con sus amigos pasaron miedo viendo como Carol Anne se metía al otro lado de la puerta que solo se podía cruzar con una cuerda (una bastante pringosa).

Ese día marcaría su vida para siempre. Y siempre perseguiría su sueño. Y daba igual lo que dijesen de el sus compañeros de conservatorio. Y daba igual los días duros con tres rodajas de chopped en la nevera. Porque uno esta hecho del material que definen los sueños. Es lo que somos. Es por lo que vivimos.

Por eso no puedo estar más entusiasmado de ser participe de los sueños de otros. De vivirlos. De disfrutarlos. De compartirlos y hasta de premiarlos.

Porque hay gente que ha seguido un camino en solitario donde nadie soplaba en su oreja palabras de fuerza y entusiasmo. Es la clara y fría soledad del corredor de fondo. De ese estudio de grabación que te intenta atar a tus sueños a través de un motor de irrealidad, de esa película a la que estas dando música, de ese corto de aficionados que también quieren desarrollar sus sueños. De esa última esperanza de poder vivir dignamente de una vez por todas de esta profesión.

Y sí, queridos amigos, hay gente que lo consigue. Y gente que ve premiado su esfuerzo con premios. Y no hablo de galardones. Hablo de continuidad. De saberse valido. De tener una voz que escuchar. De saber que tu música tiene personalidad, que es reconocible y que te llamarán porque quieren escucharla allí donde otros han construido sus sueños.

Doce años de un camino donde el que escribe también ha llevado a hacer realidad sus sueños. Y lo ha hecho con un nombre propio: Jerry Goldsmith. Jerry, mi compositor favorito de todos los tiempos. Para el que no importaba si la película era una caca de vaca. Él siempre tenia una gran composición preparada para demostrar que no había película pequeña, sino compositor sin pasión ni entusiasmo.

Y este sueño en forma de premio es algo que hemos compartido durante estos 12 años con otros tontos soñadores como nosotros. Todos esos compositores que luchan día a día por perseverar en mantener esa visión que tuvieron hace muchos años en ese cine, al lado de su padre. En un momento de total complicidad que marcarían sus vidas para siempre.

Justin Timberlake, un tipo que todo el mundo conoce. Guapo, alto, simpático y a ratos gracioso. Un gran actor cuando le dan la oportunidad. Un tío que vive en otro mundo. En otra liga. Nunca pensarías que pararía su atención en unos premios como los Jerry, Jerry Goldsmith ese compositor que recibió solo un Oscar por un peli de terror… y gracias (maldita Academia de Hollywood).

Pero hete aquí que un día recibimos su solicitud para participar en los premios. Y luego le sigue la de Trent Reznor, un compositor que nunca asociarías al estilo del gran maestro californiano… ¡Y que ya tiene un Oscar! Y ves nombres consagrados con otros no tanto, pero de igual talento. Y entonces empiezas a entenderlo todo. Como os contaba al principio de este relato, un compositor para el medio audiovisual es, posiblemente, uno de los seres más auténticos que puebla esta bola de locura internauta en la que se esta convirtiendo esta realidad. Por que da igual donde se encuentre. Da igual lo que digan de el. Da igual lo que haya en su cuenta bancaria. Siempre, siempre, será guiado por esos sueños que nacieron un día concreto de su vida, y que marcarían el resto de la misma.

Para los Jerry Goldsmith Awards todos son iguales. Todos son soñadores.

Papá, yo quiero ser de mayor COMPOSITOR DE MÚSICA DE CINE. Y ya puestos, llevarme un Jerry Goldsmith Award.