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  Her

 
Arcade Fire y Owen Pallett
     
Año:   2013
Sello:   Disco promocional
Edición:   Promo
Nº Tracks:   13
Duración:   40:25
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Antonio Miranda

 
1. Sleepwalker (03:16)
2. Milk & Honey (01:28)
3. Loneliness #3 (Night Talking) (03:26)
4. Divorce Papers (03:17)
5. Morning Talk/Supersymmetry (04:15)
6. Some Other Place (03:39)
7. Song On The Beach (03:32)
8. Loneliness #4 (Other People’s Letters (01:02)
9. Owl (02:23)
10. Photograph (02:29)
11. Milk & Honey (Alan Watts & 641) (03:19)
12. We’re All Leaving (02:32)
13. Dimensions (05:42)
 
 

«Sleepwalker»

«Song on the Beach»

«Dimensions»

 


El asumido riesgo de una composición minimalista y la habilidad con la que los artistas la aplican a la obra.


Lo que tiene, lo que presenta, lo que ofrece…todo está en su justa medida; así que, como obra aplicada a la imagen, sin pegas a plantear. Como composición musical podríamos decir que da la sensación de faltar un poquito más para haber llegado a la máxima consideración.


Cómo director y compositores funden a negro la imagen y convierten la escena de amor entre Samantha y Theodore en un ejemplo de unión entre partitura e historia. Las voces se convierten en el instrumento solista del momento. Magistral.

BSOSpirit opina

Nota media: 6
 
Fernando Fernández (6), Asier G. Senarriaga (6), Óscar Giménez (5), Juan Ramón Hernández (6), David Martínez (5), Jordi Montaner (8), David Sáiz (6)
 

 
Equilibrio, riesgo y una gran apuesta minimalista
 

altEl inicio de Her propone un desarrollo algo inquietante para el espectador. Musicalmente, lo mismo podemos decir: gran planteamiento preliminar en ambos sentidos (musical y de argumento) que, astutamente, están bien entrelazados. El mundo que se nos presenta es absolutamente tecnológico, como lo son los sonidos de la partitura (suaves, electrónicos y algo abstractos). En una pequeña secuencia de este comienzo se nos enseña la parte más humana de la historia, los recuerdos del protagonista junto a una chica que, de momento, ignoramos exactamente de quién se trata. Atendamos a un pequeño pero estudiado detalle musical: entre los matices tecnológicos mencionados aparecen unas sutiles notas de piano que, junto a la imagen, es el único instante que vuela hacia el recuerdo y queda aislado de este entorno futurista y mecanizado. Interesante adelanto del cuerpo central del filme.

altLa nominación al Oscar de la música original para Her supuso una sorpresa enorme en todo ámbito cultural del género. Lo fue, sin duda, por sus desconocidos compositores y el arriesgado planteamiento en pantalla. Este riesgo experimental impidió su triunfo en un año de nominaciones no demasiado marcadas por calidad y gusto cinematográficos. Her competía con auténticos monstruos de la historia de la música cine y otro de reciente creación (Gravity). No obstante, su estudiado trabajo merece, a juicio de quien esto escribe, un reconocimiento importante. Sigamos con ello.

altTras conocer y conversar con el sistema de inteligencia artificial que compró, Theodore (el protagonista) parece sentirse algo más esperanzado. Termina su primera charla con el sistema y suena de nuevo el piano, ahora como instrumento único, enlazando dos escenas, la primera, que viene marcada por la rutina y el desasosiego y la segunda, con un repentino cambio de actitud optimista en el hombre. Hemos presenciado la sencilla introducción de la historia que, referida a la partitura, es simple y directa: un par de orientaciones y ligeras pinceladas. Sin duda, magistral. ¿Por qué? Con tan poco material se ha conseguido mucho. La música ha perfilado el inicio de los acontecimientos.

altA la media hora de metraje nos encontramos un episodio exquisito. Moviéndonos en el lado musical, los compositores plantean un punto máximo al combinar las estructuras de todo lo escuchado hasta ahora y ofrecer, como resultado de la mezcolanza, algo nuevo. Se juntan los sonidos tecnológicos, largos y pausados, con la suavidad melódica del piano mencionado anteriormente. El resultado: un nuevo sonido tipo ‘lead’ sintetizado que podríamos describir como la sonoridad y textura intermedias entre las dos usadas hasta ahora. Una idea de gran valor artístico ya que se escucha en la escena en la que Theodore habla con Samantha (el sistema), por vez primera y abiertamente, de la chica que se vio al inicio (su mujer, aún en proceso de divorcio). Al hacerlo, podemos apreciar cómo los dos ámbitos en los que nos movemos en el filme también se juntan y brotan en este instante tanto sentimientos de esperanza como otros más tristes y, más aún, inmersos en el mundo de tecnología que representa la voz femenina que habla con el protagonista. En definitiva, una mezcla, tanto en historia como en partitura, de todo lo anterior para dar a luz una nueva perspectiva, un nuevo sonido y lo más importante: ¿una nueva relación emocional? Escena fundamental.

altNos adentramos en pleno desarrollo del argumento. Los compositores han enlazado el inicio, mediante la secuencia comentada, con esta parte central y se da paso ahora a momentos más dulces y optimistas de la composición, como lo van a ser igualmente en la historia. Y surge la «figura» del piano. Hasta el momento, casi imperceptiblemente, había dado muestras de su aparición en escena durante segundos escasos y siempre cuando Samantha y Theodore interactuaban. Llega el instante en el que ambos exteriorizan su mutua atracción. Es la unión definitiva de lo que sienten y ahora, más que nunca, se escucha el piano, reflejo de esa fusión «artificial» que va erigiéndose y la escena de amor entre ambos culmina con la expresión más frenéticamente hermosa de toda la partitura y convirtiendo el momento en algo extraño, sin imagen (seguramente como «ella» percibiría el éxtasis emocional) y transformando las voces de los protagonistas en el instrumento solista de la orquesta que suena… Magnífica fusión de conceptos.

altLos detalles musicales no paran de sorprender. Theodore culmina una serie de desconsuelos sentimentales que unen a su ex mujer y su actual pareja, Samantha. Concluida su nefasta conversación con esta última, el protagonista inicia su deambular triste y desolado por la ciudad, por la vida, sin amor, sin rumbo, por vez primera desconsolado absolutamente. Suena de pronto (astutamente, también sin haberlo hecho antes) el rasgado matiz de una viola que nos describe sufridamente el estado del personaje. Vemos que poco a poco los sentidos de los sonidos y sus funciones van cambiando; aún así, todo encaja con una unidad indudable.

altEl desenlace, aparte el argumento, es interesantísimo. Volvemos a escuchar, tras todo el núcleo central de la película, los sonidos tecnológicos reflejo del caos comunicativo del mundo en el que se desarrolla la historia. Llegan los problemas por tanto, de nuevo, y así lo vuelve a reflejar la música. A partir de aquí, Theodore sufre las consecuencias de todo tipo de desengaño vital y el piano, motor principal de la partitura durante la relación con Samantha, desaparece, señal de que todo lo hermoso y esperanzador que se ha vivido comienza a morir. Hemos vuelto al arranque de la obra. Los compositores, hábilmente, plantean una estructura musical A-B-A que, finalmente, cierran con maestría usando de nuevo el instrumento de cuerda percutida pero ahora en forma de desenlace filosófico, idealista, romántico y jamás yéndose hasta carices desajustados dentro del equilibrio intelectual que han presentado.

En conclusión, un trabajo muy estudiado, sencillo en estructuras, directo en intenciones. Un minimalismo dulcísimo con una unidad y un equilibrio fundamentales para la historia. Sin lugar a dudas, gran trabajo.