El poder de las imágenes y la música de una maravilla animada |
|
Corría el año 2008 cuando un cineasta francés llamado Michaël Dudok De Wit visitó Japón junto a su equipo para mostrarle a un tal Hayao Miyazaki un cortometraje animado que habían realizado en al año 2000 titulado Father & Daughter. La intención era convencer al maestro nipón con este trabajo de que Studio Ghibli entrara como coproductor y supervisor artístico en un proyecto de largometraje animado que tenían en mente. El cortometraje mostrado fascinó a Miyazaki pero en ese momento estaba más que ocupado en finalizar Ponyo en el acantilado y su promoción, además de estar barruntando su siguiente film, El viento se levanta. Así que declinó la oferta de Dudok De Wit para decepción del realizador holandés.
Afortunadamente, Toshio Suzuki, otro de los jefazos de Ghibli estuvo presente en aquella reunión y no se le olvidó el tema. Años después contactó de nuevo con De Wit para saber si el proyecto seguía vivo, recibiendo una respuesta afirmativa. Con estas noticias, Suzuki, a sabiendas de que Miyazaki seguía involucrado en otros trabajos, acudió a Isao Takahata para hacerle partícipe del proyecto francés, a lo que el otro vértice de Ghibli dijo sí y entró a formar parte de la coproducción como supervisor artístico de la película, para lo que parte del equipo francés tuvo que desplazarse varios meses a Japón y trabajar allí codo con codo con Takahata para crear un apartado visual realmente maravilloso, muy semejante en cuanto al dibujo de la naturaleza a lo ya mostrado por el maestro en los trazos de su preciosa El cuento de la Princesa Kaguya, siendo el diseño de personajes (junto al guión) la parte aportada por el equipo europeo, bebiendo estos del cómic franco-belga.
La tortue rouge -o The Red Turtle, en inglés- es una historia que nos cuenta cómo un náufrago llega a una isla y trata por todos los medios de escapar de ella, encontrándose todas las veces con un impedimento en forma de una gigante tortuga de color rojo, lo que le lleva a aceptar la vida que allí se le ofrece.
Completamente carente de diálogos salvo gritos, exclamaciones o gruñidos para mostrar emociones en los humanos al igual que los sonidos que la naturaleza ofrece en un entorno como una isla en mitad del mar, la película es una fábula en la que se nos representa lo que es el ciclo de la vida, el valor de la familia y la simbiosis de hombre y naturaleza, así como lo pequeño que es el primero ante ella, logrando ofrecernos la película con sus imágenes momentos realmente bellos, tiernos y dramáticos.
Al carecer de diálogos, evidentemente no solo las imágenes son parte esencial del film sino que todo lo mostrado depende en un altísimo tanto por ciento de la música que las acompaña, y es aquí donde el francés Perez del Mar construye una partitura que es toda una delicia apreciar junto a las imágenes.
Totalmente orquestal, salvo algún elemento electrónico introducido en el tema principal, la banda sonora nos sumerge por igual en el mar que rodea la isla, la frondosidad de sus bosques de bambú, las cálidas arenas de su playa, el poder de la naturaleza o los sentimientos del trío protagonista. El bello tema principal que se nos presenta en “Love in the Sky” es la razón de ser de toda la partitura. En él, junto al precioso lamento del chelo unido al resto de cuerdas, arpa y órgano, es importantísima la voz de la soprano Julia Wischnewsky, que sirve como nexo de unión entre hombre, familia e isla, desarrollándose en otros hermosos cortes como “L’au revoir”, The Dream” o “She Is Dead”. Dicha voz tendrá acto de aparición también en otro de los mejores cortes: “The Tsunami”, en el que las orquestaciones reflejan de forma magistral el azote de la naturaleza contra el hombre y su entorno, para acto seguido transformarse en un tema pausado y esperanzador con una bellísima variación del tema principal del concertino y el piano.
Dentro de la riqueza orquestal que tiene la partitura, otro de los temas a destacar es “Flying with the Turtles”, el cual acompaña a una de las escenas más bonitas de la película, retratando a la perfección en su primera parte la libertad que anhela el vástago de la pareja hasta que vuelve a su realidad diaria al acurrucarse junto a sus padres.
Hay mucha sensibilidad en esta banda sonora y dos ejemplos para plasmarla son “The Girl” y “The Baby”. El primer corte muestra la delicadeza del náufrago en los cuidados a esa inesperada compañera que ha aparecido ante él, con la flauta, guitarra y ukelele como protagonistas totales. El segundo corte, divertido e inocente como el personaje que retrata, con una bellísima melodía de las cuerdas, arpa y vientos acompañando las andanzas del pequeñuelo que va descubriendo con curiosidad todo el mundo de su alrededor. Una delicia.
Ambientada la historia en un entorno como una isla, no faltan tampoco en la partitura temas con aires tribales. A destacar entre estos “The First Raft”, “Where is She” y “The Red Turtle”.
Para finalizar quiero resaltar también un par de temas de corte más dramático. Uno de ellos “I Will Stay With You”, donde el amor de la familia queda más que manifiesto. El otro corte, “He Has To Go”, es una bella variación de lo ya mostrado en “Flying with the Turtles”, en la que se nos muestra una fase de la vida que a todos como padres nos llega.
Reconozco que hasta esta La tortue rouge jamás había oído hablar de Perez del Mar, pero una vez conocido y tirando de hemeroteca, he descubierto grandes trabajos suyos anteriores a este que merecen ser rescatados para disfrute de los que somos amantes de la buena música, y por supuesto, tengo que incidir que esta banda sonora es sin lugar a dudas una de las mejores que nos ha regalado el pasado 2016. Hay que agradecerle enormemente a José María Benítez con su sello Quartet Records que nos brinde la oportunidad de disfrutar cosas así gracias a su enorme trabajo. |
No hay comentarios