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Woman in Gold

(La dama de oro)
Martin Phipps, Hans Zimmer
     
Año:   2015
Sello:   Sony Classical
Edición:   Normal
Nº Tracks:   18
Duración:   40:19
     
Ficha IMDB
 

 

Reseña por:
Asier G. Senarriaga

1. O Mary Don’t You Weep (Deron Johnson) (03:17)
2. Hotel Jazz (Martin Phipps) (01:08)
3. Deh, vieni alla finestra (Dawid Kimberg) (01:11)
4. Restless (Hans Zimmer) (02:09) *
5. Maria Altmann (Martin Phipps) (03:08) *
6. The Belvedere (Martin Phipps) (02:39) *
7. Vienna (Hans Zimmer) (01:13)
8. Randy Schoenberg (Martin Phipps) *(01:26)
9. Open the Door (Hans Zimmer) (02:08)
10. Apotheke (Martin Phipps) (01:25)
11. Fleeing Vienna (Hans Zimmer) (04:14) *
12. Flight 12 to Cologne (Hans Zimmer) (03:25)
13. First Hurdle Down (Martin Phipps) (01:59)
14. Art Theft (Hans Zimmer) (02:42)
15. Statues (Martin Phipps) (01:06)
16. Final Testimony (Martin Phipps) (02:12)*
17. The Language of Our Future (Martin Phipps) (03:17) *
18. I Lived Here (Martin Phipps) (01:48) *
* Mejores temas

«Maria Altmann»

«Fleeing Vienna»

«I Lived Here»


La emotividad y lirismo con que un Martin Phipps en plenitud de aciertos define a los personajes principales con su música, “Maria Altmann”, “The Belvedere”, “Randy Schoenberg”, y la desgarrada belleza del trío de tracks finales, “Final Testimony”, “The Language of your Future” y “I LIved Here”, a la par que la fuerza y temperamento que Hans Zimmer imprime a su música, “Restless”, con especial atención a una de las mejores escenas musicales de persecución en mucho tiempo, “Fleeing Vienna”.


Algún instante de transición y acompañamiento en el segundo acto, que quizá no está a la gran altura del resto del score.


Tres. Los primeros segundos de “The Belvedere”, tras el reencuentro después de muchas décadas de Maria con su legado en el Museo, de nudo en la garganta. La caza al hombre a lo largo de toda Viena de los protagonistas por parte de la Gestapo, “Fleeing Vienna”, con un desaforado y adrenalínico a la par que virtuoso acompañamiento. Y el flashback que nos muestra la despedida de la familia, definiendo el significado del coraje, honor y entrega de unos padres por una hija a la que saben que van a perder, “The Language of your Future”, pura emoción y belleza desgarrradora.

BSOSpirit opina

Nota media: 7,14

Ángel Aylagas (7), Fernando Fernández (6), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (8), David Martínez (7), Antonio Miranda (6), David Sáiz (7)
El lenguaje de nuestro futuro, pasión,
coraje, fuerza, espíritu

La Dama de Oro, las ramificaciones crueles de la historia,
hasta un tardío final feliz

altLa historia de La dama de oro, como tantas otras a lo largo de la idem del cine, está basada en hechos reales, y este precisamente es uno de esos casos en que el hecho debe valorarse debidamente, pues lo sucedido es tan extraordinario que no nos lo creeríamos si no fuera remarcada esta puntualización. La narración verídica de la que parte el film es la novela homónima de Anne-Marie O’Connor, recogiendo una historia que mezcla elementos aparentemente grandilocuentes, pero en definitiva eternos y perfectamente extrapolables a todas las culturas y credos, como la tragedia de los protagonistas, la pérdida, la renuncia, la desesperanza, la fuerza de voluntad y, sobre todas las cosas, el espíritu, el de honrar un legado luchando por lo que fue tuyo por derecho y te fue arrebatado de la forma más cruel posible, la historia de Maria Altmann y su familia, la narración de cómo sus caminos fueron separados por el nazismo, la historia de una mujer luchando por su dignidad y aquellos que la apoyaron contra viento y marea en la lucha contra un imposible (en principio), siendo la prueba fehaciente de que la batalla por lo que es justo, es una victoria en si misma, a pesar de los obstáculos que enfangan tristemente, el camino.

altY La dama de oro, aparte de reflejar las consecuencias cincuenta años después, del nazismo y la invasión alemana de Viena, y las injusticias cometidas que llevaron la tragedia a toda Austria, es la historia de un cuadro, el célebre lienzo Retrato de Adele Bloch-Bauer I, nacido del genio inmortal de Gustav Klimt, expoliado por la Gestapo de la casa vienesa de la familia judía Bloch-Bauer, trasladado con posterioridad a la Galería Belvedere, y devenido en una intrincada jugada del destino en símbolo y emblema del país. Su posesión fue reclamada en 1998, junto a otros cuatro lienzos más del artista, por Maria Altmann, descendiente de los Bloch Bauer y emigrada a Estados Unidos tras una mítica huida in extremis de Viena con la plana mayor de la Gestapo nazi estrechando el cerco tras ella y su prometido en una caza del gato y el ratón absolutamente épica.

altMaria es ayudada en esta gesta por el joven y poco experto abogado, Randy Schoenberg, nieto curiosamante del célebre compositor judío del mismo apellido, que emprende una lucha sin cuartel contra el Estado austríaco que niega los derechos de Maria, o mejor dicho, los pisa con prepotencia e hiriente altanería, a la par que recalcitrante estrechez de miras, mientras su pasión y entrega le llevará a una cruzada eterna, que hará de la empresa un via crucis doloroso y traicionero, a pesar de la puntual asistencia de paladines de la justicia como el periodista austríaco y firme creyente de que su país aún tiene la opción de redimirse siquiera parcialmente por los pecados del pasado, Hubertus Czernin.

altEl film, alternando tiempos y saltando en flashbacks preciosistas y desgarradores a la vez,  de los últimos años del siglo XX a plena Segunda Guerra Mundial, de Viena a Los Ángeles, de opulentas mansiones del pasado y obras artísticas asombrosas a salas de juicios y tribunales, a decisiones determinantes y búsqueda de redención y justicia sin rendirse jamás, haciendo un sutil debate sobre el arte robado y quién es su legítimo propietario, la historia incómoda del colaboracionisno ante el tirano nazi de todo un país frente a quienes lucharon en la resistencia (el instante con Altmann teniendo que revivir su pasado trágico es sencillamente, descorazonador), hasta alcanzar el triunfo, una victoria que nos toca el alma, y nos hace aplaudir de júbilo ante el sufrimiento pasado, porque todos deseamos un final feliz en cada historia, aunque estos no se den en todos los casos, aquí sucedió, y recordemos, La dama de oro, es

una historia real.

Woman In Gold, el proyecto

altCon producción de Harvey “Manostijeras” Weinstein (apodo ganado a pulso por su tendencia a estar encima de todos los departamentos hasta el punto de sacar de quicio a todo quisque, con especial detalle a montadores y departamento de edición, que directamente le detestan, y no es un eufemismo), y dirección de Simon Curtis, director y guionista cuyos mayores méritos hasta la fecha eran su trabajo para varias producciones televisivas de la BBC, el film de 2011 My Week with Marilyn, y tener el buen gusto de haberse casado con Elizabeth McGovern, actriz como la copa de un pino y de una belleza clásica inolvidable, famosa durante los ochenta (Érase una vez en América o Ragtime, eso ya lo dice todo), y que aquí realiza un cameo como juez.

altCurtis no es precisamente un adalid de suntuosos movimientos de cámara ni de elaboradas y vibrantes puestas en escena. Su academicismo y estilo más bien teatral es quizá uno de los puntos menos fuertes del film. Sin embargo, lo que no se puede negar es que es un gran director de actores, y la prueba es, no ya la una vez más soberbia interpretación que entrega una sublime Helen Mirren, sino haber extraído una interpretación matizada hasta el arabesco, brillante y palpitante de un actor de comedia como Ryan Reynolds, que sin duda estaba esperando esta oportunidad con ansia desde hace mucho tiempo. Si a ello le añadimos la labor secundaria, pero siempre bienvenida de clásicos inmortales de la escena como Jonathan Pryce, Charles Dance o Alan Corduner, y el acertado reparto secundario con una maravillosa Tatiana Maslany como la Maria de la época nazi, Max Irons, Antje Traue o un empático y humano Daniel Brühl, obtenemos como resultado un film importante por los temas tratados, bien realizado, con pulso y ritmo, pero sobre todo una película que cuenta el triunfo del espíritu humano en circunstancias desoladoras, caldo de cultivo de la injusticia administrativa y la desidia, y prueba de que con fuerza de voluntad y riesgo asumido, algunas veces,

la historia acaba bien.

Una colaboración transoceánica inédita, un score espléndido, la partitura de La Dama de Oro

altLa creación de la partitura original de Woman in Gold entre Martin Phipps y Hans Zimmer es cuanto menos curiosa, como bien tuvo la amabilidad de narrarnos el propio Phipps en la entrevista que recientemente concedió a BSOSpirit para hablarnos sobre esta obra (ver entrevista). Lo cierto es que es un dato curioso que el compositor teutón sea coautor de una partitura con otro músico no perteneciente a su compañía Remote Control, con la excepción de James Newton Howard en los dos primeros Batman de Christopher Nolan. Pero como bien nos índica durante la entrevista Phipps, se trató de un cúmulo de circunstancias lo que llevó a esta simpática, y debemos decir totalmente sobresaliente, colaboración entre el Reino Unido y USA, un viaje sinfónico transoceánico paralelo al que hacen los protagonistas de la trama, Randy Schoenberg y Maria Altmann, para hacer justicia, y recuperar La dama de oro.

altHans Zimmer tomó las riendas basicamente del prólogo del film, la llegada a Viena que comienza la batalla legal, las primeras evoluciones de Randy y Maria, la toma de contacto con la sociedad artística vienesa, y la visión mezcla de pasado y presente de la capital austriaca, el flashback a la invasión nazi que nos lleva a una de las más intensas escenas de persecución y musicales del cine reciente, con la Gestapo en pleno lanzada a una cacería implacable de Maria y su prometido por todos los rincones de Viena, mientras que Martin Phipps se encargaba de los temas de personajes, dotando de personalidad a través de la música a los Altmanns, a Maria, a Randy, a la decisión  y discurso final y al espíritu de una mujer que con ayuda de su sobrino, nunca se rindió, por muy alta que fuera la montaña que se abría a su paso, ella siempre coronaría,  alcanzando el triunfo cuando más dificil era todo, en casa enemiga y en un juicio aparentemente amañado.

altAl margen de los tres temas preexistentes que abren el CD de Sony Classical, el score original arranca con la pieza “Restless”, en la que Hans Zimmer describe el proceso artístico de Gustav Klimt y la creación del Retrato de Adele Bloch-Bauer I, La dama de oro del título, con un tono entre ensoñador, hipnótico y obsesivo en forma de vals lento para piano, celesta y fondo sonoro sintetizado. Martin Phipps nos ofrece entonces uno de los momentos por antonomasia del score, con el desarrollo completo del motivo central, tal como tiene lugar en los títulos de crédito finales, “Maria Altmann”. Un sonido entre diapasón y tic tac de un reloj que marca el inexorable paso del tiempo junto a un etéreo piano y atmósferas de sintetizador que van dando paso a cada nuevo giro a la melodía central del film y a la definición personal de Maria, en un dulce crescendo circular que gana en matices e intensidad emocional a cada escucha.

altEn “The Belvedere”, Phipps nos presenta una de las versiones más emotivas del tema de Maria, para su reencuentro en este museo, orgullo de Austria, con la pintura que recogía el retrato de su tía Adele, creado a base de líneas de oro por Klimt. Cómo la música anticipa el reencuentro, cómo nos define cómo se siente Maria al pasear por los corredores y volver a ver de nuevo la pintura después de cincuenta años, introduciéndonos en su cabeza y sus emociones, es la obra de un maestro de la música de cine. Phipps lo logra con prestancia y solera  haciendo que nos demos cuenta ya en este punto ya que nos encontramos ante una gran partitura, pasando de texturas sintetizadas y líneas de un doliente chelo a la definición musical del dolor ante un tiempo pretérito que ya no se puede cambiar, con un crescendo atonal final que nos lleva al…

pasado de una Viena tomada por el ejército nazi, y unas gentes y una sociedad dividida entre el colaboracionismo, la resistencia y la supervivencia, descrita por Hans Zimmer en un corte de tono clásico a base de un piano dulce, cuerdas, y lo que pudiera ser un címbalo en el fondo sonoro, de cariz aparentemente descriptivo y bucólico pero amenazador en la sombra ante lo que ha de venir, “Viena”.

altRegresamos al presente de la mano de Phipps, que con un piano intimista, fagot y guitarra va definiendo la labor del abogado «Randy Schoenberg», y su toma de decisión por muy halagüeño que el futuro se le presente en su actual firma, optando por abandonarlo todo y establecerse por su cuenta para ayudar a Maria en su cruzada.
 

 

El violín solista en registros agudos acompañado del chelo nos zambulle en el drama con sutiles añadidos sintetizados y rasgueos de cuerdas, “Open The Door”, tema en colaboración Phipps/Zimmer, mientras la trama se complica y el gobierno austríaco da buena cuenta de su falta de corazón. La tensión se acrecienta y los registros agudos y las notas alargadas de las cuerdas son interrumpidas por notas sueltas puntuales al piano que van conduciendo al oyente a una inquietud muy real, previa a una huida para la historia, la Gestapo y Maria Altmann frente a frente, “Apotheke”.

altY es que llegamos a uno de los momentazos del score, y aún añadiría del presente año musical, con la descripción apoteósica de una huida de leyenda por toda Viena, la de Maria y su prometido escapando por los pelos a cada paso, de policía y ejército alemán, para alcanzar a tiempo el aeropuerto, usando todo tipo de estratagemas y jugándose la vida a cada nuevo giro del destino. Cómo Hans Zimmer desarrolla una idea inicialmente planteada en “Restless” y la lleva al paroxismo, es de una intensidad, emoción y grandeza sin parangón, “Fleeing Vienna”, en un crescendo apoteósico que deja sin respiración y en el film pone al borde del asiento al espectador como pocas veces en los últimos tiempos. Estamos ante un temazo en toda regla, que incluso en su último minuto, literalmente deja sin respiración con el ostinato a clave final hasta…

alt…la entrada del sintetizador percutante que denota los latidos del corazón de los protagonistas en el aeropuerto vienés ante la seguridad nazi, “Flight To Cologne”, y la tensión que casi ahoga y deja sin aire, lograda a nivel musical con una especie de entrecortada llamada de auxilio, representada por un efecto similar a un quejido, y una percusión sostenida que hace irrespirable el momento logrando una tensión desaforada. Hasta que efectúa su aparición el piano, anunciando la libertad por fin al alcance de la mano, y todos suspiramos aliviados, para regresar tras el tema de Hans Zimmer, a la labor de Martin Phipps y al presente, con las triquiñuelas judiciales del gobierno austriaco para manterner La dama de oro en el Belvedere. Ello mediante un pimpante, de carácter progresivo y parcialmente optimista de cara a soslayar el posible final feliz, “First Hurdle Down”,  y un más oscuro “Art Theft”, representación musical de la odisea judicial, atentos a los juegos y requiebros de la percusión entre las puntuales entradas y salidas de las cuerdas, vibrantes, y la aparición de nuevo de la idea para la persecución, que denotan la autoría de este tema como zimmeriana.

Un sonido como de roce de cristal y unas cuerdas ligeramente fuera de tono nos intranquilizan de nuevo. Estamos ante los instantes definitivos y este es el momento en el que el riesgo a lanzarse ya no tendrá vuelta atrás. El juicio se celebrará en Viena y el juez y el jurado serán austríacos, “Statues”. Rien ne va plus…

altEntramos en la fase decisiva y el score obtiene un final a la altura, alcanzando la emoción más diáfana en el oyente, que se enfrenta ante la conclusión de todos los motivos presentados en la partitura, obteniendo como recompensa los instantes más bellos de la obra, incluyendo un último flashback lleno de lirismo. El trabajo de Randy llega a su final, y todo se decidirá tras un discurso final que no puede catalogarse de otro modo sino de memorable, “Final Testimony”, con la melodía al piano aumentando y aumentando matizando el estado de ánimo del protagonista ante el instante probablemente más importante de su vida con un crescendo a piano, mientras el apoyo de la electrónica y progresiones a las cuerdas  actúan en segundo plano.

altEs ese instante, cuando Maria recuerda una escena previa, que ahora descubrimos íntegra, en la que sin el espectador saberlo, iba a despedirse para siempre de su familia para viajar fuera de Austria. Ahora ya conocemos que nunca más volvería a verlos, y nuestros sentimientos ante sus palabras, que ahora sí escuchamos, y las de sus padres, acompañadas de uno de los temas del año, “The Language of Our Future”, desembocan en las lágrimas y un nudo en la garganta, mientras las cuerdas desgranan el tema de los Altmann, que ya es el de Maria, y una despedida se forja: “Hablemos en inglés, digámonos adiós en el idioma de nuestro futuro”. Y algo se nos rompe por dentro, mientras Phipps de forma honesta concluye el desarrollo de manera intimista sin recargar demasiado (menos es más) desgranando musicalmente un corazón y un alma, cuyo sufrimiento fue elevado, pero cuya fuerza fue y aún sigue siendo, aún mayor, y gracias al espíritu de su familia y de su pasado, jamás se rindió, convirtiendo el título del film y de la novela en una definición perfecta, aparte de una obra de Klimt, de sí misma.

altLa obra concluye con un preciosista piano y un desgarrador y hermosísimo chelo, “I Lived Here”, en un emotivo y precioso recorrido por los temas principales del score, rindiendo homenaje a los Altmann que a lo largo de los tiempos han ido existiendo a lo largo y ancho del mundo, de toda raza y credo, enfrentados a la injusticia, la tragedia y la sinrazón, y cómo su lucha, su pasión, su renuncia, y su eterno coraje define el espíritu humano, y aquello que dota a éste de grandeza, aquí representado por Maria Altmann y su cruzada por la justicia, y la restitución del honor familiar, recuperando

 

“The Woman in Gold”.