11. For the Dancing and the Dreaming (03:07) performed by Gerard Butler, Craig Ferguson & Mary Jane Wells
12. Battle of the Bewilderbeast (06:26)
13. Hiccup Confronts Drago (04:06)
14. Stoick Saves Hiccup (02:24)
15. Stoick’s Ship (03:48)
16. Alpha Comes to Berk (02:21)
17. Toothless Found (03:46)
18. Two New Alphas (06:06)
19. Where No One Goes (02:45) performed by Jónsi & John Powell
«Dragon Racing»
«Flying with Mother»
«Stoick Saves Hiccup»
La capacidad del compositor para dar forma nueva y hasta propia a una obra con temas sólidos ya creados y de aceptación mayúscula, como fue Cómo entrenar a tu dragón. Aquí consigue introducir tres temas fundamentales que combina como nunca con los pasados y da vida a una personalidad musical arrolladora.
El único aspecto que pudiera perjudicar la grandeza de esta composición radica en ser la segunda parte de otra maravillosa ya existente. A mi entender, esta que tratamos es ligeramente más compacta que la primera, por lo que si la primera entrega no existiera estaríamos ante una partitura perfecta (si no lo es ya).
La secuencia en la que el padre salva a su hijo y sacrifica su existencia está a un nivel extraordinario y compendia, sin ninguna duda, el valor absoluto de partitura y argumento. En la unión de imagen y notas se cobija una fuerza descomunal, portadora de los valores completos de la obra y de una calidad compositiva muy fuerte (“Stoick Saves Hiccup”).
BSOSpirit opina
Nota media: 8,78
Ángel Aylagas (9), Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (10), Óscar Giménez (10), Ignacio Granda (7), Juan Ramón Hernández (9), David Martínez (8), Sergio Rivas (10), David Sáiz (7)
Tierna y alocada inteligencia compositiva que roza la perfección
Conseguir una composición variadísima manteniendo la unidad estable y formada es verdaderamente complicado. Powell practica en esta obra un alarde de maestría como pocos compositores consiguen durante toda su carrera. Y todavía podemos ir más allá: el artista logra una creación fantástica teniendo tras de sí la primera parte de la aventura, sin duda otra banda sonora a la altura de muy pocos. Cómo entrenar a tu dragón 2 modifica los temas principales de la primera entrega y los distribuye con habilidad alrededor de un motivo nuevo y hermoso que Powell ofrece envuelto en delicadeza, grandeza, heroicidad y ternura, a cada momento la característica apropiada. Gran detalle: con la introducción en la partitura de una sola y principal idea nueva (las otras secundarias podrían permanecer inexistentes y la sensación que comentamos no cambiaría) el autor llega a convencernos de presenciar, escuchar y disfrutar un score totalmente fresco y, con todo, referenciando la historia y personajes ya existentes. Delicioso.
La cinta se inicia activamente y la narración enseguida forma parte directa de la aventura. Corroboramos los méritos de Cómo entrenar a tu dragón ya sólo asistiendo a los primeros minutos: ritmos frenéticos parados hábilmente e inyectados con sutilidad entre melodías de ternura. Este comienzo, no más de 20 minutos, se estructura de forma habilísima por parte de Powell en una introducción (“Dragon Racing”), donde el autor compendia la múltiple partitura de la anterior entrega (identificando y sellando así, absolutamente, la historia) y la aparición estelar del nuevo tema principal, asociado de lleno a las dos grandes figuras de la saga (Hipo y Desdentao) en unión con la nueva de la madre, justo cuando los dos amigos se paran (sin saberlo) a los pies del desconocido territorio donde ella, desde hace años, aguarda viviendo con los dragones (“Together We Map the World”).
Podríamos sentenciar que nos adentramos en un guión absolutamente musical. Y gratas sorpresas nos aguardan cuando, avanzada la historia en este primer tercio, vamos percibiendo gotas frágiles pero presentes de secundarios motivos novedosos que tardan lo mismo que lo hacen en aparecer personajes nuevos y secuencias clave. El tema de Valka (la madre) nace misterioso y entrañable (“Should I Know You?”) y Powell, astutamente, emplea por primera vez desde la original aparición mencionada el nuevo motivo principal del filme en su matiz tranquilo (“Valka’s Dragon Sanctuary”; a partir del 00’48”) cuando madre e hijo se juntan e identifican en un exquisito y tierno enlace hijo (y dragón)-paisaje-madre (y dragones) que abarca, en su totalidad, desde la aparición en pantalla del joven hasta su encuentro con la madre, versionando en estos minutos, durante los fragmentos de acción, dicho motivo musical. Es la forma exacta en la que un verdadero artista de la música para el cine consigue mantener la atención del espectador mediante su “literatura musical”: en el momento exacto y sin premura excesiva.
El final de la primera media hora y el inicio del segundo tercio de metraje (con la incorporación del tema sobre el malhechor vikingo Drago), dejan escritas las intenciones absolutas de la partitura y dan paso a un desarrollo estudiado, serio y preciso.
La parte central de la aventura se inicia con una escena espectacular, fusión del nuevo tema presentado de Valka (que en realidad no es propio de la madre, sino el reflejo del sentimiento pacífico de fusión entre los seres vivos o del ser humano con la Naturaleza) con el principal, los dos más importantes de esta segunda entrega (“Flying with Mother”). Powell adopta ahora una postura literalmente narrativa y controladora, y madre e hijo inician su conocimiento interior y el descubrimiento de sus vidas en común. Aparecen dos nuevos temas, fuertes, poderosos y guías de esta parte central. Su nacimiento y desarrollo son una delicia para el estudioso. El tema de Drago en “Meet Drago” (a partir del 01’40”)
y el tema de Estoico en “For the Dancing and the Dreaming”.
Esta última pieza está compuesta por Powell en colaboración con el guitarrista y vocalista islandés Jónsi (junto a “Where No One Goes”). Powell los combina de forma brillante, produciéndose de nuevo un inicio y final delimitados por ambas composiciones que inician y cierran, con la tragedia que devasta a los vikingos de Isla Mema, esta segunda división del argumento.
Llegamos al último tercio de aventura y presenciamos uno de los fragmentos de cinta más perfectos y exquisitos que se han compuesto en los últimos años. Aquí tenemos el ejemplo de un compositor dominando todas las facetas del desarrollo del guión. La manera cómo Powell cambia de registros en un mismo tema es inigualable y al alcance de tres o cuatro artistas, no más. Nos referimos a la batalla que se genera tras acudir el ejército de Drago Puño Sangriento a la guarida de dragones de la madre de Hipo (“Battle of the Bewilderbeast”).
John Powell inicia un alarde de vaivenes compositivos dando uso a todos los temas conocidos de la historia y los junta de tal forma que nadie podría ignorar su influencia en la escena. La habilidad para crear paradas e inicios es asombrosa. Y más aún, la unión entre la narración musical de esta batalla, la ternura de la siguiente secuencia (“Stoick Saves Hiccup” y la inmaterial “Stoick’s Ship”) y de nuevo la acción de la tercera, en la que los dragones infantiles llevan a los personajes de regreso a su isla, es ejemplar. Nos encontramos en el clímax musical de la historia desarrollada en las dos entregas.
El final está inteligentemente compuesto. Tras la apoteosis comentada, llega la escena en la que compositor y director optan por un apoyo de notas que sólo refuercen el desenlace, nada de alardes y excesos. Bien hecho, y concluyendo la hazaña con el tema principal referente a la entrega inicial de la saga.
Después, grandes créditos finales y unos adornos étnicos y corales introducidos con maestría. Sin duda, nos encontramos ante una de las obras más importantes de los últimos años y, con seguridad, de las dos o tres mejores para animación de la presente década. Un lujo de partitura que nadie debería desconocer ni pasar por alto. Estamos ante uno de los más grandes compositores actuales cuyo dominio de la ternura, las líneas compositivas y modulaciones y los estudios trabajados de una estructura bien organizada en sus obras son un ejemplo a seguir, tal vez algo ocultos tras una metodología de dar cuerpo a la música grandilocuente pero extraordinaria y nada carente de genialidad.
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