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  Impressions of America

 
Patrick Doyle
     
Año:   2013
Sello:   Varèse Sarabande
Edición:   Normal
Nº Tracks:   15
Duración:   43:02
     
 
 
 
 
 

Reseña por:
Óscar Giménez

 
1. Washington DC (2:07)
2. Pumpkin Pie (1:40)
3. Christmas in New York (3:15)
4. Transcontinental Railroad (3:07)
5. The Great Depression (3:16)
6. Mount Rushmore (2:31)
7. Prairie Sunrise (2:57)
8. Winter in Alaska (3:46)
9. Decaying City (1:55)
10. Yosemite (3:51)
11. Death Valley (4:03)
12. Rushing Rapids (3:55)
13. The Great Plains (2:47)
14. Old Glory (1:22)
15. Thanksgiving (2:30)
 
 

«Washington DC»

«Christmas in New York»

«Yosemite»

«Great Plains»


Impressions of America es una obra agradable de escuchar, una suite para cerrar los ojos e imaginar paisajes. Es un divertimento que no busca el lucimiento del compositor, sino el de una joven orquesta de niños y adolescentes. 


En el contexto de por qué y para quién está escrita la música, no se me ocurre nada negativo.


«The Great Plains».

 

 
Un escocés en el Nuevo Mundo
 

altCon motivo del sexagésimo cumpleaños de Patrick Doyle, Varèse decidió sacar a la luz un encargo ciertamente especial del compositor escocés. Se trata de esta suite titulada Impressions of America, 15 temas inspirados en sus experiencias al otro lado del charco a lo largo de los últimos 25 años.

Doyle no solamente plasma a través de sensaciones musicales el impacto que le han causado los paisajes de Estados Unidos, desde las grandes llanuras al Valle de la Muerte o el Monte Rushmore, puesto que sus piezas evocan elementos sueltos como una tarta de calabaza, la bandera de barras y estrellas, la celebración del Día de Acción de Gracias o las impresiones de una ciudad en decadencia.

Impressions of America es, por lo tanto, una colección de sensaciones, una exposición de arte impresionista que exhibe piezas musicales en lugar de cuadros.

Seguro que hay quien tachará de simple este repertorio. Es cierto, son piezas sencillas. No se observa ninguna pretensión innovadora ni virtuosística, pero tiene su explicación. Y es que es una suite compuesta para ser interpretada por una orquesta de niños y adolescentes.

altPatrick Doyle es patrono de la National Schools Symphony Orchestra (NSSO), un proyecto que nació en 1994 en Reino Unido con el fin de ayudar y estimular a los jóvenes músicos. Hace un par de años el director de esta orquesta, David Evans, le preguntó a Doyle si tenía piezas que pudieran interpretar los jóvenes músicos en concierto. En vez de arreglar música ya existente, el compositor decidió crear algo nuevo y específico para la NSSO.

El resultado son estas Impressions of America, temas hechos a medida para que, dentro de su sencillez interpretativa, sean lo suficientemente exigentes como para que los chicos y chicas se esforzaran para hacerlos sonar bien en público. Eso sí, en la grabación de Varèse los que tocan son músicos profesionales de la Hungarian Studio Orchestra (algo alejados de las praderas de Wyoming) bajo la batuta de James Shearman.

En cuanto a la música, puede decirse que hay mucho del estilo propio de Doyle, aunque algunas piezas pueden recordar a trabajos de otros compositores. Son muchos los que, a su manera, han descrito en el pentagrama las grandes llanuras, los desiertos y las montañas de Norteamérica –Aaron Coplan lo hizo de forma magnífica-, así como las ciudades y los sentimientos americanos. Son ideas sobre las que existen clichés establecidos de los que es difícil escapar. Por otra parte, también es cierto que en una obra titulada “Impresiones de América” sería absurdo describir el invierno de Alaska con una mandolina o la “Old Glory” con un duduk. En cualquier caso, cada cual encontrará sonoridades y melodías que le pueden recordar a Thomas Newman, a John Williams o incluso a Jerry Goldsmith. En mi caso algún fragmente me recuerda a su “Soarin’ Over California”, aquel maravilloso tema –impresión, al fin y al cabo- que escribió para una atracción de parque temático.

El disco arranca con una fanfarria de metales que nos introduce en la monumentalidad de capital del país, en la que Doyle pasó tres años. “Quería escribir sobre lugares en los que he estado y he amado”, explica el compositor. “Washington DC” es un inicio espectacular para esta suite, una pieza cargada de majestuosidad con protagonismo casi absoluto de los bronces.

“Pumpkin Pie” es totalmente diferente. Aquí el protagonista es el piano, con una melodía dinámica y ligera de aire folclórico que trata de recrear la inolvidable primera vez que el compositor probó en Nueva York un pastel basado en el sabor de la canela.

altLas maderas inician la evocadora melodía de “Christmas in New York”, una bella pieza en la que también las cuerdas y la percusión recrean los recuerdos de las Navidades que el compositor pasó en la Gran Manzana.

Desde allí comienza el viaje en tren. “Transcontinental Railroad” mantiene un ritmo constante que se trabajan todas las secciones –con un efecto de percusión que recuerda a la expulsión de vapor- y sobre el que evolucionan las cuerdas y maderas. El abatimiento llega en forma de adagio en “The Great Depression”, una pieza de carácter triste en la que figuras de piano se superponen a las cuerdas.

Con “Mount Rushmore” regresamos a la monumentalidad. Una trompeta da la salida y su melodía la repite una trompa. La entrada de las cuerdas mantiene el carácter noble de la pieza dedicada al monte donde están esculpidos los rostros de cuatro de los más famosos presidentes del país.

Por su parte, las cuerdas arrancan “Prairie Sunrise”, pasando de las notas graves de contrabajos y chelos a las más agudas de violas y violines para expresar el efecto del amanecer en la pradera. El tema que parece ir llenándose de luz a medida que progresa.

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El piano y los metalófonos con notas cristalinas evocan el efecto helado de “Winter in Alaska”, con flautas que adornan este tema gélido y bello al mismo tiempo. Más oscuro es “Decaying City”, una pieza con sonoridad tenebrosa para describir la sensación que produce la podredumbre urbana, pues ya sabemos que en Estados Unidos no todo son hermosos paisajes.

altLa música descriptiva de carácter más luminoso vuelve en “Yosemite”, dedicado a uno de los parques nacionales más famosos del continente. Es una pieza de muchos colores, que salta de la ligereza de las flautas a la nobleza de las trompas y a las progresiones de las cuerdas alternativamente, con un tramo central que es puro Doyle.

La música de “Death Valley” describe con largos acordes la sensación de soledad e inmensidad –incluso de sed- que puede producir en cualquiera perderse en el Valle de la Muerte. Las cuerdas, con ligeras disonancias, producen ese efecto, al que se unen aislados toques de percusión. Es la pieza más larga y atonal de la suite.

Por el título estaba claro que “Rushing Rapids” debía tener un dinamismo más evidente que el corte anterior. Doyle reproduce la velocidad de las aguas de los ríos americanos con florituras de cuerdas e intrincados juegos de violines, logrando un efecto realmente dinámico.

El tema que más me gusta es el dedicado a las grandes llanuras. “The Great Plains” desborda majestuosidad en un estilo que es Patrick Doyle cien por cien, con trompas, trompeta y cuerdas grandilocuentes sobre una base rítmica basada en percusión y guitarra. Es uno de esos temas grandiosos a los que nos tiene acostumbrados y que no dejan de crecer en intensidad.

“Old Glory” es el apodo que utilizan los estadounidenses para referirse a su bandera. En este caso, lo que evoca Doyle con esta pieza es pura nostalgia, un tema breve cargado de melancolía. Finalmente, “Thanksgiving” constituye el colofón de esta suite. Es un corte que comienza con aire de nostalgia contenida hasta que, justo en su mitad, cambia hacia un sonido más alegre, subrayado con dinamismo por la percusión, el piano y las maderas. No es un final demasiado espectacular, pero sí un broche que cierra esta recopilación de impresiones de forma desenfadada y optimista.

En conjunto, Impressions of America es una colección de piezas descriptivas escritas con relativa sencillez. No es un disco para paladares melómanos exigentes que busquen arriesgadas complejidades compositivas. Cabe considerarlo una pieza de concierto, pero, como ya se ha dicho, creada para que la interpreten niños y adolescentes. Tampoco es una obra para aquellos aficionados que busquen desbordantes temas de acción del Doyle más desenfrenado. Más bien es un disco para degustar en reposo, con los ojos cerrados, imaginando la nieve caer sobre Central Park, salir el sol por el horizonte o una gran manada de bisontes pastando en la llanura.