Translate it to English (by Google)
Inicio Microsites Archivo Monográficos Entrevistas Enlaces Ultimates
Film Music Search
Teletipo BSOSpirit

Mi Viaje a la Línea

Hay ciertas ocasiones en la vida de todo buen aficionado a las bandas sonoras en que descubre algo especial en una pieza concreta de música de cine. Un tema, el corte de un compacto, que le transmite al oyente algo especial, un mensaje fantástico a través de la música de manera que los sentimientos del emisor (el score) y el receptor (el aficionado) se hacen uno sólo. Esto es exactamente lo que me ocurrió en 1999 cuando escuché la pieza "Journey to the Line" de la banda sonora The Thin Red Line, compuesta por Hans Zimmer. Lo que me gustaría exponer en el presente artículo es todo lo que encierra dicho tema, todos sus sentimientos, sus mensajes, sus intenciones, que van más allá de la mera función descriptiva de la música de cine. Para empezar podemos decir que The Thin Red Line no es el tipo de película habitual en el género bélico, sino que aboga por un mayor análisis de la naturaleza humana y del sentido de esa barbarie que es la guerra (en este caso La Segunda Guerra Mundial). Dirigida por Terrence Malick nos encontramos una película donde cada plano es una bella fotografía, donde el guión es pura filosofía sobre el sentido de la vida y donde la música cumple un papel primordial en la representación del sentimiento de la historia.

¿Qué es esa delgada línea roja?: Podemos entender dicha línea en dos sentidos principalmente. En primer lugar como la fina frontera que delimita la vida de la muerte, una demarcación invisible, abstracta e incorporal que en una guerra puede ser cruzada en cualquier momento. Los soldados protagonistas de esta historia se ven sometidos a la continua presión de saber que en cualquier momento pueden cruzarla. Da igual lo fuerte, rápido o listo que seas, como da igual que tengas familia y seres queridos que opinen que eres una bella persona. Si te llega el momento, si estás en el momento equivocado a la hora equivocada, vas a morir de todas formas. El segundo de los sentidos que podemos resaltar de dicha línea es como la frontera entre la cordura y la locura, la última puerta a la demencia, el fino muro que separa a cualquier hombre normal y corriente de cometer las mayores atrocidades. Sin duda la guerra saca lo peor del hombre, esa presión que comentábamos antes, ese odio hacia tu enemigo, el hecho de verte rodeado continuamente de compañeros y amigos muertos o brutalmente heridos... el hecho de matar a personas acaba con la cordura de cualquiera. Y cuando esto ocurre tan sólo basta un pequeño paso para cruzar una delgada línea roja y entrar en la locura.

De esta forma, podemos entender la guerra como un viaje, un camino que recorren todos los soldados, da igual del bando que sean, hacia ese límite entre la vida y la muerte, entre la cordura y la locura. Aunque el primero de los sentidos es evidente que está presente en la película, es el segundo significado el de mayor relevancia, así como el de mayor complejidad a la hora de representarlo cinematográficamente y, por supuesto, musicalmente. Hans Zimmer aborda este viaje principalmente en su pieza "Journey to the Line", como a continuación expondremos. Todo ello ligado a la secuencia que en la película dará lugar a que asistamos al verdadero significado de la delgada línea roja: el ataque a un vivac japonés.

Para empezar, desde el inicio de esta pieza escuchamos un incesante reloj que marca el paso del tiempo, una cuenta atrás hacia la indeseada meta a la que se ven abocados los soldados protagonistas. El tiempo es en este sentido un elemento fundamental en la presión psicológica a la que se ven sometidos los protagonistas, una fuerza invisible que te empuja sin compasión a las cercanías de la línea, una condición a vencer si se quiere mantener la vida y la salud mental. Pero nadie puede parar el tiempo, nadie puede frenar la evolución y el natural devenir de la naturaleza humana bajo un contexto tan demoledor como es la guerra. Es el reloj el vigilante, aquel que llegado el momento, cuando no se pueda aguantar más, soltará la Espada de Damocles sobre los soldados y les hará rebasar la línea.

Tras este comienzo con el inmortal "tic-tac" empezará Zimmer a desarrollar la pieza. Poco a poco van surgiendo notas en tono grave, sostenidas en el tiempo y con tono claramente amenazante. Este comienzo define el primer estado de ánimo por el que pasarán los soldados: el miedo, la amenaza, el riesgo, la tensión y el horror de saber hacia dónde se dirigen sus destinos. La amargura de saber que el viaje ha comenzado. Poco a poco esta música irá ganando en tonos agudos, pero sin perder el estilo de las notas largas y sostenidas, reflejando el lento pero incesante caminar de los "condenados" hacia su fatal desenlace. Sin prisas, pero sin pausas, la música recoge a la perfección el triste significado del trayecto que están recorriendo los soldados, es un proceso de transición lento pero implacable. De esta forma, en pantalla asistimos al ataque a un asentamiento japonés, donde pese a ser una secuencia de batalla no es relevante el despliegue de efectos visuales y de tiros y explosiones, sino el profundo significado que tienen los hechos en la vida de esas personas, tal y como recoge la música.

De esta forma, conforme la pieza va ganando en intensidad nos va revelando los diferentes estados anímicos por los que pasan los protagonistas, desde ese inicio amenazante donde prima el miedo, a la presión y a la desesperación, hasta llegar al llanto y a la locura, rompiendo la música en un poderoso tema a la mitad de la pieza. De la misma forma, si atendemos al primero de los significados anteriormente explicados, la evolución que podemos ver en el ataque viene referida de nuevo en primer lugar al miedo, después a la desesperación, al dolor y finalmente a la muerte. En ambos casos, llanto y dolor coinciden en aquel momento en que la música adquiere mayor vigor, mayor intensidad emotiva, para posteriormente dar paso a la locura y a la muerte.

Tras esta primera parte de la pieza ya hemos superado la delgada línea roja. Una vez hemos cruzado la frontera, Zimmer opta por una música relajante, evocadora y espiritual, donde en lugar de reflejar el horror de lo acontecido prefiere optar (en una sabia decisión) por mostrar el estado anímico de los soldados una vez más. De esta forma, aquellos que cruzaron la línea para encontrar la muerte hallarán en esta música la paz, el alivio de haber pasado todo ese sufrimiento y haber abandonado la guerra, aunque fuera a costa de su propia vida. A su vez, aquellos que han participado en tamaña atrocidad tan sólo les queda el consuelo de haber pasado el dolor de la transición, para encontrarse en el inconsciente pero a la par feliz estado de la demencia. Es una música cuyo mensaje se puede traducir en "tranquilos, ya ha pasado todo, para bien o para mal, ya habéis cruzado la línea", cerrando así este sobrecogedor viaje, mientras vemos en pantalla pilas de cuerpos muertos así como soldados realizando actos completamente demenciales (como aquel que comienza una macabra colección de dientes de enemigos vencidos).

En definitiva, pocas veces he podido asistir en una pieza de música de cine a una representación tan fiel y tan clara de un mensaje tan complejo. Bajo una pieza que quizás técnicamente algunos la vean demasiado sencilla se esconde un mensaje simplemente abrumador. Un tema que sin duda ha pasado a ser uno de los grandes de la historia de la música de cine. Puedo afirmar, sin dudarlo, que yo viajé a la línea con Zimmer... y me gustó.

Miguel del Chicca

 
Em@il to webmaster , docmaster . Best viewed : 1024x768 or higher.