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Una velada de música de cámara con Philip Glass

31 de mayo de 2009.
7.30 p.m.

Teatro Arriaga interiorEs un domingo soleado en Bilbao. De hecho, es el último domingo del mes de mayo con menos sol de los últimos años.

Philip Glass ha escogido la ciudad para cerrar su gira de conciertos por tierras españolas, que comenzó el veintidós de mayo. Y llega a Bilbao después de haber visitado Santander, Úbeda, Burgos y Gijón.

La velada, que se antoja íntima, tiene lugar en el Teatro Arriaga de la capital vizcaína. Un clásico dentro de la vida social y cultural de la villa. Lugar de referencia tanto para el teatro como para la música. Y situado al lado mismo del casco antiguo de la ciudad.

Instantes antes del concierto, se siente la vida alrededor del acceso al recinto. Y se ve gente de lo más variada: desde el reportero del diario local hasta un grupo de jóvenes alternativos. Gente vestida de gala y aficionados en camiseta. Igual que la sensación de domingo por la tarde que se disfruta en el resto de la ciudad.

La verdad es que se va animando el ambiente. Es una grata sorpresa comprobar que Glass ha congregado tanta gente. La última vez que se interpretó algo suyo en el Palacio Euskalduna, dentro de la programación de la Sinfónica de Bilbao, el público fue abandonando el auditorio paulatinamente. Parece que, esta vez, no va a repetirse la experiencia.

7.45 p.m.
Interior del teatro

Teatro Arriaga interiorUna vez dentro, llega el momento de buscar la butaca asignada, de dejarse impregnar por la agitación previa a cualquier tipo de evento, de coleccionar papeles. Sobretodo, el programa. Una hojita que te sirve de guía en contados momentos y te molesta el resto del tiempo. De todas formas, siempre es un buen entretenimiento antes de que dé comienzo el espectáculo.

En esta ocasión, es una ayuda relativa. La velada deparará varias sorpresas. La primera de ellas, un programa bastante más abierto de lo que aparece en el folleto. Un pequeño punto que puede ensombrecer la experiencia a los perfeccionistas. Lo anunciado no va a coincidir exactamente con lo que se interpreta en el escenario. Las explicaciones entre actuación y actuación situarán al oyente en cada una de las piezas, siempre y cuando éste entienda perfectamente el inglés. No se puede pedir todo, pero habría estado bien añadir una separata fotocopiada a la colección de papel. Aunque es probable que el cambio de programa se efectúe sobre la marcha.

No importa. La música se puede disfrutar igual. O, tal vez, más todavía. No hay nada en lo que pensar, sólo existe ella.

Aún quedan diez minutos y todo el mundo manosea sus papeles, se abanica con ellos o los lee.

Philip GlassPhilip Glass

Poco se puede escribir de Glass que no se haya escrito ya. Poco se puede comentar del Minimalismo que no se haya comentado ya. Pero sigue habiendo espacio para la polémica. Para el “me gusta” o para el “lo odio a muerte”.

A pesar de ser uno de los máximos exponentes del estilo minimalista, al mismo Glass no termina de convencerle el término. Él sigue prefiriendo emplear la expresión música de estructuras repetitivas. La música de las olas. Olas que van y vienen. La música de los motivos cortos y elegantes. La música de las capas. La música que se repite, que es igual y que, sin embargo, sin que te des cuenta, cambia.

Y, por encima de todo, la música de Glass. La música de un hombre de una sólida formación clásica en la Julliard School. La música de un hombre que estudió en París con Nadia Boulanger. La música del hombre que se quedó prendado del estilo oriental. Del estilo de vida y del estilo musical.

A veces, hasta es posible imaginárselo conduciendo su taxi a finales de los sesenta, de vuelta a los Estados Unidos. Una mancha amarilla más en la noche de Nueva York. Gentes diferentes que suben y bajan. Quizá, siempre la misma persona. Repitiéndose.

Tal vez las sombras de todas esas personas lo acompañen esta noche, mientras se sienta frente al piano.

Wendy Sutter

Wendy SutterResulta imposible para la imaginación evitar fantasear con el chelo de esta gran intérprete. Ex Vatican Stradivarius. Tan sólo el nombre nos transporta a otras veladas musicales. Hace años. Hace muchos años. Siglos. En la Capilla Sixtina.

Una obra de arte que no merece apagarse en un museo y morir. Que necesita estar viva. En la soledad de los ensayos, durante el día. Y en las grandes noches de estreno, alimentándose de las ilusiones de todo el mundo.

Me parece estar viendo a Wendy Sutter la noche de su debut como solista, a sus dieciséis años. Junto a una gran orquesta. Sin poder siquiera imaginar que el correr de los años la llevaría hacia el Ex Vatican irremediablemente. Que el mismo tiempo la haría seguir parte del camino en compañía de Glass, tanto profesional como personalmente.

Mick Rossi

Mick RossiEl descubrimiento. La sorpresa de la noche. Leer las breves líneas del programa no es suficiente para hacerse una mínima idea del talento de este artista polifacético: pianista, compositor y percusionista. En algo menos de quince minutos hará gala de todo su genio: tocando la celesta, el xilófono, los tambores, improvisando al piano…

Mick Rossi ha realizado múltiples grabaciones como solista, forma parte del Philip Glass Ensemble, dirige festivales y conciertos e, incluso, fue seleccionado para los premios Grammy. Un hombre del Renacimiento que siente auténtica pasión por la música.

8.00 p.m.
En el escenario.

Las luces se van apagando poco a poco. Una voz de ultratumba resuena por todo el auditorio, recordando que los móviles deben estar apagados y que los flashes desconcentran a los intérpretes. Se va haciendo el silencio en la sala. Y unos focos iluminan el escenario.

Sale Glass. Vestido de negro. Despeinado. Todas sus intervenciones durante la noche serán pausadas. Presentará las obras de una en una. Hablando despacio. Un tipo correcto, pero un poco apagado durante toda la noche. Se expresa mucho mejor al piano.

Études IV, II

EtudesLos estudios para piano de Philip Glass nacieron con una doble vertiente personal: como material adicional para conciertos como solista y como piezas para mejorar su técnica interpretativa. Esto explica la gran variedad temática y conceptual que puede apreciarse en los mismos. Pruebas y experimentos realizados durante los años noventa. Desde lo más simple a lo más complejo.

Para dar comienzo al concierto podemos deleitarnos con un par de piezas muy ajustadas. La primera es especialmente ágil y vivaz, alegre. Mientras que la segunda, más melódica, resulta reposada.

Songs and Poems for Cello

Songs and Poems for solo CelloEstas canciones y poemas representan la primera obra compuesta exclusivamente para chelo por Glass. Una obra que, posiblemente, no case cien por cien con el estilo al que estamos habituados, y es que el amor hace milagros, pero que aúna a un mismo tiempo el Barroco y el más puro espíritu romántico.

Los tres temas interpretados durante la gala son de una melancolía desgarradora, un lamento arrebatador de amor. Por desgracia, aunque la interpretación resulta muy audaz (en ocasiones, da la impresión de que es el chelo quien “lleva” a la intérprete), suena mucho más rica en el disco. A destacar que Wendy Sutter toca de memoria, a pesar de la exigencia de las piezas.

El único “pero” destacable es la innecesaria duración de esta parte del concierto, cortando el ritmo y haciendo que el conjunto se haga un poco largo.

Étude X

Este ágil estudio número 10 combina piano y percusión, siendo la tarjeta de presentación de Mick Rossi. La combinación suena jazzística e interesante, pero debido a la distribución natural en el escenario, da la sensación de que ambos solistas vayan por separado. No suenan conjuntamente. Una pena, porque la música es evocadora.

“Tissues” from Naqoyqatsi

NaqoyqatsLlegamos a la primera banda sonora de la noche. Y una muy popular entre los aficionados. Incluso, un espontáneo aplaude nada más oír mencionar el título de la película. Aplauso que termina tras un escueto “Thank you” de Glass.

Tercera película en una trilogía que podría denominarse de Arte y Ensayo, su título significa algo así como Ver la vida como una guerra en Hopi. La película trata sobre el conflicto entre el ser humano y la Naturaleza, siendo la música el anclaje orgánico, emocional, que tiene el espectador frente a unas imágenes impresionistas e incluso artificiales. Y un potente chelo nos da voz en el mundo.

Esta parte del concierto consiste en una pequeña suite formada por cuatro temas de la película. El primero de ellos, con predominio de la percusión, el uso de un gong, con un marcado sonido metálico y una interesante y leve reverberación en el ambiente. La parte principal de la “melodía” la construye el chelo, acompañado por unas suaves notas de piano.

El segundo tema tiene una breve introducción de chelo, muy arropado por la percusión. El estilo es claramente minimalista. Poco a poco, se van incorporando pequeñas variaciones. Glass permanece en pie frente al piano, acariciando suavemente las cuerdas con la mano. Una a una. En momentos puntuales. Y, tal y como empieza el tema, se acaba.

Seguimos con una melodía ligera. Chelo y percusión suave. Glass está sentado al piano. Siguiendo la partitura. Con el mentón apoyado en la mano. De repente, hace un gesto con ella. Se sienta derecho. Espera. Y entra el piano. Muy suave también.

Y cerramos el apartado volviendo a algo que suena muy similar al segundo tema.

Étude

Para distender el ambiente, para relajarnos, Glass nos regala un nuevo estudio de piano compuesto en 1991.

TThe secret agenthe Secret Agent

Otro extra, que es, de nuevo, un guiño a los aficionados a la música de cine: Wendy Sutter interpreta el tema principal de la película basada en la novela de Joseph Conrad, mientras Mick Rossi improvisa al piano. Lejos quedan las polémicas sobre si la música es demasiado moderna o no para una historia que se desarrolla en el siglo XIX.

Music from the screensMusic from The Screens

Como colofón musical para la velada, Glass ha escogido tres temas de su composición para la obra de teatro Los biombos, del francés Jean Genet. El argumento de la misma gira sobre la guerra franco-argelina y la música se parece un poco a la de los años sesenta. Se trata de una composición realizada a cuatro manos, en colaboración con el músico africano Foday Musa Suso. En palabras del propio Glass, mientras uno se encargaba de la parte más étnica de la partitura, el otro le daba el punto europeo (afrancesado). Por lo que parece, el grado de colaboración era tal que se intercambiaban el papel pautado cada pocas notas. El conjunto es una nada desdeñable combinación entre lo etéreo y lo exótico.

El primer tema interpretado, Orchard, me sugiere un montón de puertas abriéndose, una detrás de otra. No sé si es evocador o no. Simplemente, son puertas abriéndose.

El siguiente tema, titulado French Lieutenant Dreams, es absolutamente arrebatador. Interpretado con piano, un chelo muy vivo, celesta, xilófono, tambores, gong… y con un sonido clásico. Igual que el tema France.

Bises

Por una vez, y sin que sirva de precedente en actos de estas características, absoluta generosidad en cuanto a la cantidad de bises. Cuatro, nada menos. Y sin que el público tenga que desgañitarse para lograrlos. El único problema es que descolocan un poco al personal. Me voy. No me voy. Me quedo. Espera, que estoy en la puerta… Con un goteo de gente. Algunos un poco aburridos. Otros un poco despistados. Y, tal vez la mayoría, pensando que corrían el riesgo de perder el último metro.

Undertow Book of longing Glassworks

Comenzamos con el tema The Chase, de la película Undertow, interpretado a dúo al piano por Philip Glass y Mick Rossi. Una pequeña delicia llena de variaciones, en la que dos manos persiguen a las otras dos, intercambiando los papeles por momentos.

Sigue un tema de chelo, perteneciente a Book of Longing, con un sonido mágico y repleto de escalas. Wendy Sutter queda tan complacida con los aplausos que nos regala otro tema.

Y, para acabar, tras el último saludo, Glass reaparece en el escenario y nos deleita con Closing, de su disco Glassworks.

9.45 p.m.
FIN

Debo confesar que ha terminado lo mejor de la velada. Pero aún queda lo más difícil: la página en blanco. Comprobar si seré capaz de transmitir lo que unos cuantos afortunados hemos tenido el placer de vivir esta calurosa última noche de mayo en Bilbao.

Óscar Salazar

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