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El Sufrimiento de un Cinéfilo

  Soy un cinéfilo. ¿Que qué es eso? Es bien fácil. El otro día lo tuve bien claro. Procede del término "persona que va al cine a sufrir a los demás". Vamos a ver. ¿Por qué ir al cine tiene que suponer un sufrimiento? No me entiendan mal, yo respeto a todo el mundo, pero el problema es el contrario: ¡ellos no me respetan a mi!. Intentar ver una película es como una odisea sin fin. Llegas al cine, con la idea de pasar una tarde tranquila en compañía de las estrellas, disfrutar de la fotografía, la dirección artística, la música, la dirección... el resto de la gente va a disfrutar de los efectos especiales y de los nachos con queso. ¿Por qué?. Pero es que ahí no empieza la cosa, no que va. Cuando llegamos al cine ya empieza el primer problema. Entramos y hay 40 taquillas, 20 con chicas monísimas y 20 electrónicas (no tan monas). Como muy previsoramente has llegado con 2 horas de antelación, no tienes ninguna prisa. Te pones en la cola y esperas. Delante tuya hay una pareja que se pelea porque él quiere ver "2 Fast 2 Furious" y ella "La Sonrisa de Mona Lisa", y delante una familia al completo, la madre, el hijo... vamos que falta el Espíritu Santo. La familia llega a la taquilla y cuando la taquillera pregunta la madre dice: "Bueno, ¿qué quereis ver?". ¡Pero señora! ¡Para eso viene al cine! ¡No ha podido pensarlo antes de llegar a la taquilla, antes de ponerse en la cola, antes de ir al cine! ¡Antes de venir a este a mundo a fastidiarme a mi!. "¿Cuál nos recomiendas?", le pregunta a la chica mientras la pareja de detrás sigue discutiendo porque la semana pasada él había ido a ver una película de las de ella, pero él se había dormido la mitad de la película (y el 65% de la sala fue muy consciente de ello) y la otra mitad intentaba sobar a su novia, porque lo que según ella "esa no contó". Mientras la madre de familia dice: "¿Pero ésa es para niños? ¿No pone no recomendada para menores de 13 años?". El niño de 11 años grita: "¡Sí... la Liga... la Liga... ésa mola de efectos!". No sabes si se refiere a los galácticos del Madrid, o a la inefable "La Liga de los Hombres Extraordinarios", aunque supones que será esta última. "Pero en esa hay muchos tiros", dice la madre. "Señora, menos que en un telediario", piensas tú. Tras unos maravillosos 15 minutos de espera, entran a ver "Hermano Oso" que es de Disney y muy bonita, con canciones (textualmente dicho por la madre) de "Pil Collin". Ahora le toca a la pareja. El chico le dice a la taquillera: "2 para 2 Fast 2 Mona Lisa". No se aclara. "Javi, yo no quiero ver ésa". Él haciendo uso de toda su retórica dice: "Que no nena, que yo no me meto a ver otra mariconada de ésas". Ella asiente (viva la igualdad de parejas) y finalmente van a ver lo que él quiere. Ahora me toca a mí. Llegas y dices educadamente: "Para la sala 8, a las 10 y media, centradas, no más allá de la fila 8 y no más atrás de la 12, a ser posible en la 10 y butacas entre la 8 y la 13". Si te sientas en otro sitio, el centro acústico se pierde, las frecuencias distorsionan, y por eso sabes la ubicación idonea dentro de las 25 salas del complejo. "¿2?" dice la chica. "1". Sonríes. ¿Es tan difícil pensar que alguien vaya solo al cine? El cine es como el sexo, lo ideal es en pareja (aunque hay quien prefiere ir en grupo), pero se puede ir uno sólo. Claro, todo esto pasaba antes de descubrir el "servicaixa". Ahora saco las entradas en casa con días de antelación, justo donde quiero y voy 15 minutos antes de empezar. Pero cuando llegas a sacar las entradas, tienes a otra pareja discutiendo por la película en un terminal, a la familia de Pil Collin en la otra, y a un grupo de amigos que están intentando encontrar alguna sala de las 10 donde ponen el nuevo estreno lleno de efectos especiales, a ser posible no más allá de 20 minutos vista para la sesión y un domingo por la tarde que "apenas" va gente al cine. Total, que recoges la entrada por los pelos. Tras tener la entrada, y si puedes, haces hora viendo trailers en una pantalla, por hacer hora, porque en cuanto empieza el trailer, directamente, como si fuera el "Saber y Ganar" dices en voz alta el nombre de la película, añadiendo una interjección del tipo "ah" "oh" "fijaté", luego el verbo "es", seguido del nombre de la película. Una chica de al lado le dice a una amiga "debe de ser como los guías de los museos".

  Por fin llega la hora y te diriges a la sala, te colocas en tu sitio, y entonces se atenuan las luces y te das cuenta que eres el único que tararea el sonido de la presentación del sonido THX. A tu lado una chica con un cubo que es 3 veces ella, lleno de palomitas, una Coca-Cola Light, que por el tamaño menos mal que es light, y él, sentado a su lado con ¡horror! una bolsa de patatas Lays (complemento con cada bocado del THX). Empieza la película y te empiezan a llegar complementos del THX por todos lados. La niña de atrás diciendo "¿qué ha dicho?" a lo que complementa después con "¿y qué ha querido decir?", la de al lado sorbiendo la Coca-Coca y haciendo torsión para meter la mano en la "palangana" de palomitas, el de delante que tiene un golpe de tos y el de al lado, que está mandando mensajitos a sus amigos por el móvil diciendo que está viendo la película (mentira porque ahora no ve nada más que el móvil). Y tú en medio.

  A los 10 minutos de película tiene uno la satisfacción de vivir un momento de tranquilidad ya que se ha acostumbrado tanto a lo que hay a su alrededor que le da igual todo. Además, uno descubre el método infalible para saber si al público le gusta o no una película, ni críticas, ni opiniones ni nada. Si a los 15 minutos la gente de tu alrededor no respira, pueden ser dos cosas, o están todos muertos y estás en un aprieto porque entonces eres el único sospechoso, o la película es buena. Pero de todas formas, notas como delante tuya hay un asiento que está vacío y una chica que no deja de mirar la entrada. Cuando la película lleva 20 minutos, aparece el que faltaba. ¡El de los nachos con queso!. Se sienta delante tuya y el aroma eau’cheese invade un área indeterminada en la que, fijo, tú te encuentras. Entonces él pregunta: "¿de qué va?". Tú piensas: "¡va de una historia que empezó hace 20 minutos! ¿para eso vienes al cine, majo?". Ella se lo explica y entonces te das cuenta de que, uno, o la novia no se ha enterado de nada, o eres tú que le ves un trasfondo especial que el resto no ve. Después, comienzan a comer los consabidos nachos, con momentos estelares donde tienes la "gran suerte" de oir comentarios tan acertados como: "Cariño... ¿quieres mojar?". Chaval. Que una cosa es darse el lote en el cine y otra ya montar el numerito completo. Supones que se refiere al nacho con queso.

  Luego otra cosa que tiene el ver la película son las anécdotas de los diferentes géneros. Si la película es de risa, olvídate de enterarte de lo que se dice en más del 25% de la película. Deberían subtitular todo lo que viene después de un golpe de gracia, porque hasta que la gente se tranquiliza no tienes forma de enterarte de lo que sigue. Y luego, ese momento cinéfilo en el que se hace un chiste sobre alguna película que sólo tú conoces o recuerdas en toda la sala, y entonces tu risa es la única que se oye y todo el mundo te mira como diciendo "¿de qué diablos se ríe este idiota?". Si la película es de miedo, otro tanto de ruidos de la gente; se oyen desde "aaah", hasta "sus muertos", que efectivamente son sus muertos los que quieren matarlo (al protagonista de la película). Si la cosa va de amores, oyes suspiros femeninos, pucheros en los momentos más tiernos (más que una rebanada de pan bimbo sin corteza) y un sonido inequívoco que va desde la "zzzzz" hasta el "rrrrrrr" de los novios de las que hacen pucheros. Si la película es de acción, son ellas las que miran al techo, a los lados, ven la decoración de la sala (la poca que se ve), usan la luz del móvil para mirar como tienen las uñas, se hacen la pedicura... vamos, como cuando están en la cama con ellos de faena. Mientras ellos no paran de proferir en diferentes tonos expresiones del estilo a: "ala", "mola", "joder", "lo flipas", etc, etc... Hasta el día que se sienta detrás de ti un macarra que cuando el protagonista saca el arma del final, suelta tan pancho: "Que peaso de pipa... Que pillaba yo una de esas y me cargaba a una familia entera...". ¿Pero de dónde te has escapado tú, bonito?. Pero lo peor de todo es cuando es una película infantil, sobre todo un Harry Potter. ¿A qué madre le cabe en la cabeza llevar a un chaval de 6 años a ver un Harry Potter que dura 2 horas y media largas? Como si de una proyección 3D se tratara, al poco ves niños danzando delante de la pantalla y saltando, y piensas para tus adentros si no serán alumnos de Hogwarts que salen de la pantalla mientras piensas que esto es como una versión infantil de "La Rosa Púrpura del Cairo". Lo único que te hace dudar es que en vez de llevar las túnicas de su casa, llevan una camiseta de Pikachu. Incluso te planteas de qué escuela serán: ¿de Gryffindachu?.

  Pero cuando acaba la película llega tu único momento de tranquilidad, que es cuando todo el mundo se levanta. Pero el de los nachos se pone delante tuya y no te deja ver los primeros títulos de créditos finales, así que ya no sabes quién es el director de fotografía y vas a tener que mirar en el cartel de la película. Cuando todos se van, tú repliegas el asiento, te apoyas sobre él con el asiento replegado, cruzas los brazos y te dispones a disfrutar de ese momento único entre tú y la película, las letras del final. Cuando aparece el acomodador a ver la sala, ves que te mira y parece como si oyeras su voz en tu cabeza diciendo: "vaya, el mismo de los titulitos", mientras tú lo miras amenazante pensando "como se os ocurra quitarlas os planto una queja en el libro de reclamaciones que os vais a cagar". Disfrutas de los créditos y cuando ya has visto hasta el elenco de doblaje (hasta esperabas verlo en "La Pasión de Cristo"), tienes que salir por la entrada, porque como ya todo el mundo se ha ido y tú eres el último, han cerrado la salida. Cuando sales todos te miran como pensando: ¿dónde irá ese saliendo de la sala antes de ver la película? Como les explicas que tú ya la has visto, es más, eres el ÚNICO que ha visto toda la película, y como has visto al pez pequeño comerse al grande, te vas todo orgulloso de que nadie más lo ha visto en tu sesión.

  En fin. Que no me extraña que los cinéfilos esos tan culturizados vayan a ver películas europeas subtituladas. Lo hacen porque saben que a esas no va el resto de la gente, que no habrá líos, que la gente irá sabiendo lo que quiere ver, que no habrá gritos, ni ronquidos (bueno, alguno puede), y sobre todo, ni palomitas, ni coca-cola, ni nachos con queso. Me parece que a este paso, me apunto a su club y el resto me las alquilo y las veo en mi cine en casa.

NeotheOne

 
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