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Little Children

Little Children


Título en español: Juegos Secretos
Compositor: Newman, Thomas
Año: 2006
Distribuidora: New Line Records
Duración: 37:32

Muy bueno
Tracklist:
  1. Snack Time (1:11) *
  2. Tissue (:52)
  3. 2 Hillcrest (:47) *
  4. Late Hit (1:12)
  5. Bandshell (2:05) *
  6. Red Bathing Suit (2:03)
  7. Lucy (1:46)
  8. It's Wrong And It's Weird (2:33)
  9. Pool Days (1:49) *
  10. Weekends Were Difficult (1:47)
  11. What's The Hurry? (3:31)
  12. Fly Me To The Moon (2:35) *
  13. Mae (1:08)
  14. A Sniff Or Two (1:42) *
  15. Torso (1:10)
  16. Be A Good Boy (1:41) *
  17. Slutty Kay (:42) *
  18. Little Children (1:18) *
  19. End Title (7:40) *
* Los mejores temas

Es curiosa la forma en que se cataloga, encasilla o clasifica en ocasiones a un compositor, cuando tras romper la pauta o la norma imperante e innovar, creando algo nuevo, un estilo propio e indisoluble ya para siempre a su persona, cada vez que reincide en ese estilo, reitero, del que él mismo es creador, se le cataloga de poco original, o incluso de repetirse. Es curioso, sí, y es lo que le sucede precisamente, al autor de esta partitura, Little Children. Él es Thomas Newman.

Thomas NewmanSin embargo, si hay un compositor dentro de la última generación, que no ha dejado de sorprender y avanzar en su creatividad (comparen por ejemplo obras como The Green Mile, The Horse Whisperer o Meet Joe Black, con otras como American Beauty, Pay It Forward o Lemony Snicket's ...), aún en ocasiones de forma harto particular (Unstrung Heroes, Jarhead sirvan de muestra), y evolucionar sin traicionarse a sí mismo, ése es el señor Newman.

Su marca de fábrica es diáfana, y su influencia en muchos compositores actuales clara y meridiana. Cada vez que escuchamos su música sabemos inmediatamente que es suya (hagan la prueba con obras tan diferentes como Road To Perdition, The Good German, Angels In America o esta misma Little Children).

Quizá exagerando un poco, cuando oímos a otro compositor intentando imitar o adherirse a su forma particular de orquestar y componer, decimos inmediatamente, "mira, está intentando hacer una pieza a la Newman". Y es que el método que utilizó el compositor para crear la sinfonía urbana y decadente de la citada American Beauty, a base de instrumentos y percusiones exóticas y heterogéneas hábilmente combinadas, creó escuela. Una escuela a la que se han adherido en alguna ocasión muchos otros compositores, un estilo copiado desde entonces hasta la saciedad.

Se trata de un músico que aún innovando posee esa pátina clásica del pasado, que puede crear un gran trabajo sinfónico para gran orquesta, o puede componer para un cuarteto de cuerda, o trabajar sólo con el sintetizador, y seguimos reconociéndole tras su música. Esa es una característica, el estilo, que un compositor se labra trabajo tras trabajo, y que sólo algunos logran conseguir con el tiempo. No hay duda de que Thomas Newman es uno de ellos.

Todd Field encuentra compositor para sus películas

Todd FieldMás curioso es todavía el caso de alguien como Todd Field. Actor, guionista, director, productor, ha trabajado con Kubrick (Eyes Wide Shut), ha co-escrito este Little Children con el autor de la novela en que se basa (Tom Perrotta), no paró hasta lograr llevar al cine, co-adaptar junto a su autor (Robert Festinger) y dirigir, una novela que leyó durante un viaje en avión (su anterior film, In The Bedroom), co-produce sus películas, y aún no ha cumplido los cuarenta.

Además de precoz, este luchador, tenaz y exigente director es de esas personas que no están satisfechas hasta conseguir aquello por lo que luchan, implicando a todos y  todo lo necesario en su cruzada, no haciendo prisioneros en el intento. Y normalmente, llevando a buen puerto sus barcos, tres nominaciones al Oscar lo atestiguan (mejor guión y dirección por In The Bedroom, mejor guión por Little Children). Todd Field es, no obstante, una persona leal a sus colaboradores, y ahí encontramos a Thomas Newman para atestiguarlo.

El director quedó tan satisfecho de la labor del compositor en su primer film, que no dudó a la hora de ofrecerle intervenir en el segundo. Y es que la atmósfera soterrada y cargada de In The Bedroom, pese a no dar pie a una creación melódica que calara en el oyente, sino que más bien le incomodara e hiciera revolverse en el asiento, era justamente el deseo de Field, que sólo concedió a Newman el relax en los créditos finales. Justamente, el mismo caso que aplicaría en su siguiente película.

Little Children, el film

La película funciona como metáfora a pequeña escala de una realidad mayor, una perspectiva de una diminuta comunidad residencial (y extrapolando, de las sociedades occidentales en general y sus gobiernos) mediante unas viperinas, pero objetivas y reales como la vida misma, sentencias. Cómo cada persona puede verse eclipsada por normas exiguas, por preceptos obsoletos (tener una familia es imprescindible, casarse y tener hijos el único camino al bienestar), cómo su libertad se ve impedida por sus propias incapacidades, inseguridades y su personalidad indecisa, incapaz de tomar las decisiones más importantes para su vida, o tomar las equivocadas dejando pasar el momento sin remedio (por ser aceptado, no ser diferente del resto, el ser humano es capaz de la crueldad más infinita, aún sin pretender hacer daño). O cómo el mundo puede ser justo e injusto a un tiempo, como con los mejores deseos se puede privar a un individuo de su felicidad, recluyéndolo en un infierno, su propio infierno, con toda la apariencia de un paraíso terrenal. Porque la verdadera serpiente del Edén, somos nosotros mismos.

Todo ello nos lleva a vivir con intensidad un film fascinante pero duro, realista pero perturbador, serio pero sardónico, ácido pero tierno, y sin duda, muy, muy inteligente. A lo que un elemento ayuda en gran medida en su capacidad de transmitir una historia, la música de Thomas Newman.

Little Children, o la paradoja de la búsqueda de la seguridad y la felicidad (ficticias)

El compositor reincide de nuevo en su gusto por instrumentaciones del mundo, recurriendo por ejemplo al tambor de agua o al Khol tibetano, pero sin obviar su seducción por efectos de sintetizador, e incluso un reprocesamiento electrónico de las notas al piano para darle diferentes matices y un aspecto más etéreo a éstas. Incluso se permite grabar simples tarareos para redefinirlos y transformarlos en sugerentes fondos sonoros durante las mezclas, aún con la orquesta en primer término. Asimismo en los créditos puede comprobarse a un encargado (Steve Tavaglione) de proveer de "tonos fantasmales", como lo oyen, a la partitura.

Little ChildrenLa historia comienza con una sirena portuaria en la lejanía, a la que Newman va incorporando paulatinamente texturas, con el litófono en primer término, "Snack Time". Temas como éste, breves en su mayoría, de una cualidad hipnótica abundan en la partitura, destacando los obsesivos "Late Hit", "Red Bathing Suit", "It's Wrong And It's Weird" o "Weekends Are Difficult" por su capacidad para desde la cabeza de sus protagonistas (en la que la música nos obliga a entrar) hacernos partícipes de la incongruencia de sus vidas y relaciones, aparentemente idílicas, pero completamente alejadas de la realidad circundante.

La recurrencia a varias notas repetidas cadenciosamente al piano, a golpes percusivos suaves dentro de un fondo sintetizado son marca de fábrica de este trabajo, "What's The Hurry", llegando en algunos instantes a desasosegar completamente (atentos a los terroríficos efectos de sonido integrados a partir del 2:18 en este tema), cuando no incomodar directamente (decisión seguro consciente del director a la hora de añadir la música a varias escenas).

No iban a ser todo atmósferas sin embargo, y junto al romántico interludio musical de la maravillosa "Fly Me To The Moon", el clásico de Sinatra arreglado por Sammy Nestico, Newman también sabe ofrecernos sugerentes momentos melódicos. Las sugestivas cuerdas de "Tissue" para reflejar la rutina, el piano y la melodía tierna de "2 Hillcrest", los pizzicatos, líricos violines, cellos y bansuri de "Bandshell", la extasiante suavidad onírica de "Lucy", o el piano ensoñador de uno de los temas más subyugantes de la obra, "Pool Days".

Little ChildrenEs en su último tercio cuando esta mezcla o colisión de elementos aparentemente discordantes adquiere su significado, al compás de los hechos en pantalla, Casi sin darnos cuenta la música ha ayudado a definir las personalidades y deseos ocultos de cada personaje, una vez Newman ha planteado sus sensaciones musicalmente (la música crea una ensoñación en el oyente), y los recursos se han hecho patentes, ya sólo queda dar el toque de gracia y cerrar el círculo.

El litófono va conformando otra obsesiva melodía ("A Sniff or Two") llevándonos a contemplar en paralelo las acciones de varios personajes que decantarán la trama. La tensión va creciendo, la partitura no ayuda al espectador, va contra él ("Torso"), le obliga a implicarse ("Be A Good Boy", probablemente el motivo más emotivo, ¡para el personaje más negativo!, pero a la vez, más indefenso, y eso nos lo hace llegar la música), o sonreír ante el surrealismo de algunas situaciones esencialmente humanas, "Slutty Kay" (con un gran trabajo de los cellos).

Al final solo queda ¿el acomodo? dentro de la infelicidad, la aclimatación acomodaticia al sistema, el no ser todo lo felices que deseáramos se convierte en la solución ¿más fácil?, ¿menos arriesgada?, y Thomas Newman nos lo hace llegar con sencillez, "Little Children".

Y en la desidia y la abulia de unas vidas, surge un rayo de esperanza musical. Mientras la cámara funde a negro y se aleja de los parajes urbanos y su turbulento, bullicioso y tumultuoso discurrir, los violines, cellos y violas toman la voz cantante en un sensacional tema cuasi camerístico, a modo de ¿elegía?, pesimista cierre al fin y al cabo, que quizá aún ofrezca una pequeña luz al final del túnel. Sólo en nuestra mano está, el saber dirigirnos hacia ella.

Y el piano y una flauta en la lejanía (como una distante sirena de barco) cierra el circulo en cadencia descendente.

Lo mejor: Lo bien que Newman sabe adaptarse a cada situación a lo largo de la trama, cómo se convierte en parte esencial de la creación de atmósferas junto a la puesta en escena del director, y su crescendo camerístico final (“End Title”), en una pieza obsesiva, absorbente y circular, que acompaña los créditos finales, de manera magistral.

Lo peor: La atonalidad de ciertos pasajes, llegando incluso a resultar incómoda su escucha.

El momento: Los títulos de crédito finales, “End Title”, una pieza de cámara soberbia que gana enteros en cada audición, que te introduce sin remedio en el universo sonoro del compositor, y la cual, una vez escuchada, no consigues quitarte de la cabeza en una temporada. Esencialmente, Thomas Newman.

Asier G. Senarriaga.

 
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