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Iron Will

Iron Will


Título en español: Voluntad de hierro
Compositor: McNeely, Joel
Año: 1994
Distribuidora: Varese Sarabande
Duración: 30:58

Muy bueno
Tracklist:
  1. Main title (2:57)
  2. Jack's death (3:44)
  3. Leaving Birch Ridge (2:29)
  4. The race begins (2:09)
  5. Pushing onward (1:47)
  6. Gus rescues Will (2:53)
  7. Devil's slide (2:23)
  8. The final day (3:43)
  9. Race to the finish (2:22)
  10. Crossing the line (3:14)
  11. End credits (3:05)

La película

Si tienen oportunidad en alguna visita a una tienda o en medio del cotidiano vagabundeo internáutico, busquen la portada de la edición videográfica de "Iron Will", mejor conocida como "Voluntad de Hierro" en una traducción al español a salvo de distribuidores con ínfulas creativas, y échenle un reposado vistazo: Peli Disney para todos los públicos, con un joven apolíneo y un perro de nieve (Alaska malamute lo más probable) perfilados sobre un idílico paisaje polar. Cualquiera con un mínimo de sentido común adulto rehuiría la mirada de inmediato, con dos buenas razones para ello: El evidente desinterés hacia una portada que clama en letras de molde su condición de película "prefabricada", con un guión previsible (happy ending incluido), personajes maniqueos y un punto de proselitismo social. Dije dos razones: La segunda, excluida en la experiencia cibernética, radica en el riesgo de que le vean a uno interesándose, aunque sea de pasada, en semejante topicazo cinematográfico indigno de cualquier consumidor de cine de autor que se precie.

Voluntad de HierroPor lo tanto, mi consejo es que, para evitarse escarnios públicos, adquieran la película a través de Internet (legalmente, en tiendas virtuales; ¡no me sean malpensados!) Ahora bien, ¿merece la pena? No es razón de ser de esta reseña, que pretende centrarse en el aspecto musical de esta película, discernir esta cuestión. Diremos solamente que la película ofrece bastante más de lo que aparenta, salvo quizás en el aspecto formativo inherente a cualquier producción Disney. Si son de los que tienen prohibidos la más mínima dosis de "moralina" por prescripción facultativa, le recomendamos que se refugie en una buena cinta de terror o comedia de trazo grueso, por poner más de un ejemplo. Para el resto, Iron Will proporciona un par de horas de entretenimiento, paisajes de una fotogenia arrolladora, escenas de acción bien rodadas y otras finas hierbas; pero también, y esto es más inesperado, unas interpretaciones dignas y creíbles (al menos en los papeles protagonistas) y una historia razonablemente bien equilibrada entre el drama, la comedia, la acción y las nimias cotas de suspense que puede permitirse una película, no solo autorizada, sino incluso orientada a los más jóvenes, si tenemos en cuenta las lecciones de persistencia y confianza integradas en el relato.

Para completar este apartado, hacer mención a que la historia está basada en un hecho real, modificando nombres y hechos para darle realce narrativo y un desenlace a la medida del proyecto. Mención especial también a la presencia entre los actores de un Kevin Spacey "pre-American Beauty", aportando la interpretación más sólida y la más carismática junto a la del protagonista y sus cánidos conductores. ¡Ah, claro! Que no se me olvide una breve sinopsis: En 1917, en una Norteamérica en pleno ambiente prebélico, un joven llamado Will Stoneman decide inscribirse en una peligrosa carrera de trineos a lo largo de 500 millas de tierras nevadas e inhóspitas, con objeto de salvar económicamente a su familia y honrar la memoria de su padre recientemente fallecido. Su férrea voluntad de lograr la victoria en contienda contra adversarios más resistentes y aviesos que él llama la atención del reportero Harry Kingsley, quien a través de sus hiperbólicas crónicas convierte al protagonista en todo un héroe nacional, antes incluso del final de la competición. La intensa preparación a la que le somete el mejor amigo de su padre y la pericia y presciencia del perro líder del equipo, "Gus", se convierten en piezas claves del excelente e inesperado rendimiento de "Iron" Will Stoneman a lo largo de las duras pruebas a las que el recorrido somete a los participantes.

La música

"Iron Will" es, por encima de todo, una cinta de aventuras para toda la familia. Esto, unido a la magnificencia del entorno, hace que la película se preste en el plano musical a una partitura grandilocuente, trufada con brillantes eclosiones sinfónicas y conmovedores elegías. Joel McNeely, autor de la banda sonora, no es un extraño en esto de las grandes formaciones orquestales. Su mejor aval viene de la mano de diversas regrabaciones, principalmente para el sello Varese Sarabande, en las cuales hace gala de sus acertadas dotes como director de orquesta.

Retrocediendo a 1994, año de estreno de la cinta que nos ocupa, McNeely estaba aún en los comienzos de su carrera como compositor cinematográfico. Para ser precisos, su labor se había desarrollado hasta entonces en telefilmes y series, de carácter familiar en su mayoría. Su por aquel entonces reciente tarea en algunos episodios de "El joven Indiana Jones" había llamado la atención de algunos aficionados. Quizás este pueda ser el mejor referente para adentrarnos en el discurso musical de "Iron Will", por cercanía temporal y de estilo.

Iron WillSu tema principal -Main title- arranca con las cuatro notas del "tema de Will" y se expone por completo tras un breve pasaje que parece directamente extraido del prólogo de Indiana Jones y la última cruzada: Una inquieta y concisa melodía, de vocación puntillista y con una ligera influencia de música country, presentada en diferentes variaciones de cuidada orquestación y que obtiene su plena exposición al final del corte a cargo de atiplados metales, con un vertiginoso acompañamiento en las cuerdas marca de la casa de otro compositor asiduo en producciones Disney: Bruce Broughton. Este mismo tema aparece en una versión aún más plena si cabe en los títulos finales -End credits-.

La banda sonora está encauzada a través de dos modelos diferentes y complementarios: Secuencias de acción y dramáticas, con prevalencia de las primeras; al fin y al cabo, es una peli de aventuras. Aunque los 30 minutos de media habituales en cualquier edición Varese puedan parecer escasos, la verdad es que poco material de interés se queda fuera del disco, bien porque son variaciones de temas ya existentes o por el uso de música "presente" en la escena.

Antes hice mención a la más que correcta dirección de las escenas de acción, las cuales, sin llegar a ser trepidantes, cumplen sobradamente y se convierten en un ameno contrapunto a las escenas dialogadas. Aquí es donde la música de "Iron Will" se revela en toda su eficacia, aumentando la escala de las escenas notablemente pero sin atropellarlas y descompensar el conjunto. -The race begins- es un buen ejemplo, con una fanfarria de temática ajena al resto del conjunto, que acompaña el explosivo arranque de la carrera por parte del protagonista, cuyo tema reaparece al tiempo que vemos su entusiasmo en acción, colocándose en cabeza desde el principio. -Devil's slide- es un contenedor musical frenético, con una pátina inquietante, a lo que ayuda la percusión y tribal y los continuos estallidos en los metales; por cierto, no se pierdan el incontestable homenaje a otro clásico de Williams: El Desert Chase de "En busca del arca perdida".

Con todo, son los fragmentos finales los más conseguidos a juicio de este redactor, tanto por su contenido musical como por la simbiosis con las imágenes, en un formato más propio del cine de género deportivo, con sus finales taquicárdicos y celebraciones desatadas. Dos cortes del disco que juntos forman parte de una secuencia resolutiva con un ritmo completamente cimentado en la música como vehículo expresivo y carente por completo de diálogo alguno, fundiéndose a continuación con los títulos de crédito sin solución de continuidad. El primer corte -Race to the finish- subraya el ritmo firme y decidido de los participantes en la recta final, reapareciendo el motivo principal en su exposición más triunfal cuando los oteadores descubren que nuestro héroe protagonista encabeza la tropa con media milla de ventaja. Es quizás el momento más conseguido de McNeely, con un minuto de desarrollo encaminado a conseguir el efecto más rotundo posible de entusiasmo en el oyente/espectador. El corte finaliza de forma errática al desfallecer Will a pocos metros de la meta. El público, totalmente entregado a estas alturas a aquel, comienza a silbar el tema de 4 notas que sirve de acicate a los perros, primero tímidamente, luego con desesperada fruición. McNeely vuelve con una elegía con ribetes de himno -Crossing the line-, en una escena ralentizada que recoge los últimos esfuerzos de Will, espoleado por el carácter indomable de su perro guía, por alcanzar la meta antes que sus perseguidores. El tema de 4 notas, habitualmente a cargo de la flauta, es retomado por los metales en un ostinato de cambiante tonalidad, en un reflejo musical del papel fundamental que juega la voluntad indómita de los perros en el desenlace final.

Iron WillEn el lado opuesto de la balanza, equilibrando el producto final, podemos disfrutar también con los temas intimistas, aunque a otro nivel diferente, menos eufórico y de una obvia continencia. Esto no llega a ser óbice para calificar como correctas y, en momentos puntuales, acertados los subrayados musicales, acentuando estos la profundidad de los diálogos donde los arrebatos sinfónicos enaltecían las imágenes.

Representantes de estos segmentos calmos, tenemos los subrayados musicales de la despedida de Will de su familia y su pueblo natal -Leaving Birch Ridge-, que pasa por ser uno de los segmentos más insustanciales del disco. -Pushing onward- funciona a modo de elipsis musical narrativa, siguiendo los progresos del joven musher a lo largo de diferentes etapas de la carrera. Probablemente los momentos que mejor funcionan en esta vertiente son los de tintes ominosos: -Gus rescues Will- reúne en un breve adagio la inquietud y zozobra que provoca el ver a Will desfallecer a media carrera, y la reconfortante actitud de su perro guía que saca a su dueño del mortal apuro al tomar la iniciativa, en forma de contenida rendición del motivo principal. Igualmente, -The final day- contiene elementos muy parejos al fragmento anterior, con relevancia en las cuerdas en tesitura ascendente, en un gráfico paralelismo al agónico esfuerzo del protagonista para reunir las fuerzas que le permitan acometer la última etapa de la carrera.

Como remate, el último fragmento del disco a reseñar, -Jack's death-, es una peculiar y algo incómoda mezcolanza de ambos mundos. Arranca con una suave melodía por mor de cuerdas y maderas, y en menos de un minuto nos vemos inmersos en la escena más dramática de la película, rodeados de agitada percusión e histriónicos metales para, un minuto después, llorar la repentina muerte del padre del protagonista (que sucede en los 10 primeros minutos de la película, sirva la aclaración para evitar la sensación de estar chafando un giro argumental clave). Es un corte musical curioso pues retrata al mismo tiempo la capacidad camaleónica del compositor, al tiempo que es una buena muestra de algunos momentos en los que la trama se acelera hasta límites rayanos en lo absurdo. Por suerte, estos momentos se cuentan con los dedos de una mano durante la película.

Siendo sinceros, la banda sonora no se sostendría fácilmente de no ser por la contundencia de sus temas de acción y la rápida retentiva de su tema principal, por otra parte expuesto con la suficiente insistencia como para que el espectador lo reconozca como suyo al alcanzar los títulos finales. Si unimos una primorosa orquestación (estupenda labor de David Slonaker), rica en matices aunque algo arquetípica en su concepción, así como una calidad sonora y de ejecución bien ajustada, el conjunto es un disco carente casi por completo de puntos muertos. Ni marcará un hito en el concepto de simbiosis musico-cinematográfica, ni sus fundamentos musicales son nada revolucionarios. Sin embargo, a veces es bueno dejarse llevar por obras aparentemente insustanciales como estas, por otra parte muy indicadas para levantar el ánimo, si nos dejamos llevar por el entusiasmo que destila la mayor parte de la obra.

Lo mejor: El subrayado musical en las escenas de acción, de un sinfonismo orquestal arrollador.

Lo peor: Las evidentes referencias a algunas obras de gran arraigo en el mundo de las bandas sonoras, con especial predilección por John Williams.

El momento: "Race to the finish": Firme arranque, dilatada exposición del tema principal y eclosión triunfal en tan solo minuto y medio.

Ignacio Pérez de Aragón.

 
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