Translate it to English (by Google)
Inicio Microsites Archivo Monográficos Entrevistas Enlaces Ultimates
Film Music Search
Teletipo BSOSpirit
Hotel Rwanda

Hotel Rwanda


Compositor : Varios autores
Año : 2004
Distribuidora : Commotion Records
Duración : 49:33

Muy bueno
Tracklist:
  1. Mama Ararira (Medley) - Yari And Afro-Celt Sound System (03:41)
  2. Mwali We! - Dorothee Munyaneza (01:09)
  3. Million Voices - Wyclef Jean (04:23)
  4. Interhamwe Attack - Rupert Gregson-Williams (02:48)
  5. Nobody Cares - Deborah Cox (04:12)
  6. Umqombothi (African Beer) - Yvonne Chaka Chaka (04:54)
  7. Road to Exile - Afro-Celt Sound System (04:47)
  8. Whispered Song - Música tradicional de Burundi (03:06)
  9. Finale - Andrea Guerra (03:02)
  10. Ambush - Rupert Gregson-Williams (02:49)
  11. Ne Me Laisse Pas Seule Ici - Tilly Key (03:33)
  12. Mwari Sigaramahoro - Isonga (02:22)
  13. Olugendo Lw’e Bulaya - Bernard Kabanga Ssalongo (05:54)
  14. Children Found - Andrea Guerra (01:57)
  15. Icyibo - Dorothee Munyaneza (00:49)

Terry George, guionista y director de esta película-denuncia, se rascó la cabeza en su encuentro con Paul Rusesabagina a la hora de idear cómo trazar una película sobre la experiencia de este último durante los episodios de exterminio que se sucedieron en la zona de los grandes lagos africanos durante 1994. Le obsesionaba la manera de expresar un miedo atroz que nada tiene que ver con el miedo psicológico de las películas de terror; un miedo, una emoción que tiene en la música a uno de sus mejores aliados.

El terror brilla en la cara del actor Don Cheadle (que interpreta a Paul Rusesabagina) de una forma radicalmente opuesta a la de Fay Wray cuando King Kong la atrapa en su desproporcionada mano. Se trata de un terror desesperado, un terror en el que pesa más la magnitud de un abandono que la certeza de la muerte. ¿Cuáles son los límites de la crueldad y por qué rasero se digieren en una sociedad civilizada, capaz de apoyar iniciativas turísticas en regiones desbaratadas y abandonar luego sus gentes a la peor suerte posible?

Risesabagina, más que luchar, resiste a una vorágine de sangre resabiada con la frágil determinación de Schindler en los campos de exterminio nazis. Medio siglo separa ambos escenarios, pero el director de la película desea subrayar que el fin de la guerra mundial no comportó en absoluto el fin del horror mundial.

Cosas de niños

A propósito de Los chicos del coro, subrayábamos en BSOSpirit el criterio de Coulais acerca de que una voz infantil tempera el tono emocional de una banda sonora. En la trayectoria del compositor francés, esto es más una norma que un criterio; pero en la historia del cine se ha empleado en muchas ocasiones el punto de vista infantil para explicar ese terror en mente de quien jamás tendrá palabras para medirlo... Con su mirada, con su silencio, el miedo de los niños, incluso la sola presencia de los niños en un clima violento y desesperado, rompe, sesga, quiebra el ánimo del espectador. Matar a un ruiseñor fue una obra maestra en esa faceta; pero Hitchcock, Truffaut, Spielberg o Eastwood también le han sabido sacar partido a la fragilidad en situaciones duras.

Cuando en la gran pantalla aparecen seres inocentes mezclados por una casualidad fatal en escenarios bélicos o de violencia desatada, el espectador cierra los puños y recibe una descarga de adrenalina impactante. Si, encima, el responsable (o responsables) de la banda sonora traen a colación una sutil mezcla de voces infantiles, una canción de cuna, un corro de patio de escuela, con tambores, cuerdas o invocaciones en tono marcial, el choque de emociones sube de temperatura... Se hace casi insoportable.

George no quería sólo impactar de una forma casi documental, con Hotel Rwanda, sino también reivindicar. Se trata de una coproducción anglo-taialo-surafricana para la que los productores recurrieron a un discípulo aventajado de Zimmer en la “escuela” de Media Ventures, capaz de imprimir nervio a las escenas sin diálogos y apuntillar el clima sonoro de la película, a un colectivo de la factoría británica Real World (apadrinada por Peter Gabriel) para pautar ritmos: Afro-Celt Sound System, y a un compositor italiano en quien recayó precisamente la labor de bordar la BSO con invitaciones a la inocencia y a la reivindicación. La labor de Guerra en Million Voices, sirviendo un verdadero himno-protesta al “reggaero” Wycleaf Jean puede contraponerse perfectamente al de Morricone con la canción Here’s To You, que compuso para Joan Baez en la BSO de Sacco y Vanzetti. La música de Guerra transita muy humildemente por todos los escenarios de la película vestida de calidez étnica, pero impone algunos rasgos de marca propia (Children Found). Rupert Gregson-Williams, por su parte, hace lo mejor que sabe hacer: disponer una partitura eficaz que asimile los latidos del corazón del espectador a las tensiones propias del argumento.

Rusesabagina

Contar la historia de este héroe del siglo XX que, como reza en los títulos de presentación de la película, “abrió sus brazos cuando el mundo cerró los ojos” es casi un acto de justicia. Paul Rusesabagina, esperaba lo mejor del mundo civilizado occidental, al que debía un puesto de responsable en un hotel con vocación turística que acabó convirtiéndose en refugio humanitario para un millar de tutsis que huían de la furia desenfrenada de las milicias hutus en Rwanda.

Los productores de la película sabían que esa era una interpretación oscarizable y querían a un peso pesado en el papel protagonista. Se barajaron nombres como Denzel Washington, Wesley Snipes... Pero George emuló la valentía de Rusesabagina y decidió buscarse una producción independiente y recurrir a talentos de coste muy inferior aunque de igual valía interpretativa.

Rusesabagina pertenece a la raza hutu, pero su personalidad no soporta el infierno desatado en aquel perdido lugar del mundo bajo influencia sobre todo belga. Se trata de la primera (y posiblemente única) vez que el cine habla de uno de los sucesos más destacados en el “lado oscuro” de la humanidad civilizada. Terry George sabe cómo denunciar a través del cine (tomó parte en el rodaje de En el nombre del padre y su posterior secuela protagonizada por Helen Mirren). El director critica sin tapujos la inoperancia de los cascos azules (comandados por Nick Nolte, un siempre efectivo actor). Bien sea por decoro o por contar con un escueto presupuesto, ahorra escenas de masacres y se centra en la heroicidad del protagonista, con todas las tensiones a las que tuvo que hacer frente.

Mama Ararira, el tema con que empiezan disco y película, a cargo de Afro-Celt Sound System, es una presentación virtual de figuras y paisaje. La voz de Dorothee Munyaneza aparece en distintos cortes para subrayar el dramatismo de la historia; un dramatismo aliviado solamente por Yvonne Chaka Chaka con su particular homenaje a la cerveza africana.

El tema central de Guerra compuesto para Wyclef Jean, además, fue candidato a los Globos de Oro en el apartado de mejor canción.

Lo Mejor: Whispered Song. Se trata de un cántico tradicional de Burundi con voz y cítara que tiene historia. Su origen es una grabación antropológica que el sello Ocora-Radio France realizó en los años 70 y que inspiró a Peter Gabriel en su búsqueda de sonidos para el proyecto de La última tentación de Cristo. Bertolucci y Sakamoto se enamoraron también de tan intrigante canción y decidieron plasmarla de nuevo en El cielo protector... Ahora recala en Hotel Rwanda. Una voz anónima que se diría proviene del mismísimo Tom Waits, susurra (más que canta) las consignas del infierno para este mundo loco que no sabe dónde va.

Lo Peor: Nobody Cares. El veterano productor de bandas sonoras Bud Carr metió la pata en este disco al querer suavizar el tono reivindicativo con una canción amilbarada que Deborah Cox interpreta al estilo de Beyoncé. Su puesta en escena, salvando los buenos propóstitos de Andrea Guerra en la orquestación, queda muy fuera de juego.

El Momento: Ne Me Laisse Pas Seule Ici. Como contrapartida a Nobody Cares, Andrea Guerra culmina una canción, también con vocalista femenina (Tilly Key) que aún habiendo sido grabada y mezclada en Los Ángeles parece salir del corazón mismo del Hotel Rwanda. Con ella, Guerra se aproxima más a las sonoridades propias de Zimmer y Media Ventures, más incluso que el propio Rupert Gregson-Williams. La canción podría quedar como himno definitivo de la película, reuniendo en un plano secuencia genial al bueno de Rusesabagina y sus amparados, cuyo desamparo pone un dedo en la llaga de los hacedores de la política internacional.

Jordi Montaner

 
Em@il to webmaster , docmaster . Best viewed : 1024x768 or higher.