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Hanover Street

Hanover Street


Compositores: Barry, John
Año: 1979
Distribuidora: Varese Sarabande CD Club
Duración: 79:05

 
Excelente
Tracklist:
  1. Main Title (03:44) *
  2. David Meets Margaret (01:31)*
  3. The Bombing (03:15) *
  4. On Hanover Street (03:25) *
  5. Making Love (02:08) *
  6. Home Life (01:37)
  7. Countryside And Courtship *(01:57)
  8. Christmas Eve (01:45)
  9. Trying To Forget (03:20) *
  10. Message From Paul (01:30) *
  11. Change Of Plans (01:33)
  12. Direct Hit (01:59)
  13. Bail Out Over France (03:08)
  14. Gestapo Headquarters (02:07)
  15. Cover Blown (06:03)
  16. A Resourceful Man (02:47)
  17. Motorcycle Chase and Bridge Battle (04:14) *
  18. Finale (03:56) *
  19. End Credits (02:37) *

    20-26 bonus tracks:
  20. Chatanooga Choo-Choo (Source) (02:45)
  21. Little Brown Jug (Source) (03:26)
  22. Finale (Alternate) (03:58)
  23. Gestapo Headquarters (Revised - mono) (02:07)
  24. Cover Blown (Revised - mono) (06:01)
  25. Motorcycle Chase And Bridge Battle (Revised - mono) (04:24)
  26. Finale (Revised - mono) (03:48) *

    *los mejores temas

Londres, 1943

Una época en la que la elección estaba clara. Una época en la que la muerte estaba más cerca, y por tanto, la vida era más preciosa. Una época de valor y de honor… de pasión y sacrificio.

Esta es la historia de dos personas que vivieron aquellos días, se conocieron, y se enamoraron…

Un romance, una misión, dos destinos, un amor imborrable, La Calle del Adiós

Hanover streetColumbia Pictures y Peter Hyams se unieron allá por el año 1979, para llevar a la gran pantalla el extraordinario guión de este último, y reunir la belleza y dulzura de una maravillosa Lesley- Anne Down con el carisma desarmante de un Harrison Ford pre-El Imperio Contraataca, para lograr un clásico de la Edad Moderna del cine, y un film obligado para todo aquel que quiera experimentar una de las historias de amor más bellas, dolorosas y trágicas de la historia del séptimo arte. Allá por 1979, dos personas iban a encontrarse en la calle del adiós, y su historia, nos tocaría el corazón.

David Halloran, un piloto americano destinado en una base británica a escasa hora y media de Londres, descansa uno de cada dos jueves, entre misión y misión bombardeando posiciones claves de la logística nazi en Francia y Alemania, viajando a la capital para relajarse por unas horas, cuando conoce en una parada de autobús de la Calle Hanover a Margaret, una enfermera voluntaria, que le robará el corazón para siempre.

Cuando un bombardeo alemán asole Londres, David rescatará a Maggie y ambos comenzarán una relación amorosa citándose allí mismo quince días después. Tras un periodo idílico, en el que se sucederán sus encuentros, y durante el cual David se volverá más prudente a la hora de asumir riesgos en sus suicidas misiones bélicas, el marido de Maggie, un coronel británico a la que ésta ama, pero por quien ha perdido la pasión en su matrimonio, se destinará a si mismo a una misión tras las líneas enemigas, para sentirse merecedor de su esposa, a la que percibe está perdiendo, y en la que por azares del destino, acabará con David de compañero. Su objetivo, una lista de topos nazis en el ejército británico, resguardada en el Cuartel General de la Gestapo en Lyon.

Cuando David y el marido de Maggie sean descubiertos, y emprendan una huida sin esperanza hacia las ubicaciones de la resistencia francesa, una decisión deberá ser tomada, y un final de una manera u otra, trágico para el amor, será inevitable…

Romanticismo, guerra, misiones suicidas tras las líneas enemigas, amor, aventura, tensión, ingredientes perfectos para lograr una gran película si el aglutinante de los mismos es un guión de hierro y sobrada eficacia. Con La Calle del Adios, todos esos elementos confluían logrando un film con la pátina de clásico desde su misma gestación. Si a ello le añadimos unos secundarios en estado de gracia, el gran Christopher Plummer como el marido, un divertido Alec McCowen (con su hilarante incapacidad para elegir el tabaco adecuado para su pipa, en cada aparición), un entrañable Richard Masur, con sus continuas quejas y refunfuños en cada despegue del bombardero, o la definición de la amistad viril y de la comprensión sin necesidad de palabras, que Michael Sacks proporciona, sin olvidarnos por supuesto, de la belleza sin parangón de la maravillosa Lesley-Anne Down y la fuerza y ternura de su mirada, o la indefensión y chulería a un tiempo de su soberbio Harrison Ford, obtenemos un film a reivindicar. Un cine que ya no se hace, al menos de igual forma, con la historia y los personajes por encima de la acción, las explosiones, los efectos y los medios técnicos, las miradas sobre las balas.

Sin embargo, el elemento que dota de cohesión sin igual al conjunto, el pegamento de todas las piezas, que lleva a la emoción, que supone el sustrato que consigue que todo funcione, que nos enamoremos con los personajes, y que esa historia de amor, sea también la nuestra, tiene nombre y apellido, sin lugar a dudas, John Barry.

John BarryY es que la partitura de La Calle del Adios, es una de las obras más perfectas del cine romántico de todos los tiempos, pero por encima de todo, es la partitura perfecta para el film, es la definición de los sentimientos de los personajes, es la descripción de su interior, es el elemento final que logra algo tan difícil como hacer que un film perdure en el tiempo. John Barry lo consigue con creces, una vez vista esta historia, nunca olvidaremos lo que sucedió una vez, allá por el año 1943, en

Hanover Street.

John Barry nos sitúa en la II Guerra Mundial, y el romanticismo bélico adquiere galones de clásico

No puedo ser objetivo ante uno mis diez scores preferidos de todos los tiempos, y es que esta composición de John Barry es de esas partituras con la cualidad única de estremecer desde la primera nota, de hacerte evocar las imágenes con emoción inaudita, de provocar la nostalgia por una historia más grande que la vida misma, por hacer de la música de cine, una de las experiencias más bellas del mundo. Si quien considere exageradas mis palabras, no conoce aún Hanover Street y su música, le invito a descubrir esta obra de arte con la mente abierta, sin reparos ni cinismo ante esta loa al romanticismo más exacerbado, y les aseguro, que quien prueba esta composición de un extraordinario John Barry, la paladea, la degusta, se deleita en ella, y queda irremediablemente enamorado, para siempre.

Piano, celesta y la sección de cuerda al completo, con unas extasiantes entradas de los violines, nos acompañan mientras surcamos los cielos de Londres, nos movemos entre sus nubes, y unos bellísimos títulos de crédito como de otro tiempo, nos sitúan en la capital británica, año 1943, en el total apogeo del Blitz y de la Segunda Guerra Mundial. John Barry nos presenta el tema principal de Hanover Street, y nos ofrece variaciones sobre él en los extraordinarios primeros cuatro minutos de la obra, “Main Title”, para tornarse más grave en el subsiguiente “David Meets Margaret” ante los estragos de los bombardeos en las calles londinenses, pero permitiéndose mostrar un lado vivaracho ante los engaños y jugueteos varios entre los protagonistas, para coger un puesto en el autobús antes que el otro. Una suave rendición al piano del motivo central y de amor, nos es ofrecida cuando Maggie acepta la invitación a tomar café, ¿o será finalmente té?, de David, lo cual nos lleva a…

…”The Bombing”, para quien suscribe el momento por antonomasia de la obra. El concertino toma las riendas del motivo romántico para deleitarse en sus notas, dejándose, y se percibe, el alma en la interpretación, hasta la entrada de un lírico piano que desgrana a un tempo lento la pasión que los cuerpos de los protagonistas exudan por el otro, hasta que los metales rompen con el romanticismo ante la fuerza de las bombas destrozando la Calle Hanover, y David, busca desesperadamente a Maggie entre cascotes y cuerpos sin vida por doquier, hasta que en el min 2:42, el tema de amor estalla con voluptuosidad y emoción inigualables mostrando el abrazo de amor puro entre los protagonistas, y el inicio de una pasión que marcará sus vidas.

Hanover StreetEl tema principal se va desarrollando mediante variaciones llenas de sinfonismo en los subsiguientes “On Hanover Street”, de suaves cadencias a las cuerdas, arpa, piano, flauta y oboe (atentos a la sublime entrada del piano a partir del 2:42, a la que unas bellísimas cuerdas dan cumplida réplica), “Making Love”, de arrebatado romanticismo, mostrando la pasión llena de ternura de los dos amantes, en cada nota, con un crescendo a los cellos, violas y violines, que deja sin habla, y “Countryside and Courtship”, donde observamos que la relación ha madurado y Barry nos lo hace ver a través de una nueva orquestación del tema central, con sutiles arabescos al piano en segundo término, mientras las cuerdas marcan el tempo.

La vida matrimonial de Margaret entra en juego con la presentación de su hogar, su marido y su hija, y la mirada de ésta nos rompe en corazón ante las trágicas notas de Barry, al ser conscientes de que ama a su marido, pero ha perdido la pasión por él, y su hija es lo que los mantiene unidos. El compositor muestra toda esa amalgama de sentimientos en el lleno de amarga tristeza, “Home Life”, con el arpa entrando y saliendo sobre las líricas notas de las cuerdas, y en “Christmas Eve”, alargando las notas a los violines y cellos para que el piano nos haga darnos cuenta de la falta de alma de una familia, donde el amor no falta, pero donde la ilusión se ha perdido, incluso, en Nochebuena.

Y llegamos a otro de los momentazos con mayúsculas del Score, “Trying to Forget” con Maggie confesándole a David lo difícil que es para ella estar alejada de él, y a la vez lo consciente que es de la dificultad de un futuro juntos. Todo ello el compositor logra que lo sintamos como propio, a través del lirismo desgarrador de un solo de violín que es absoluta magia. Nuestro corazón palpita a cada requiebro, a cada nota alargada, la historia de los amantes la sentimos como propia, es la música de cine elevada a la enésima potencia, es la maestría de un exquisito John Barry.

El drama se empieza a desarrollar y la trama se complica ante los planes de Paul, quien efectúa una última llamada a Maggie antes de auto enrolarse en una misión suicida en territorio nazi, no atreviéndose a confesárselo a su mujer, de la que se despide con un “Te quiero mucho mi amor” que es correspondido con una sentida pero no del todo real, respuesta idéntica por parte de ésta, “Message from Paul”. Barry desgrana la amalgama de sentimientos a través de la languidez inquieta de unas cuerdas que ralentizan el tempo consiguiendo que nos sintamos como Paul, deseando que haga partícipe a su mujer de su vida, sin atreverse nunca.

Maggie acude al encuentro de David una vez más, pero éste no acudirá, se encuentra en la Francia ocupada junto a Paul, y la mujer se sentirá devastada ante lo que cree, supone la ruptura definitiva con el amor de su vida. Percusión marcial, metal, cello, arpa y piano hacen que se nos encoja el alma ante la identificación que sentimos por la situación de la mujer, y la frustración al tener más información que ella y no poder compartirla, sentimientos que Barry consigue transmitir musicalmente con sencillez a través de la orquestación de un nuevo motivo, que denominaremos el de la separación, “Change of Plans”.

La infiltración y el desarrollo de la misión de guerra ocupará los siguientes tracks del score, abandonando la parte romántica hasta la conclusión de la obra, en una sucesión de motivos tensos, muy en la línea del Barry de los últimos sesenta y los setenta, sobre todo en las composiciones para Harry Palmer, llenos de tensión, y matices claustrofóbicos en la música, logrando hacer de la dificultad de la tarea de los protagonistas algo orgánico, telúrico, y más realista que en films en los que damos por sentado que los personajes van a sobrevivir seguro. Aquí nada está claro, y todo puede salir mal al cualquier instante dando al traste con la misión. Percusión oscura y suspense musical, “Direct Hit”, nos hacen inquietarnos ante la posibilidad cercana de ser descubiertos, no obstante el compositor nos regala una pequeña fanfarria heroica para mostrarnos un pequeño triunfo aliado (a partir del 1:40). Un breve recordatorio de las motivaciones de David y Paul (presencia del tema central amoroso, que culmina inconcluso, y del tema de la familia de Paul, entremezclados con el de la separación) da paso a una sosegado descripción de la caída de los personajes en la Francia ocupada, tras lanzarse en paracaídas, “Bail Out Over France”.

Hanover streetLa infiltración en el Cuartel General de la Gestapo en Lyon y el robo de la lista de topos, tendrá lugar musicalmente a lo largo de los dos siguientes tracks, “Gestapo Headquarters” y “Cover Blown”, ambos caracterizados por una apremiante percusión acentuando la sensación de que David y Paul se encuentran en la mismísima boca del lobo, como así es, y urgiendo subliminalmente a la pronta resolución de la misión. En el segundo tema esta percusión se va haciendo cada vez más obsesiva y catárquica conforme las opciones de huida empeoran, pasando a definir la intriga de forma más sutil a partir del segundo tercio del tema, con pinceladas de timbal en segundo término, haciéndose la música menos protagonista e intrusiva con respecto a los actos en pantalla, hasta el crescendo final de percusión con entradas de los metales, que encontramos durante los últimos segundos.

El oboe y la flauta nos llevan en volandas en la exitosa huida de los protagonistas, hasta alcanzar el ojo de la tormenta, un aparente remanso de paz antes de que el verdadero peligro haga su retorno, atentos al bellísimo nuevo motivo a las cuerdas a partir del 1:53, dedicado a las aptitudes de Paul para los idiomas, “A Resourceful Man”. La Gestapo acorrala a nuestros amigos “Motorcycle Chase & Bridge Battle”, y Barry nos ofrece su toque aventurero para mostrarnos un marcial motivo para la escapada final, a base de metal y percusión, con un ostinato recurrente mostrando la fuerza de voluntad de David y Paul, para lograr lo extraordinario y decantar la guerra a hacia el lado aliado, hasta llegar a un último puente…

…el tempo aumenta, la percusión se hace acuciante, la huida, imposible, el puente cae y Paul pide a David que siga, que lo deje atrás, pero éste, salvará al marido del amor de su vida y lo hará regresar a sus brazos, “Finale”, haciendo lo que debe hacer, aún por encima de sí mismo, en uno de los finales más arrebatadoramente románticos en su generosidad trágica, en su pureza de sentimientos, de la historia del cine, pautado por John Barry a toda orquesta, con un lirismo exacerbado que te deja aplanado contemplando una de esas historias, que por muchos años que pasen, seguirás recordando, llevando contigo, en tu interior.

Hanover streetY las ultimas notas del sublime tema principal, del tema de Hanover Street, vuelven para la coda final, para la exacerbada conclusión romántica, ante esa mirada postrera, que queda grabada en la retina, y ante su solo recuerdo, junto a la rendición última a piano y cuerdas del tema de amor, hace que las lágrimas poblen nuestras mejillas, y nos despidamos…

Hasta un próximo visionado, de David y Maggie, de una calle emblemática, del Blitz y la Segunda Guerra Mundial, y nuevamente deseemos, aunque sepamos que no podrá ser, que acaben juntos y un final más feliz nos colme de satisfacción. En definitiva la cualidad de la que las obras maestras están llenas.

Y siempre tendremos a John Barry para recordarnos el camino, una y otra vez,

porque…

Siempre nos quedará…

La Calle Hanover

David: “Hola vieja amiga, no se debe llorar cuando se tienen los ojos de ese color”

Maggie: “David… yo…”

David: “Yo también”

Maggie: “¿Estás bien?, ¿estás herido?”

David: “Estuve perdido algún tiempo, pero creo que ya me he encontrado, aunque ojalá tus ojos no fueran de ese color. En esa habitación hay un hombre, es un buen hombre, ojalá no lo fuera”

Maggie: “Cuando me enteré de que os habían derribado juntos pensé que Dios me estaba castigando, luego cuando me serené, supe que tú le protegerías, y estaba segura de que volveríais”

David: “Te quiero lo suficiente para dejarte, mucho más de lo que he querido a nadie en mi vida”

Maggie: “Por una cosa o por otra siempre estoy llorando. Nunca volveré a querer a nadie, como te quiero a ti… ¿Por qué ha tenido que terminar así?”

David: “Las cosas terminan, como tienen que terminar. Ahora escucha, tú vete junto a él, yo daré la vuelta y me marcharé. Es lo que tenemos que hacer, tú lo sabes y yo lo sé. Soy muy capaz de echarlo todo a perder, así que tienes que ayudarme”

M: “Te quiero Halloran

D: “Te quiero Maggie

Piensa en mí cuando bebas té…”

Sus manos se entrelazan con intenso anhela un último instante. Él se ve reflejado en su ojos y se marcha mientras sus manos se separan y las lágrimas inundan la cara de Maggie, quien se aleja sollozando mientras David se gira y la observa por última vez.

David (en primer plano lateral) enciende un cigarrillo y se adentra en el tráfico de la Calle Hanover a los sones del tema de amor del film, compuesto por John Barry…

THE END y entran los créditos… (*)

Hanover street

(*) Extracto del guión de Hanover Street. Peter Hyams & Columbia Pictures Copyright 1979.

Lo Mejor: El romance, la capacidad de lograr que suspiremos de emoción ante la historia que se nos está contando gracias a la música, la emotividad, la inolvidable melodía principal, el desarrollo y variaciones de la misma, “Main Title”, “The Bombing”, “On Hanover Street”, “Making Love”, el mágico solo de violín de “Trying to Forget”, “Finale”, en definitiva, todo.

Lo Peor: Que no haya treinta o cuarenta partituras tan sensacionales como esta todos los años. Por lo demás, absolutamente, nada.

El Momento: Los protagonistas acaban de conocerse en la Calle Hanover, y tras compartir una taza de té y mucho entendimiento, se separan al anochecer, para quizá nunca volver a verse de nuevo, cuando un terrible bombardeo alemán sobre Londres amenaza sus vidas, mientras luchan por reencontrarse. Cuando finalmente lo hacen, ningún lacrimal puede permanecer inactivo ante la gloriosa entrada de la esencia del romanticismo, a las maestras manos de un inconmensurable John Barry, “The Bombing”, un instante, para la historia del cine, y de la música.

Asier G. Senarriaga

 
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