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Cinema Paradiso

Cinema Paradiso


Compositor : Morricone, Ennio
Año : 1989
Distribuidora : DRG

Excelente
Tracklist:
  1. Cinema Paradiso (02:59)
  2. Maturity (02:18)
  3. While Thinking About Her Again (01:18)
  4. Childhood And Manhood (02:14)
  5. Cinema On Fire (02:46)
  6. Love Theme (02:46)
  7. After The Destruction (02:02)
  8. First Youth (02:15)
  9. Love Theme For Nata (04:05)
  10. Visit To The Cinema (02:22)
  11. Four Interludes (01:56)
  12. Runaway, Search And Return (02:06)
  13. Projection For Two (02:07)
  14. From American Sex Appeal To The First Fellini (03:26)
  15. Toto And Alfredo (01:20)
  16. For Elena (01:52)
  17. Cinema Paradiso - String Version (Bonus) (02:20)

Hay películas que permanecen fácilmente en el recuerdo por la atención especial que despiertan alguno de sus componentes o elementos de su discurso fílmico. La música que acompaña a las imágenes fílmicas se ha distinguido como un sobresaliente procedimiento para avivar el recuerdo. El espectador suele privilegiar en su memoria una película que presenta una música fácilmente reconocible. El score de Morricone presenta unos cortes tan apasionantes que es difícil que el espectador no repare en ellos.

Cinema Paradiso es una película difícil de olvidar gracias a su prominente apartado musical, al elevado grado de impresión de los diferente leitmotivs que lo integran, su perfecta sincronía con la nebulosa atmósfera que empaña la película, y por supuesto, su mañosa disposición y frecuencia en la cadena espacio/temporal narrativa. Una de las razones por las que Cinema Paradiso ha despertado tanta admiración entre sus espectadores se debe precisamente al trascendental papel que desempeña su música, convirtiéndose además en uno de los scores más populares en el campo de la música cinematográfica.

En Cinema Paradiso la música ejerce una labor fundamental, hasta el punto de atrevernos a afirmar que sin ella la película probablemente no sería la misma, ni hubiera calado tan profundamente en espectadores tan variopintos, como lo evidencia su arrollador éxito en los más prestigiosos festivales y su galardón al Globo de oro y al Oscar como mejor película extranjera en 1989. El score de Cinema Paradiso se compone de cuatro motivos musicales de gran fuerza melódica, arreglados con una sencilla orquestación en donde sobresalen la sección de cuerda, en la que sobresale el violín, piano y guitarra. Estos cuatro leitmotivs refuerzan la intensidad emocional que despiertan los recuerdos, ahondan en las relaciones entre personajes, y sobre todo, confieren al filme esa nostalgia, esa melancolía que aflora cuando la memoria rememora hechos que marcaron una vida, una historia, irrecuperables, perdidos para siempre con el paso del tiempo. Sin embargo, también hay que decir en su contra que su empleo es a menudo bastante abusivo. Aunque cada uno de los motivos musicales tenga una función precisa, algunos de ellos a veces aparecen en escenas que no le corresponden, convirtiéndose así en una deleitación musical completamente separada del valor de las imágenes, cayendo en un empacho empalagoso innecesario, fallo más achacable al director que al compositor. Pero en fin, centrémonos ya en el análisis.

Durante los créditos iniciales aparece íntegramente desarrollado el que será el hilo conductor de todo el score, el leitmotiv del Cine Paraíso, lugar que se convierte en el símbolo más representativo de toda la infancia, y parte de la juventud, de Salvatore en su pueblo de nacimiento. El tema se inicia con una emotiva melodía a piano, a la que le seguirá el acompañamiento de una sección de cuerda que asume el ritmo melódico del tema hasta su finalización. Con esta melodía tan entrañable el Cine Paraíso se descubre así como una fábrica de sueños en donde sus espectadores disfrutarían y se emocionarían vivamente, además de convertirse en un lugar de cohesión social entre los habitantes del pueblo. El tema del Cine Paraíso está pues atado tanto al protagonista como a los espectadores que aparecen en la película. Tras los créditos iniciales, el tema vuelve aparecer en una escena en la que Salvatore se entera con la proyección de un noticiero de la muerte de su padre. Tras su incendio, en la escena de la presentación del nuevo Cine Paraíso el tema suena intensamente, siguiéndole una secuencia en donde reaparece interpretado con carácter de rag, al estilo años veinte, apoyando las reacciones de la gente ante las diversas películas que se van sucediendo. Con un tempo mucho más lento, el motivo musical es especialmente evocador cuando Salvatore regresa al Paraíso tras muchos años de ausencia, paseando entre sus ruinas. Mucho más dramático resulta cuando el cine es explosionado y se muestran los rostros entristecidos, entre ellos el de Salvatore, y de algunos para los que el cine también formó parte de sus vidas.

Sin embargo, la infancia y parte de su juventud de Salvatore están enmarcadas en un contexto más grande, que no incluye solamente el Cine Paraíso. Su pueblo, sus gentes, sus costumbres, y su estrecha amistad con el proyeccionista Alfredo, también forman parte de sus más preciados recuerdos. Para describir la infancia del protagonista y la relación que se establece con Alfredo, Morricone crea un leitmotiv de fácil reconocimiento empleado principalmente para la primera parte de la película. En la orquestación de la melodía destaca el uso de violines, intercalándose con otros golpes regulares de cuerda. Este leitmotiv se esboza en las primeras escenas de la rememoración de la infancia de Salvatore, y aparece en todo su esplendor por fin en una escena en donde se ambienta Giancaldo, presentándose algunos de sus lugares y costumbres de la época. Volverá a reanudarse en un resumen en donde Alfredo enseña a Salvatore todo lo que hay que saber para el buen funcionamiento de la sala del proyeccionista. El motivo musical subraya perfectamente la curiosa amistad que surge entre ambos personajes.

El tránsito de la infancia a la madurez se producían en el discurso de la película a través de un falso raccord: Alfredo y Salvatore iniciaban una conversación en la sala de proyección, hasta que, respetando aparentemente la continuidad, se producía un salto temporal grande, en donde Salvatore aparecía ya como adolescente y Alfredo más envejecido. Este tránsito aparece reforzado con un tema musical que, de inicio, irá sufriendo una progresiva transformación hasta originar el que será el leitmotiv de la juventud de Salvatore, tema de un profundo lirismo, que realza las nuevas sensaciones de su nueva edad, marcando el descubrimiento de su primer amor. Cuando Salvatore empieza su tarea como proyeccionista del nuevo Cine Paraíso, éste se entristece cuando un taburete vacío le hace recordar la ausencia de Alfredo. El corte musical acompaña a las imágenes dominado por un sonido grave de violines. La soledad del personaje es irrumpida por Alfredo, que entra en escena, y mucho más contentos, Salvatore y Alfredo conversan sobre su futuro. La música mientras tanto se mantiene de fondo, casi sin ser escuchada, pero cuando Alfredo toca el rostro de Salvatore y se produce el falso raccord para introducir la elipsis temporal, la música se transforma en el leitmotiv que caracteriza al Salvatore adolescente, una etapa cargada de sueños e ilusiones. Además de servir de cohesión entre dos escenas separadas temporalmente, la música porta el tono general de la nueva edad de Salvatore.

Este fragmento aparece solapado con el tema de amor en una de las secuencias más hermosas de la película. La secuencia comienza con un Salvatore que espera paciente delante de la ventana de Elena, y está acompañada con el motivo que describíamos anteriormente, que crece con suaves golpes de guitarra, marcando la espera noche tras noche. Cuando Salvatore desiste la última noche y camina entristecido de regreso, el tema de amor comienza a sonar tenuemente, prolongándose hasta la llegada de éste a la sala del proyeccionista. La música se mantiene constante hasta que Elena sorprende allí a Salvatore. Cuando éste la abraza, la melodía sube progresivamente hasta que los dos personajes acaban besándose apasionadamente. Será usado nuevamente en otra escena pasional entre los dos personajes, aunque donde realmente destaca, ampliamente desarrollado, es en la escena final de la película, en la cual Salvatore, de vuelta a su trabajo, visiona los trozos de película que le preparó Alfredo antes de morir. La escena es arrebatadora, gracias a la perfecta comunión entre música e imagen.

Como apuntábamos al principio, la película incide reiteradas veces en estos motivos musicales arbitrariamente. Así, podemos escuchar el tema asociado a la infancia de Salvatore durante la filmación de una matanza campestre que realiza, o inscrita en un resumen en donde vemos la alegría de Salvatore y Elena definitivamente juntos. El tema con el que se abre su periodo de juventud aparece tras los créditos iniciales acompañando a un Salvatore ya adulto, sin que el espectador pueda percibir cuál es su papel en la escena. El empleo es desmesurado cuando estas escenas que presentan recursos musicales tan contundentes no tienen la pulsión dramática de otras escenas o secuencias con idénticos cortes de música. Lo que parece evidente, es que con una repetición tan acusada de la música es muy difícil que el espectador no termine reconociendo los fragmentos musicales, si además son en sí mismo bastante fáciles de advertir.

Aún así, Morricone cumplió perfectamente su cometido, y el resultado es una banda sonora imperecedera, de esas cuya lozanía se mantendrá invariable, que seguirá despertando pasiones en nuevos oyentes y espectadores.

José Antonio Planes

 
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