Imagen

ImagenImagenImagen

The Journey

(El viaje)
Stephen Warbeck
     
Año:   2017
Sello:   IM Global Music
Edición:   Digital
Nº Tracks:   21
Duración:   39:30
     
Ficha IMDB
 

 

Reseña por:
Fernando Fernández

Imagen

1. The Beginning (1:53)
2. Ian Paisley (1:35)
3. Talks (2:18)
4. To the Car (1:48)
5. The Journey Begins (1:01)
6. Flashback (1:36)
7. Outside (1:51)
8. Into the Park (1:49)
9. Mcguinness (1:26)
10. The Church (2:41)
11. In the Car (1:31)
12. The Pulpit (2:24)
13. Collapse (1:10)
14. Remembering Enniskillen (3:06)
15. So It Is (1:39)
16. To the Plane (1:10)
17. No Apology (3:11)
18. The Handshake (1:13)
19. The Flight (1:11)
20. The End (1:25)
21. Are You Getting Through (3:42)

Imagen

«The Beginning»

 

«The Handshake»

 

«The Flight»

Imagen
La contención de la que hace gala Warbeck, lo que no quita que la música, con ese ritmo continuo y muy presente, tenga un carácter claramente activo. Pero que no busca destacar ni entrometerse. No busca manipular las emociones de lo que ocurre en el desarrollo de la trama. Sólo ayudar a desarrollar la trama.

Imagen
La sensación de estar frente a un simple lienzo de fondo sobre el que se desarrolla la historia y los diálogos, lo que no favorece mucho su escucha aislada, algo que me hace entender el posible aburrimiento y falta de interés de los aficionados.

Imagen
La cierta energía, vitalidad y emoción con que se va cargando poco a poco la banda sonora para ofrecer al menos algún momento de brillo y emoción en su parte final. Especialmente ese toque orgulloso pero emocionante que proporcionan “The Handshake” y “The Flight”.

BSOSpirit opina

ImagenImagenImagen

Nota media: 6,50

Ángel Aylagas (6), Fernando Fernández (7), Asier G. Senarriaga (7), Óscar Giménez (7), Ignacio Granda (5), David Sáiz (7)

 

Cuando la música requiere discreción

Es curioso cómo de vez en cuando compositores de prestigio y galardonados desaparecen del mapa discretamente para volver a aparecer un tiempo después. John Powell, Carter Burwell y varios otros han seguido esta línea. Y sus regresos han sido normalmente bastante interesantes. E incluso diría esperados. Stephen Warbeck es uno de esos nombres. Parecía casi haber caído en el olvido de los aficionados, a pesar de tener un conjunto de trabajos bastante interesantes en su haber. Llevaba un tiempo desaparecido y, afortunadamente, parece que estamos volviendo a recuperarlo en los últimos años, aunque un poco a cuentagotas y, principalmente, en proyectos europeos de no demasiado calado o éxito comercial dicho sea de paso. Pero en este caso ya tiene algo en común con el director de The Journey, un Nick Hamm que pisó con cierta fuerza en el terreno del thriller para desaparecer ya en televisión.

Ambos regresan en esta ocasión con una película basada en un hecho histórico que tal vez tiene bastante sentido en la actualidad en nuestro país: la reunión en la que los dos bandos del problema irlandés, a través de sus líderes, protestante y católico, que se odiaban entre sí, consiguieron llegar a un acuerdo histórico que permitió la convivencia pacífica en Irlanda a través del acuerdo de Saint Andrews, un documento en el que básicamente se reconocía que ambos bandos tienen ideas y creencias diferentes, pero que estas no podían ser el obstáculo para una convivencia pacífica. Sí que es verdad que la película crea una reunión ficticia, presentando una manipulación del estado británico, casi como si Cyrano estuviese ayudando en una cita amorosa, algo que le resta mucho impacto a la verdadera situación que concluyó con el acuerdo y lo convierte en algo bastante más “peliculero” de lo que podría haber sido. Pero mirándolo fríamente, nos ofrece la posibilidad de disfrutar de un reparto estupendo que incluye la última interpretación del maravilloso John Hurt. Sin embargo, el foco se lo llevan, especialmente, dos increíbles Colm Meaney y Timothy Spall, que terminan consiguiendo que lo que importe de la película sean ellos dos solos.

Una vez situados, nos vamos a encontrar con una película en la que buena parte de su metraje es un diálogo entre dos hombres dentro de un coche durante un largo viaje en carretera. Y al principio lo de diálogo puede ser incluso excesivo. Pero lo que en otras ocasiones podía haber sido un terreno abonado para rellenar esos espacios con música, aquí se convierte en contención y cuidado. No existe una necesidad de una banda sonora excesivamente manipuladora o intrusiva que nos dirija, sino una partitura que sirva de lienzo sobre el que desarrollar historia, personajes y emociones.  Y eso es lo que Warbeck nos ofrece en uno de sus trabajos más electrónicos que le he escuchado nunca. Pero con presencia constante, también, de elementos orquestales y melódicos.

La banda sonora tiene un claro carácter propulsivo. Proporcionando una sensación de avance continuo, pero manteniendo un tono grave y dramático. No desarrollando simplemente atmósferas, sino también proveyendo de la suficiente melodía y emoción cuando es necesario. La partitura se desarrolla con una percusión casi constante y bastante rítmica que se convierte en el corazón de la misma. El grueso de la banda sonora, independientemente de su dramatismo o emociones, va marcada con dicha sensación rítmica que es la que le proporciona cierta vida.  Y sobre la misma Warbeck va introduciendo diversos elementos según se vaya necesitando un cierto tono o brillo que acompañe a lo que va ocurriendo en la historia. En ocasiones esos elementos son ciertamente más atmosféricos, con cierta tensión y gravedad. Especialmente en su parte inicial. Por ello la música tiene un cierto carácter frío y distante, pero que sin embargo es interesante de escuchar. “The Beginning” nos marca la pauta inicial de la banda sonora. Ritmos y percusión, adornados con guitarra eléctrica y electrónica crean una pieza muy propulsiva y moderna. Con un carácter ciertamente apremiante y de urgencia que favorece la sensación de interés en ver que se va a desarrollar. Este tono, con el ritmo incluso mucho más rebajado, es el color que nos ofrece la banda sonora en su primera mitad.

“The Talks”, “To the Car”, “The Journey Begins” y “Flashback” van moviéndose en este tono, con aportaciones melódicas sobre la atmósfera muy bienvenidas. Especialmente cuando tanto las delicadas notas de piano, la guitarra acústica y las cuerdas van añadiendo unos toques que proporcionan cierta emoción y melodía al conjunto. Pero sin grandes destellos ni momentos. “Outside”, una de las primeras piezas sin percusión, provoca un pequeño cambio de tono. Más melancólico y evocador, especialmente con la entrada de un solo violín, es la primera muestra de una ruptura con todo lo anterior. La música nos va preparando para uno de los momentos principales de la historia que va a provocar un cierto cambio en la manera en que ambos líderes van percibiendo a su contrario. El tono de avance, propulsivo, vuelve como inicialmente en piezas como “Into the Park” o “In the Car”. Pero ese tono evocador va aumentando por momentos especialmente cuando alcanzamos “The Church” y “The Pulpit”. Curiosamente ambas piezas siguen incluyendo esa percusión rítmica, grave y seria, incluso pesada en ocasiones. Pero se aprecia como la música nos señala una especie de punto importante, con la percusión ganado un tono casi más procesional.

Es a partir de aquí cuando los momentos evocadores van ganando mayor presencia e importancia en la música. “Collapse” y muy especialmente “Remembering Enniskillen” (cuando sale a la luz la gravedad de este gravísimo ataque terrorista) recurren más claramente al uso del violín para proporcionar un punto de emoción que hasta entonces no había estado presente en la música. Y que concluyen en la brillante “So It Is”. Aquí es cuando es evidente como Warbeck no tiene problemas en introducir estos toques más evocadores en la música. Como si las emociones y recuerdos que salen a la superficie en los diálogos que inundan la película, quedasen reflejados en la música.

En la parte final, incluso cuando retomamos los momentos de viaje con ese ritmo constante, el tono tiene un cierto carácter más emocional. Tanto “To the Plane” como “The End” nos recuerdan los momentos iniciales de la partitura, pero con un evidente cambio de tono en las mismas. Un cambio de tono reforzado por la manipulación de la atmósfera que realiza Warbeck desde la sería y dramática “No Apology”, junto al mayor brillo y emoción que proporcionan “The Handshake” y “The Flight”. En las que orquesta y piano ofrecen una conclusión emocional delicada y discreta, pero muy adecuada al cambio de carácter de los personajes y de sus posiciones. Curiosamente el carácter final lo proporciona la canción “Are You Getting Through?”, escrita e interpretada por Glen Hansard, el cantante irlandés responsable de los temas de la exitosa “Once”. El tono choca un poco por su carácter acústico, casi americano más que irlandés, algo que Warbeck sin embargo sí había conseguido transmitir con sus orquestaciones y sonido, y sin necesidad de utilizar ninguna instrumentación folclórica.

A pesar de estos cambios de tono, la música mantiene un carácter bastante delicado y muy discreto, por lo que en ocasiones es bastante fácil que pase muy desapercibida tanto en la película como en escucha aislada. Es evidente que la banda sonora prescinde de esa omnipresente percusión en ciertos momentos, para permitir un acercamiento más personal a los protagonistas en la música. Reforzado además escuchando a través de la electrónica, los refuerzos que guitarra, piano y cuerdas le proporcionan, ganando cierto carácter emocional. Sólo hacia la parte final, Warbeck se permite el poder dejar crecer algo más emocionalmente a la música. Especialmente con mayor protagonismo en el piano y solo violín, para proporcionarle una mejor conclusión a la banda sonora. Una partitura muy discreta, nada llamativa, pero que por alguna razón consigue cautivarme.