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Victoria and Abdul

(La reina Victoria y Abdul)
Thomas Newman
     
Año:   2017
Sello:   Back Lot Music
Edición:   Digital
Nº Tracks:   32
Duración:   46:06
     
Ficha IMDB
Web del Compositor
 

 

Reseña por:
Fernando Fernádez

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1. Ceremonial Fanfare (0:17)
2. Agra Gaol (1:20)
3. Civilization! (1:49)
4. Victoria Regina (0:35)
5. Quenelle with Regency Sauce, Etc. (1:36)
6. The Queen’s Gaze (0:48)
7. Jelly (0:27)
8. The Wickedness of Children (1:34)
9. O’sullivan’s March (Trad.) (0:26)
10. Florence (1:32)
11. Loch Muick (1:17)
12. Glassalt Shiel (1:09)
13. The Munshi Returns (1:24)
14. Unveiled (0:50)
15. Peacock Throne (0:51)
16. The Mango Is Off (1:11)
17. “All the Riches of the Orient” (0:59)
18. Mutiny Lesson (1:07)
19. Knocked for Six (2:34)
20. Process Turn Bow Present (1:23)
21. The Only Way Is Down (1:14)
22. Racialists (1:03)
23. A Deputation (0:28)
24. The Emperor’s Egg (0:40)
25. Certified Insane (1:36)
26. Sons of the Brave (0:48)
27. Resign to My Face (2:04)
28. Banquet Hall of Eternity (2:18)
29. The Empress of India (6:11)
30. Victoria & Abdul (1:59)
31. Munshi Mania (2:12)
32. Gain the Ocean (End Title) (2:42)

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«Agra Gaol»

 

«Civilization!»

 

«Glassalt Shiel»

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El regreso del Thomas Newman emocionante y con clase. Sin dejar de lado todos los elementos y sonidos que lo caracterizan, sí que es verdad que su capacidad de transmitir y trabajar las emociones y los sentimientos en su música sigue siendo una de sus mayores habilidades. Y en Victoria & Abdul se disfruta mucho.

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Cread una lista de escucha (da lo mismo que sea en CD o en digital) y eliminad los temas número: 1, 9, 17 y 26. Se nota (demasiado) que tienen un carácter diegético, y que son parte del tapiz musical de la película. Pero con la construcción que hace Newman de su banda sonora, sólo consiguen que nos chirríen los oídos y desconectemos cada vez que aparecen. Haced lo que os comento y ya me decís que tal funciona entonces la partitura en escucha aislada.

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Por señalar con el dedo, uno: el bloque inicial. De los tres grandes bloques en que se podría dividir la banda sonora, este primero (desde “Civilization!” hasta “Glassalt Thiel”) es probablemente el más atractivo y memorable de todos. Más emocional, y con mucha variedad de tonos. Consigue convencernos e interesarnos en la música, y en lo que esta tiene que contarnos, de una manera realmente brillante.

El Maestro regresa a su vertiente más emocionante y delicada

Es evidente que la Reina Victoria es uno de esos personajes de la historia británica que más juego siguen dando en el cine, bien sea reflejando una época llena de luces y sombras entre la población de las islas, o a través de sus múltiples anécdotas de carácter personal. Lo curioso es que, en este último caso, siempre parece cargada con un bonito y delicado velo romántico y evocador. Nada que reprocharle ahí. Además yo soy de los seguidores de la máxima de John Ford en Liberty Valance: … cuando hay que elegir entre la verdad y la leyenda, se imprime la leyenda… Si encima le sumamos el buen gusto en la historia y la dirección de alguien como el británico Stephen Frears (Las amistades peligrosas, La reina), seguro que el resultado es siempre interesante.

En esta ocasión el director abandona a su colaborador musical habitual de sus últimos proyectos más destacados, Alexandre Desplat. Pero recurre a uno de los grandes maestros con los que aún contamos los amante de la música para cine: Thomas Newman. Un compositor que suele moverse en dos áreas de estilo principales (en ocasiones combinándolas): una muy experimental y original, especialmente en lo referente a las orquestaciones y elección de instrumentos; y otro exaltadamente romántico y delicado. En esta ocasión vamos a disfrutar de un Thomas Newman puro, tremendamente reconocible en su sonido, estilo y orquestaciones, y con un claro tono romántico y clásico. Lo cual, en mi caso, suele traducirse en una sesión completa de clase y estilo para disfrutar.

Aunque desgraciadamente también incorpore algunos de sus defectos, como esa manía de construir sus partituras y bandas sonoras en múltiples piezas de muy breve duración. Lo cual no permite el desarrollo y evolución de la música de una manera fluida y más disfrutable para el aficionado. Y eso que aquí contamos con una pieza central de 6 minutos de duración. Pero el resto de sus 40 minutos se reparten en 31 piezas que suelen rondar el minuto de duración. Dicho esto, sí que es verdad que pese a esta presentación de la banda sonora, el resultado es uno de los más disfrutables de Newman en los últimos años. Sin llegar al nivel que presenta la maravillosa Bridge of Spies, es una de esas pequeñas joyas discretas y emocionantes que el compositor nos regala de vez en cuando.

En la partitura Newman sabe que tiene que representar a los dos protagonistas de esta historia en su música. Y aunque realmente no utiliza unos motivos o temas memorables, sí que podemos encontrar la presencia de sus protagonistas en ella. Por un lado, Abdul cuenta con diversos motivos de carácter claramente hindú que identifican su participación en la historia. Newman no es precisamente un novato en dicho sonido, como atestigua su labor en películas como Marigold Hotel o Malala, y lo demuestra claramente. Especialmente con la presencia de su colaborador habitual George Doering, incorporando su completo arsenal de instrumentos más o menos étnicos con los que va jugando a lo largo de la partitura. Su primera aparición en “Agra Gaol” proporciona un tema casi puramente pop-folk inicialmente, que se va cargando con la participación de las cuerdas y los vientos/madera, creando un aire hindú evidente. Sin embargo Newman no abusa de este recurso, el cual no volvemos a escuchar hasta que llegamos a la mitad de la banda sonora con “Mango Is Off”. Aunque aquí nos lo introduce con un cierto carácter de aventura o misterio, que es el que más vamos a escuchar en la misma.

La reina Victoria por su parte queda representada con un sonido recargado, lleno de carácter solemne y procesional, reforzado por unas voces de apariencia grandiosa. La primera vez que lo escuchamos al comienzo de “Civilization!”, la música da paso a una melodía muy viva y brillante en su parte final que se convierte en el otro tono representativo de la banda sonora. Pero ese motivo de la reina es representado en diversas variaciones, sin nunca perder ese carácter regio como podemos apreciar en “Victoria Regina”, “The Queen’s Gaze” o “Certified Insane”. Estos son una buena muestra de la habilidad de Newman para trabajar las emociones perfectamente a través de unos elementos simples, pero perfectamente adaptados al momento. Y probablemente sean estos los que más vayan a ser disfrutados por los aficionados gracias a su carga emocional.

Mencionaba antes el tono vivo y brillante que caracteriza a buena parte de la música en la banda sonora. Esta es una de las razones por las que se consigue que la presentación de la partitura y la corta duración de sus piezas no funcionen nada mal en esta ocasión. Y es que la fluidez y variedad entre piezas es muy cuidadosa y terminan conformando un conjunto realmente disfrutable. Especialmente si utilizamos la función de programar la banda sonora (ya sea en CD o en digital) y dejamos aparte los “toques de color” que se incluyen en la misma.

La partitura va creando conjuntos de piezas, conformando unos bloques muy homogéneos en su estilo y evolución. En la parte inicial, desde “Civilization!” hasta “Glassalt Thiel”, disfrutamos de una música muy viva y cargada de emociones y sentimientos. Con predominancia de la música más occidental, aunque con muy buenas variaciones de tono que la hacen tremendamente bonita y entretenida. Con momentos incluso muy delicados como “The Wickedness of Children”. Esta es la música que va a conseguir ganarnos durante la escucha, y a la que vamos a dejar llevarnos a su territorio.

Es entonces cuando la vivacidad de la música toma un carácter más excitante, e incluso misterioso, en su desarrollo. Desde “The Munshi Returns” hasta “The Emperor’s Egg” los elementos hindúes ganan mayor presencia, sin ser tan exagerados como en “Agra Gaol”. Sin embargo se genera un más que interesante cambio de carácter que nos hace reactivar el interés en la música. Una música que también incorpora variaciones de tono que la hacen muy variada. Unas veces cargada de cierto misterio (“Mutiny Lesson”, “Knocked for Six”, “Racialists”) y en otras con un tono más divertido y aventurero (“Peacock Throne” o “Process Turn Bow Present”). El resultado es una parte central de la banda sonora muy entretenida, y con suficientes elementos diferenciales como para hacernos mantener la atención.

Es en su parte final cuando la partitura adquiere un carácter mucho más dramático y serio. Con un tono que podríamos definir como triste y delicado, y que alcanza su punto álgido con la pieza central de la banda sonora: “The Empress of India”. Una de esas piezas en las que podemos reconocer los elementos que nos ha traído la banda sonora anteriormente, pero presentados de una manera en la que no podemos menos que sentir, que se está produciendo un punto de inflexión en la historia. Afortunadamente, Newman no concluye aquí la presentación de su partitura. En su parte final, retoma en parte del tono que escuchábamos en la banda sonora, y en el que poco a poco recupera esa viveza y ese brillo iniciales. Y además lo hace con una muestra de clase y maestría, haciendo que sea la propia música la que vaya creciendo desde ese punto más bajo y triste de sus emociones. “Victoria & Abdul”, “Munshi Mania” y “Gain the Ocean” son un epilogo musical y emocional perfectos para una historia repleta de sentimientos y personajes de muy diverso carácter, pero unidos por el tiempo y la música de manera brillante. Este es el Thomas Newman que, dudo, ningún aficionado se canse de escuchar nunca.