Una atrevida apuesta musical |
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David Lang es lo más entre los músicos progresistas de Estados Unidos. Este catedrático de la Universidad de Yale establecido en Nueva York y tenido por una reencarnación del mítico Frank Zappa está considerado, en realidad, como fundador del “post-minimalismo” (a saber)…
A la hora de reivindicar su papel en la última entrega cinematográfica del realizador Paolo Sorrentino, Lang explica que “el espectador de cine acepta mucho mejor las propuestas musicales atrevidas que el público asiduo de los conciertos clásicos”, y que Sorrentino le proporcionó una ilimitada libertad para forjar los ejes de esta banda sonora que baraja temas clásicos, “post-minimalismo”, soul, rock progresivo reminiscente, piezas folklóricas y efectos sonoros concertados.
Ahijado musical de Danny Elfman, colaborador del grupo Wilco, Lang tiene tablas a la hora de plantear una música de cine sobria y compacta. El hecho de que el protagonista Fred Ballinger (Michael Caine) sea en Youth un “compositor raro”, a la par que un espíritu torturado por su hija, su mejor amigo y los fantasmas de su mujer, de su furtiva homosexualidad y de Igor Stravinski, permite a Lang un magnífico contraste entre su música rotunda, oscura, y la tamizada fotografía de Luca Bigazzi.
En la escena final de la película, Sorrentino pidió a Lang que ilustrara a Caine sobre cómo debía dirigir la orquesta. Caine estaba muy nervioso sobre el énfasis que debía dar a esa elegíaca interpretación, pero Lang convenció a Sorrentino de que el nerviosismo de Caine debía ser el mismo nerviosismo displicente de Ballinger… La secuencia se resuelve con la interpretación de “Simple Song #3” por parte de los músicos de la Orquesta de la BBC, la violinista Viktoria Mullovay y la soprano Sumi Jo en sintonía perfecta, dirigidos por un Michael Caine que no sabe qué cara poner ni con qué gestos incorporarse a la comunión musical orquestada… El director está perdido, y eso es lo que Lang pretende subrayar y lo que Sorrentino finalmente asume. El compositor alude a que la música de cine puede explicar al subconsciente del espectador y en un lenguaje que no entiende por qué un determinado personaje está donde está y hace lo que hace.
“Simple Song #3” actúa a modo de cápsula del tiempo. Se desprecinta en la última escena para responder con una música misteriosa a las preguntas formuladas durante toda la película. Caine dirige la orquesta con nerviosismo; sobreactuando al principio, dejándose llevar después.
Lang es un compositor profundamente esotérico, espiritista. Su primer contacto con la música de cine fueron los arreglos para la formación Kronos Quartet de la partitura de Requiem for a Dream, la película de Darren Aronofsky. Lang jura y rejura que ha visto El exorcista 400 veces y que su interés por la música de cine viene de ahí; no tan fascinado por la popular estrofa de Mike Oldfield como por la fantástica e impresionante fanfarria de cuerdas de Werner Henze con que se cierra la cinta.
En Youth, todo hay que decirlo, hay también una pieza que pasaría por un chiste malo añadido a la banda sonora: “Wood Symphony”… Viento, pájaros, vacas, cencerros… ¿Música? Lang asegura que sí, e insiste en que es su “escena obligada” de la película. Para Lang (algo parecido manifestó Coulais en su primera visita a Úbeda) la música no está en el interior del compositor, sino en el exterior. El compositor “caza” sonidos que flotan en distintos paisajes y trata de concertarlos, de darles una forma musical.
Como en El exorcista (una BSO tan difícil como perfecta), en Youth la música pone voz a lo invisible, lo misterioso, lo puramente onírico. Aquí no es Satán quien posee a los personajes, sino el sentimiento puro de querer, el deseo mal llamado amor. La música de Lang, la de los espíritus torturados, tiene por contrapunto las canciones subversivas de un estrecho colaborador de Sorrentino que jamás da la cara en sus películas (David Byrne). Paloma Faith, el cantautor Mark Kozelek, Sun Kil Moon y la Retrosettes Sister Band.
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