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  The Salt of the Earth

(La sal de la Tierra)
Laurent Petitgand
     
Año:   2014
Sello:   Quartet Records
Edición:   Normal
Nº Tracks:   16
Duración:   46:49
     
Ficha IMDB
 
 
 
 

Reseña por:
Jordi Montaner

 
1. The Salt of the Earth (2:41 )
2. Papu’s Song (3:36 )
3. Serra Pelada (2:50)
4. Wrangel Island (3:56)
5. Sick Soul (3:22)
6. Black Kuwait Fire (3:34)
7. Exodus (2:58)
8. The Photographer (1:24)
9. The End of the Road (6:01)
10. Nenets (2:04)
11. The Last Trip (1:43)
12. Instituto Terra (1:44)
13. Zoé’s (2:07)
14. Back to Brazil (1:48)
15. Genesis (3:52)
16. Human Spirit (3:09)
 
 

«The Salt of the Earth»

«Sick Soul»

«Human Spirit»

 


El respeto de la música de Petitgand por las imágenes de Salgado, conjugando importantes silencios en su orquestación.


Acostumbrado al reproche esteticista, Petitgand ha puesto muy poco empeño en la producción… Sobrevienen reparos técnicos a la grabación editada de esta partitura.


«Sick Soul». Es como un quejío de chelo y piano al que se suman discretas instrumentaciones electrónicas a modo de coros.

 

BSOSpirit opina

Nota media: 6,25
 
Fernando Fernández (5), Asier G. Senarriaga (7), Óscar Giménez (6), Jordi Montaner (7)
 

 
Un baño de música oscura
 

altLa mejor definición que se me ocurre de Laurent Petitgand, en términos melocinematográficos, es la de un Conrad Pope de arte y ensayo… Su relación con el cine se remonta a por lo menos 40 años y casi siempre a la sombra del estrafalario Wim Wenders. No es ningún secreto que las películas de Wenders mantienen una relación casi esquizofrénica con la música, y que el realizador alemán ha plantado pica en muy distintos frentes con desigual resultado (Jurgen Knieper, Ry Cooder, John Barry, Graeme Revell, U2…). Pero en casi todas sus batallas ha contado con el asesoramiento de un’ enfant terrible’ de la música de cine, un renegado casi al más puro estilo de Serge Gainsbourg: Laurent Petitgand.

altEn The Salt of the Earth (La sal de la Tierra), y por encargo expreso de Wenders (productor y co-realizador), Petitgand se pone a las órdenes de Juliano Ribeiro Salgado, hijo del protagonista del documental: el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado.

Con su blanco y negro, con su pétrea mirada, elabora un documental elegíaco. La Tierra y el ser humano, la Tierra del ser humano, están heridos de muerte. Petitgand se afianza en un instrumento elegíaco por naturaleza, el violonchelo, para enfatizar que se habla y que el espectador se remite a cosas perecidas y/o desaparecidas. No es una fotografía estéticamente impecable ni depurada, tampoco la música, pero sí contundente, dura, amarga como una medicina.

altConmueve lo que no está, lo desplazado fuera de campo… Lo que se muestra y se escucha no suscita casi nada más que dolor. Se trata de una película y de una música para mayores de 81 años, en vez de 18; seres ya familiarizados con la muerte, con la pérdida, con el horror real… Hablemos claro: la terrorífica ficción de REC es inmensamente menos dramática que el recuerdo de una guerra, un holocausto, una devastación.

Salgado conmueve con su aspiración a superar lo insuperable, a plantar nuevas raíces en viejos camposantos. Petitgand añade sublimes retoques étnicos y percusiones a su elegía sin despistar el recorrido de un descenso a los infiernos más reales y secretos de nuestra memoria colectiva, sin apartar el dedo de la llaga.

altLa palabra «fotógrafo» viene del griego y significa «escritor de la luz». Salgado escribe sombras y Petitgand las sumerge en un baño de música oscura a fin de revelar una verdad por fuerza triste… Si una imagen vale más que mil palabras, puede que un silencio valga también más que un millar de acordes.