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  The Giver

(El dador de recuerdos)
Marco Beltrami
     
Año:   2014
Sello:   Sony Classical
Edición:   Normal
Nº Tracks:   20
Duración:   50:27
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Óscar Giménez

 
1. Main Titles (03:17)
2. Jonas Gets the Gig (01:37)
3. Color (02:08)
4. Arriving at the Giver’s (01:54)
5. First Memory (01:33)
6. Gabriel Arrives (01:03)
7. Do You See It (01:00)
8. Tray Ride (02:33)
9. Happiness & Pain (03:00)
10. What Is Love? (02:24)
11. War (03:24)
12. The Kiss (02:30)
13. Jonas Runs Away (02:52)
14. Accelerated Training (02:42)
15. Escape from the Nursery (02:12)
16. Desert Ride (02:21)
17. Capturing Jonas (03:34)
18. The Mountain and Despair (01:57)
19. Rosebud (04:37)
20. End Credits (03:49)
 
 

«Main Titles»

«Rosebud»

«End Credits»

 


El carácter de personaje que tiene la música en la propia película, describiendo la superficialidad del mundo distópico de forma bonita y sencilla, pero sin alma, mientras que las emociones del protagonista se traducen en música más intensa y compleja.


Nada. Es una banda sonora muy bien construida y muy coherente con la historia para la que está hecha.


La segunda mitad de “Rosebud”, la pieza que acompaña el clímax de la película, y la exposición variada del tema principal en los “End Credits”.

BSOSpirit opina

Nota media: 7,67
 
Fernando Fernández (6), Asier G. Senarriaga (8), Óscar Giménez (8), Antonio Miranda (7), Jordi Montaner (8), David Sáiz (9)
 

 
Beltrami en la distopía
 

Cuando un producto funciona, las imitaciones surgen como setas. El éxito editorial y cinematográfico de The Haltunger Games ha dado lugar a una cosecha variopinta de películas de ciencia-ficción protagonizadas por adolescentes en mundos distópicos. Como siempre, unas más acertadas que otras. Ya sabemos que en el bosque hay setas exquisitas, venenosas e insípidas.

El caso de The Giver es un tanto especial, puesto que aunque la película es posterior, la novela en que se basa tiene bastantes años más de existencia que Los juegos del hambre, de Suzanne Collins. El dador –tal como se tituló en español- fue publicada por la hawaiana Lois Lowry en 1993 y ganó la Medalla Newbery, que se entrega a los mejores libros de literatura infantil-juvenil en Estados Unidos. Y es la primera entrega de una tetralogía a la que siguen Gathering Blue, Messenger y Son. Incluso existe versión teatral desde hace tiempo.

La historia tiene más de un punto en común con Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y con 1984, de George Orwell, que cualquier aficionado al género captará con facilidad, aunque con un enfoque más accesible a lectores juveniles. El mundo que nos propone es una sociedad donde se han eliminado los recuerdos y las emociones más profundas de sus habitantes. Pueden tener sentimientos más o menos superficiales, pero desconocen el odio, la envidia, la guerra, el miedo, el frío… No está mal. El problema es que también desconocen el amor, la música, la felicidad, incluso los colores.

altEl protagonista es Jonas (Brenton Thwaites), un chico que alcanza la edad en la que debe ser adjudicado a una función o profesión en esa sociedad. Su amigo Asher se convierte en piloto de drones y su amiga Fiona en cuidadora de recién nacidos. Pero a él le toca un papel muy especial. Se convierte en aprendiz del Dador (Jeff Bridges), el único personaje que conserva recuerdos del pasado, una figura a la que recurren los jefes de esa sociedad, los Mayores, encabezados por Meryl Streep, cuando necesitan resolver determinados problemas para que su mundo ideal de personas más o menos aborregadas siga funcionando.

altEl director del film –hasta donde yo sé, no estrenado en España en salas comerciales- es Philip Noyce, que hace un trabajo pulcro, pero con poca garra. La historia carece de la fuerza y la intensidad que tienen otras narraciones parecidas y aunque la película se deja ver, está claro que podía dar mucho más de sí. Del mismo modo que hiciera Gary Ross en Pleasantville (1998), juega con el blanco y negro a la hora de mostrar el insípido mundo en el que vive toda esa gente, mientras que los recuerdos que va recogiendo el protagonista son a todo color.

altEn el ámbito musical, Marco Beltrami hace un trabajo muy consistente. Podríamos decir que su música también tiene fragmentos en blanco y negro y fragmentos en color, piezas tranquilas y plácidas, pero insulsas, para describir el “mundo feliz” en el que se desarrolla la historia, y piezas más intensas y emocionales que surgen cuando Jonas tiene sus visiones coloreadas.

altY todo ello lo apoya sobre un tema principal sencillo y pegadizo que funciona a la perfección en todos los ámbitos en que se utiliza. Es uno de esos temas que se nos queda agarrado a las neuronas cuando acabamos de ver la película. Beltrami nos lo presenta en “Main Titles”, al cabo de un minuto de iniciado el track, utilizando la sección de cuerda y coros que proporcionan una evidente sensación de placidez. Un mundo perfecto, al fin y al cabo, sobre una meseta rodeada de nubes que se nos muestra en una gran panorámica el inicio del film.
 

altEl tema principal aparece en numerosas ocasiones a lo largo de la banda sonora, unas veces más esbozado que desarrollado. Es un leitmotiv versátil que el compositor adapta al tono más adecuado en cada escena, desde variaciones calmadas a desarrollos más intensos cuando trata de emocionar al espectador del mismo modo que se emociona el protagonista. Lo encontramos en “Jonas Gets the Gig”, “Arriving at the Giver’s”, “Happiness & Pain”, “War”, “Jonas Runs Away”, “Accelerated Training”, “Desert Ride”, “Rosebud” y “End Credits”.

altAdemás, se trata de un leitmotiv que forma parte de la película en sí misma y necesitaba estar compuesto antes del rodaje. En la escena en que el Dador debe explicar a Jonas qué es la música, lo lleva a un sótano de su casa y le enseña un piano, objeto que el chico confunde con una “mesa deforme”. El personaje de Bridges interpreta precisamente el tema principal mientras el chaval flipa. “No ha nada como la música –dice el Dador-. Sólo hay algo más que te puede llenar así. Algo que está dentro de ti. Algo que te quitan esas inyecciones de cada mañana. Las emociones”. En otro instante del film, otro personaje interpreta –e incluso canta- este tema principal.

Siguiendo el orden de la banda sonora, los sonidos tranquilos de las cuerdas, con plácidos y largos acordes, predominan en toda la primera parte, en ocasiones con apoyo de notas de piano o con coros. Se trata de expresar el mundo constante de una forma bonita pero sosa y sin sobresaltos. Únicamente en los momentos en que Jonas adquiere recuerdos del Dador la música de Beltrami gana intensidad y profundidad. Pasa de ser plana a emocionante al mismo tiempo que marcan las imágenes. Y para esos recuerdos o visiones, Beltrami utiliza a veces un segundo leitmotiv.

Ahí tenemos “First Memory” para la primera visión de Jonas, pieza en la que se escucha claramente esa transición a los 30 segundos de su inicio.
 

altTambién “Colors” –el único track que no está colocado en el orden correcto-, cuando el muchacho comprueba que en el mundo no está hecho solamente de blancos, negros y grises.

Otro de los momentos más intensos lo encontramos en “Tray Ride”, track con un final potente y triunfalista que acompaña el alegre descenso de Jonas y su amiga Fiona por una rampa de la cúpula de la ciudad, sentados sobre sus bandejas de la comida como si fueran trineos. Jonas transmite a su amiga la emoción de la aventura y el compositor la expresa en toda su intensidad.
 

alt“Happiness & Pain” es otro ejemplo. La visión de Jonas pasa de momentos felices a momentos tristes y dramáticos. La música de Beltrami es un remanso de tranquilidad al principio y al cabo de dos minutos aparecen disonancias y golpes de efecto de la percusión. En la misma línea, “War” muestra al chico el horror de la guerra y la muerte a través de imágenes que se acompañan de sonidos discordantes.

altEntre todo este grupo de pistas encontramos otros dos momentos claves. Por un lado el significado del amor –“What Is Love?”-, que Beltrami expresa a través del piano con una reposada melodía no utilizada hasta entonces.
 

Por otro, la prolongación de ese amor en “The Kiss”, un beso que tiene lugar en el minuto 1:22 de la pieza, con música emotiva de cuerdas y piano, pero muy sutil y delicada.
 

altLa trama más aventurera de la película arranca a partir de “Jonas Runs Away”. El chico ya sabe que su mundo no es tan perfecto como lo pintan –al fin y al cabo es todo en blanco y negro- y decide cambiar las cosas, rumbo que toma cualquier narración de mundos distópicos que se precie. La pieza se inicia con el tema principal, pero ya advertimos un tono más grave y oscuro. Ya no todo son cuerdas y coros, sino que la percusión y los metales van teniendo cada vez más protagonismo. Los sonidos misteriosos y una sensación de prisa empiezan a inundar la banda sonora.

“Accelerated Training” contiene la última visión que le proporciona el Dador. La intriga de los dos primeros minutos se convierten justo después en una interpretación potente del tema principal mientras Jonas adquiere los recuerdos más emotivos e intensos del pasado de la humanidad.
 

Beltrami desata su fabulosa capacidad para la música de acción en “Escape from the Nursery”, una pieza trepidante con percusión, ostinatos y entradas de metales.
 

altLa intriga y algunos golpes de efecto continúan en “Desert Ride”, y la tensión queda expresada perfectamente en unos cuantos momentos de “Capturing Jonas”, pieza que incluye también vibrantes momentos de música de acción.

Beltrami combina la orquesta con sintetizadores, notas de guitarra eléctrica y coros en “The Mountain and Despair”, track atmosférico en su primera mitad y más solemne e intenso en la segunda.

altEl clímax llega con “Rosebud” -guiño más que explícito a Ciudadano Kane-, la escena donde se produce el cambio y la conclusión. En el track más largo de la edición discográfica, Beltrami comienza con música lenta y ambiental que produce una sensación fría. Pero poco a poco va ganando fuerza y, a partir de los dos minutos, arranca una percusión galopante que eleva la música a sus máximos límites de majestuosidad, con la ejecución más intensa del tema principal sobre un ritmo que expresa la urgencia por llegar cuanto antes a la conclusión de la historia.
 

Después viene la coda, la vuelta a la tranquilidad y a la calma, pero con otros colores, mientras la voz en off de Jonas pone fin a la narración sobre una base de coros y cuerdas.

altLos títulos de créditos utilizan al principio la canción de OneRepublic titulada “Ordinary Human”. Cuando acaba suenan los “End Credits”, una fantástica suite que repite el tema principal de diferentes formas y con distintos arreglos. Chelo, coros, cuerdas, trompas… El perfecto colofón para acabar de meternos la melodía en la cabeza.
 

Está claro que no es la mejor banda sonora de la carrera de Marco Beltrami, pero sí que es un trabajo más que digno para una película bastante irregular. La música es parte intrínseca de del film y tiene una función narrativa más que evidente, construida de forma muy inteligente, y estableciendo ese puente emocional entre las imágenes y el espectador que constituye una de las funciones principales –aunque no la única- de la música de cine.