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  Godzilla

 
Alexandre Desplat
     
Año:   2014
Sello:   Sony Classical
Edición:   Normal
Nº Tracks:   20
Duración:   60:53
     
Ficha IMDB
 
Web del Compositor
 
 

Reseña por:
Asier G. Senarriaga

 
1. Godzilla! (02:10) *
2. Inside The Mines (02:26)
3. The Power Plant (05:50) *
4. To Q Zone (02:57)
5. Back to Janjira (06:01) *
6. Muto Hatch (03:14)
7. In The Jungle (02:01)
8. The Wave (03:05)
9. Airport Attack (01:49)
10. Missing Spore (03:59)
11. Vegas Aftermath (03:24)
12. Ford Rescued (01:24)
13. Following Godzilla (02:03) *
14. Golden Gate Chaos (02:52) *
15. Let Them Fight (01:40) *
16. Entering The Nest (03:01)
17. Two Against One (04:16) *
18. Last Shot (01:58) 
19. Godzilla’s Victory (03:03) *
20. Back To The Ocean (03:40) *  
 
* Las mejores pistas
 

«Godzilla!»

«The Power Plant»

«Two Against One»

«Godzilla’s Victory»

«Back to the Ocean»


La tremenda fuerza sonora y poderío orquestal, dominando una gran formación sinfónica con el brío y prestancia de un Desplat superlativo; el excelente tema principal, “Godzilla!”; el emocional inicio trágico, “The Power Plant”; la vibrante capacidad de conducirnos en cada escena de acción y suspense, “Back to Janjira”, “Airport Attack”; y los apasionantes despliegues sinfónicos de todas y cada una de las escenas que implican destrucción, especialmente “Golden Gate Chaos” y “Two Against One”, hasta concluir con el imperial “Godzilla’s Victory” y el emocionante “Back to the Ocean”. El Tamaño una vez más, sí importa.


Para los enamorados de la obra maestra original de Akira Ifukube, o de las extraordinarias composiciones de David Arnold para el homónimo del 98 o Michael Giacchino para Cloverfield, que Desplat juega en una liga más de sombras y oscuridad (atmósfera) que de luces (melodía), al contrario que aquellas, si esto pudiera considerarse algo negativo. Para el que suscribe no lo es.


Sin especificar más para que quien no haya visto el film pueda disfrutarlo como debe ser, la victoria de Godzilla, “Godzilla’s Victory”, la definición de la épica a gran orquesta, sin alharacas ni efectismos, sino pura y llanamente, grandeza. Desplat is ON FIRE!

BSOSpirit opina

Nota media: 8
 
Ángel Aylagas (8), David Doncel (9), Fernando Fernández (9), Asier G. Senarriaga (9), Óscar Giménez (7), Ignacio Granda (6), Juan Ramón Hernández (7), David Martínez (8), Sergio Rivas (9), David Sáiz (8)
 

 
De Janjira a San Francisco
Pit stop: Las Vegas
Cuando los Titanes chocan
 

altAntes de acudir al cine a ver la película, antes incluso de escuchar la partitura que Alexandre Desplat ha creado para el mítico monstruo nipón, quien esto suscribe sabía que el listón estaba muy alto y que las últimas composiciones para films de gran presupuesto con el gigantesco Gojira -David Arnold creó una ejemplar y extraordinaria obra capital del género en 1998 para el defenestrado justamente film de Roland Emmerich, u homenajeando las reglas del juego, como hiciera Michael Giacchino en su magistral Cloverfield, para los títulos de crédito finales del film de Matt Reeves- estaban en la memoria colectiva del aficionado y de la industria. Por ello el compositor francés, se la jugaba, si además tenemos en cuenta que la saga musical que naciera con Akira Ifukube es tan reverenciada como altamente imitada. Sin embargo Desplat rompe con todos los miedos del oyente a ser defraudado desde el mismo inicio donde, sin perder la estela del maestro Ifukube, aporta su propia personalidad y dominio de la orquestación y la dirección sinfónica para dar un curso inmaculado a todo aquel que pudiera haber dudado de que iba a llevar a cabo un gran trabajo. Y a fe que lo ha logrado.

altDesplat no renuncia a cualquiera de los recursos orquestales, sinfónicos, o  electrónicos a su alcance para hacer sentir al oyente durante la proyección/audición, haciendo acopio de su dominio de los timbres y colores de la formación, su perfecta combinación con los arreglos sintetizados, el añadido puntual de las bajas frecuencias tan características al autor, un sinfonismo arrollador cuando es necesario, combinado junto a un intimismo lírico en contraposición puntualmente, frente a la atonalidad de la descripción del desastre que se avecina, todo lo cual hace de esta partitura, un ejemplo de adaptación al film por encima de los posibles deseos de lucimiento propios. Algo no sólo muy de agradecer, sino brillantemente necesario gracias a instantes en que el público espera un alarde pirotécnico, y el compositor francés ofrece sencillez o espectacularidad melódica, y nos entrega emoción con un sencillo golpe de shakuhachi que sacude y sobrecoge la platea con más fuerza que un pasaje percusivo rimbombante, por innecesario en este caso, y que tanto vemos (escuchamos) hoy en día, tanto para un roto como para un descosido.

Pero el compositor francés, pese a su tendencia en esta ocasión a ser más atmosférico y oscuro que melódico, no renuncia a la estructura temática, y nos deja leitmotivs para el protagonista y su familia, su trágico pasado y la pérdida de su madre, para el ejército, para los Mutos,

y para el protagonista de la ocasión,
el inconmensurable
Godzilla

alt

Un Dios salva al mundo, la energía se transforma, no se destruye,
el universo musical de Godzilla, una partitura de Alexandre Desplat

altLa obra da comienzo con una inquietante marcha agónica por su ritmo pausado inicial, acompañando los impactantes y magistrales títulos de crédito principales, para ir ganando en ritmo, fiereza y variaciones a las cuerdas, vientos de madera, metales, armónica, piano y percusión desaforada (incluídos los taikos, grandes tambores tradicionales japonés, similares a un timbal, y tocados con baquetas de madera, llamadas bachi) con una brillantez tal que define el apocalipsis que amenaza el mundo con precisión de cirujano en tan solo dos minutos. La obertura para la llegada de “Godzilla!” ha sido creada. Apoteósico Desplat, entrando con honores en la mitología musical del monstruo nipón por antonomasia.

La vena oscura se despliega en todo su esplendor en el siguiente tema, “Inside the Mines” a base de sibilantes cuerdas, piano y vibráfono en un lento discurrir, dilatando la tensión ante lo que ha de suceder, con una contundente percusión golpeando en el fondo del espectro sonoro como un latir pausado, tenue, en letargo, hasta que la voz femenina entra en escena y las cuerdas, voces masculinas gritando “Ha”, el shakuhachi y los taikos in crescendo (con el sonido de varias bachi chocando entre ellas) cierran el tema.

altLa tragedia azota inmisericorde a la familia protagonista, en un accidente aparentemente debido a un error humano, que luego se descubrirá tiene mucho que ver con los enemigos a batir por Godzilla. Las bajas frecuencias dominan el tempo, trompetas con sordina, cuerdas, metales a pleno rendimiento y la percusión entrando para quedarse, estamos en “The Power Plant”, atentos a partir del 1:02, o la definición musical de cómo todo se va directamente, al demonio, y cuando algo parece que va a ir mal, acaba muy mal.
 

La tensión generada descansa finalmente reflejando la tragedia personal que afectará a Ford, el protagonista central del relato, y a su padre el resto de sus vidas desde ese instante, concluyendo la pieza con una rendición a los violines del tema de la familia hasta disiparse en la niebla con dulzura y tristeza.

altEl suspense y la duda descrita musicalmente a base de golpes de baja frecuencia, van destilando las evoluciones en pantalla de los científicos, conforme la madeja se va descubriendo y un peligro más que real parece multiplicarse por todo el mundo, “To Q Zone”, mediante notas alargadas a las cuerdas, hasta la entrada final de los taikos luchando con los chelos por imponerse, hasta apagarse ambos poco a poco entre agudos rasgueos del arco hasta que un crescendo final advierte de que algo…

…ha escapado.

Érase una vez en Janjira

altLa necesidad de resolución ante el pasado del padre de Ford, le lleva a convencer a su hijo para volver a Janjira, lugar del accidente de la central nuclear, y el tema emocional de la familia se nos despliega al piano, hasta que es cortado por la percusión, mientras los protagonistas descubren qué secreto oculta el pueblo, ahora fantasma, y presa de los militares y sus experimentos. shakuhachis, timbales, un ritmo que va aumentando, sintetizador en el fondo sonoro, y una inquietud que va implosionando en el oyente en pequeñas dosis, hablamos de “Back to Janjira”.
 

Atentos especialmente al inicio del tema y al portentoso dominio de Alexandre Desplat del tempo fílmico, para dejar sin aliento durante los dos últimos minutos a base de tuba, trompas, la sección de cuerdas al completo, la entrada del coro gritando “Ha”, y un ostinato puntuado por las bajas frecuencias y los gritos de socorro del shakuhachi. 

altY a partir de este momento, damas y caballeros, abróchense los cinturones porque la acción va a tomar las riendas de la partitura hasta el final, con escasos oasis líricos de descanso a modo de remanso de paz para tomar aire y volver a la epopeya con más fuerza.  Percusión exótica, y unas impresionantes cuerdas en registro agudo a las que se va incorporando el resto de la orquesta dominan el descubrimiento por el hombre del primer Massive Unidentified Terrestrial Organism, “M.U.T.O. Hatch”, y la grandeza de estos monstruos se hizo música, no se lo pierdan a partir del 01:28, ¡emocionante!
 

altUn pulso a modo de representación musical del arma definitiva de los M.U.T.O.s acompaña el tema mientras van aflorando partes de la orquesta aquí y allá, cuerdas, flauta, metales, trompetas con sordina, percusión, reflejando los peligros que esperan al ejercito a la vuelta de la esquina si se internan “In the Jungle”.  Godzilla, el mítico Gojira protector del equilibrio en la Tierra hace acto de aparición por fin, creando un tsunami de proporciones gargantuescas, definido por la partitura de Desplat con un crescendo de metales, bajas frecuencias y fuerza coral en ostinato progresivamente más acuciante, hasta explotar con la llegada del agua al continente y las huida aterrorizada de la población de Hawai. La escena al final del tema con las bengalas lanzadas hacia el cielo desde lo alto de un rascacielos que no llegan ni a la altura del pecho de Godzilla deja literalmente sin aliento.

altLa épica entra en juego cuando el Dios protector (Gojira) hace frente a los M.U.T.O.s por primera vez en el aeropuerto, “Airport Attack” y la explosión orquestal inicial da paso a encontrarnos en el ojo de la tormenta, antes del choque de titanes, momento en el que Desplat nos sirve en bandeja el Dies Irae de Ligeti, desde el  1:24 (música que en el film también es empleada en el lanzamiento en paracaídas, de forma más extensa, no así en la edición en CD).
 

El tema de los militares hace acto de presencia, tras el inicial apunte en la Overture de los títulos de crédito, y se mezcla con el motivo de Ford, una ligera variación del motivo familiar, a la trompeta, llena de marcialidad y belleza melódica, hasta que el tema militar toma el liderazgo, en un juego con el de Godzilla, mientras las cuerdas incrementan la intriga en un ostinato alargado, que va haciendo suyo toda la orquesta con especial participación de una arrebatadora sección de metales, percusión atronadora y una vez más, bajas frecuencias, culminando  en un sobrecogedor quejido interpretado por la armónica que conduce al final y al respiro del espectador ante tamaño despliegue sinfónico, “Missing Spore”.

altLos sintetizadores se entremezclan con los toques étnicos del shakuhachi, las trompas, trompetas con y sin sordina y los timbales, para recorrer visualmente la destrucción dejada a su paso por los M.U.T.O.s, esta vez en Las Vegas, “Vegas Aftermath”, en un impasse lleno de intriga musical a base de notas alargadas a las cuerdas y puntual apoyo del arpa.

La misión del ejército para acabar con los monstruos se despliega, hasta ser interceptada casualmente por estos, reflejada musicalmente por un crescendo de cuerdas, y percusión a los timbales y taikos, puntuada por hermosas apariciones del shakuhachi, que ponen la piel literalmente de gallina, con el motivo del protagonista (“Ford Rescued”) alcanzando una bellísima polifonía.
 

Es entonces cuando llega el turno de la epopeya, una oda a la destrucción y a la grandeza de un enfrentamiento en el que lo mejor será…  “¡Dejarles que luchen!”. Primero la percusión marca con apoyo de la orquesta al completo la llegada del gigante benefactor mediante un atenuado ostinato a las cuerdas culminado por el shakuhachi y un golpe de bajas frecuencias que Desplat modula para conducirnos a …

…la Madre de todas las Batallas, cuando los titanes Chocan

altDisonancias muy a la Elliot Goldenthal, seguidas de jugueteos a las cuerdas apoyados en los metales que se acallan de repente como para coger fuerza y embestir de nuevo, nos llevan a una serie de ritmos muy en la línea de Jerry Goldsmith, y una puntual aparición de nuevo del Dies Irae de Ligeti, la fuerza coral y la percusión, “Golden Gate Chaos”…
 

…para a partir del 2:24 estallar gloriosamente en la melodía central a toda orquesta…
 

…llevándonos en volandas al eEnfrentamiento definitivo, que Desplat nos prepara con oscuras tonalidades y un muy brillante crescendo percusivo, con los metales lanzando una especie de gemidos, realmente poderoso, “Let Them Fight”.
 

Mientras, en tierra, los humanos continúan su peligroso plan infiltrándose en la primera línea de batalla, intentando acabar con la progenie de los M.U.T.O.s in situ, en un muy Goldsmithiano alarde melódico (con incluso toque Bondiano, escuchen a partir del 1:30), que se abre al tema de Godzilla en registro dramático en grado sumo,  “Entering the Nest”.

altTodo parece perdido, y el compositor juega con las emociones del espectador recurriendo al despliegue temático que nos ha venido ofreciendo en pinceladas hasta el instante decisivo, ahora. El tema del ejercito, el de Godzilla, el de Ford, los toques nipones con la entrada del shakuhachi y la percusión de taiko, homenaje incondicional al Maestro Ifukube, se van sucediendo hasta, a partir del 2:22, sumarse en una orquestación apoteósica a modo de resumen de toda la obra, “Two Against One”, sin mesura, dándolo todo y conduciendo al espectador a la, como Danny Elfman bien diría, Final Confrontation
 

Godzilla tiene la llave de la victoria, pero cada está más cansado y herido, y Desplat acude a su rescate definiéndole y dándole fuerza a través de la música, y provocando que todos y cada uno de los oyentes aprieten los puños en apoyo al Dios Protector, el tema central nunca ha sonado hasta ahora tan poderoso, tan épico, tan apabullante, tan arrebatador, es el momento Desplat por antonomasia de la partitura, y mientras los M.U.T.O.s  lo hieren, todos sentimos su dolor y angustia ante una posible derrota, gracias a la partitura, culminando el tema con lo que bien podría ser el alarido de dolor de Gojira ante el poder de sus enemigos (10 últimos segundos de la pieza), sólo queda una última oportunidad, “Last Shot”.

Y Godzilla, la aprovecha en una arrebatadora rendición epopéyica de un Desplat on fire, “Godzilla’s Victory”…
 

alt…con el crescendo definitivo y las notas del monstruo elevándose por encima de todo y todos, in full glory, de manera paroxística y grandiosa, para dejarse llevar poco a poco al original estado de las cosas, y al descanso del guerrero, con un piano y unas cuerdas en notas alargadas otorgando el reposo al salvador de la humanidad, en la mejor definición posible del menos es más que imaginarse puedan. Portentoso Desplat, en su decisión de optar por dejar respirar las notas a través de muy pocos instrumentos, logrando el efecto buscado, que la emoción surja, y el nudo imperceptible en la garganta se forme…

… para llevarnos de vuelta al océano y a donde todo comenzó allá por los años cincuenta, cuando un Dios fue descubierto, y se intentó acabar con él ante el temor a lo desconocido,
desde ahora, sólo se le recordará, con reverencia,
y el piano lo acompañará “Back to the Ocean” mientras el shakuhachi y los taikos lo despiden,
mientras las cuerdas se rinden por última vez al tema de la familia, de Ford,
y de Godzilla


Hasta la siguiente ocasión en que la humanidad necesite de su fuerza,
y el Dios Protector sea invocado otra vez,
y por favor,
que Alexandre Desplat lo acompañe de nuevo, una vez más…

Salve, Gojira!!!